Ayudar a los demás y sentirte feliz porque sonrían ellos, hace ver lo grande que eres.
Tenían Plástica y
esa profesora no solía pasar lista ni enterarse cuando estaban
cambiados de sitio. Por eso, como de costumbre, todos se sentaron con
sus amigos. Justin no tenía ningún amigo en su clase, y con los que
se llevaba bien tenían mejores amigos con los que sentarse que él.
Permitió al amigo de su compañero coger su sitio y se dispuso, como
siempre, a esperar para ver que sitio quedaba libre. Cambió de idea
al percatarse de que había un sitio libre cerca de Peter, el cuál
tenía su asiento aislado al lado de la pared y no podía cambiarse
porque sí lo notaría la profesora. Se sentó allí, llegó la
profesora y empezó la clase. Ella siempre les dejaba hablar en voz
baja. Justin observaba de vez en cuando a Peter. Siempre le había
llamado mucho la atención aquel chico: siempre se mostraba tan voraz
y cortante cuando estaba con sus compis, actuaba como si se creyera
el mejor del mundo y se hacía el malote. Pero Justin intuía que no
era así, que él mismo no se creía tan guay como aparentaba creer y
notaba que siempre intentaba aprobarlo todo “a escondidas” es
decir, haciendo como si todo aquello no fuera con él.
-Ey, Justin. -lo llamó
el chico en un momento dado- Préstame un lápiz amarillo, anda, que
se me ha olvida'o.
-Claro, toma.
-respondió tendiéndoselo con una sonrisa. Él le sonrió.
Pero Justin había
notado que el chico no se notaba bien en cuanto le había hablado y
le había mirado. Por su tono de voz y su mirada. Parecía desolado.
Y Justin tenía esa extraña necesidad de ayudar e intentar hacer
feliz a todo el mundo, incluso a los que lo trataban mal o lo
ignoraban.
Cuando acabó la clase
Justin se acercó a él, que estaba guardando las cosas en su
estuche. Peter levantó la mirada extrañado por su presencia allí.
-Eh... Hola. -le dijo.
-Hola, Peter. Dime,
¿te pasa algo? Hoy te noto un tanto extraño.
-No, nada. -volvió a
su tarea- Gracias; pero estoy bien.
Justin se preguntó si
había sido demasiado directo. Se le daba muy mal hablar con
desconocidos y sobretodo entablar él la conversación con ellos.
-¿Estás seguro?
Porque creo que si no es así yo siempre podría ayudarte.
Él le sonrió.
-Te lo agradezco,
Justin, en serio. Pero no me ocurre nada. Además, apenas te conozco
¿qué querrías hacer tú por mí?
Justin entendió en
ese momento que, de saber Peter que él era gay, podría haberlo mal
interpretado; porque podría pensar que lo que quería era tener algo
con él o que se preocupaba porque le gustara. Tenía suerte de que
sólo algunos de la clase lo sabían. Si Peter hubiera llegado a
pensar así, no hubiera querido volver ni a mirarle a la cara. No
obstante, Justin ya estaba acostumbrado a ello y no le culparía.
-Bueno, en mi opinión,
no tienes que conocer a una persona para querer ayudarla: yo pienso
que es un deber humanitario intentar ayudar a los demás cuando estos
lo necesitan, y sin esperar nada a cambio. De todas formas, si tú
dices que no es nada... pues ale.
En ese momento
aparecieron los del grupo de Peter por la puerta, él se levantó y
comenzó a gesticular como si se pusiera, como hacía siempre, por
encima de él. A sabiendas de que no lo escuchaban, no le importó
continuar con la conversación.
-Mira chico, puede que
me pase algo ¿vale? Pero de todas formas a ti no tiene por qué
importarte. Sé apañármelas por mí solito ¿eh? Así que métete
en tus propios asuntos que la gente se lo puede tomar mal si te
acercas como si nada y les dices que les pasa algo. Adiós.
Violeta encendió el
móvil al salir al recreo. Recibió un Whatsapp y lo miró mientras
merendaba.
-Tía, Violeta,
tenemos que hablar... mi chico está últimamente muy raro, y no sé
qué le pasa... Necesito tu ayuda. Llámame en cuanto puedas, ¿vale?
-decía el mensaje. Era de su amigo Jorge.
-Claro, en cuanto
llegue a casa ¿vale? A no ser que quieras contármelo por aquí
antes...
Pero no recibió
ningún mensaje y Jorge no se puso “en línea” así que se
resignó a esperar a llegar a casa.
Ainoa y Justin estaban
solos en el recreo; ya que Estrella no había ido a clase ese día y
los chicos estaban terminando un examen. Estaban en un lugar apartado
al que a ambos les gustaba ir porque era fresco y no pasaba casi
nadie. Justin estaba tumbado en el suelo, y Ainoa le pasaba la mano
por el pelo con cariño. Se llevaban como si fueran primos de toda la
vida, sobretodo desde que Ainoa sabía que Justin nunca podría
sentir nada por ella, lo cuál la tranquilizaba ya que él nunca le
había gustado. Pero le tenía un gran cariño. En su mundo ficticio,
Estrella, él y ella eran hermanos trillizos que habían separado
porque sus padres no querían cuidarlos a todos. Idea de Estrella,
que tenía una gran imaginación que nunca paraba de trabajar.
También había dicho una vez, cuando Eliot y Daniel se habían
quejado de no salir en su ficción, que aquello era porque ellos,
Agustín, Robin y otros tantos más eran príncipes que tenían que
pelearse entre ellos para conseguir la mano de las bellas princesas,
que mientras esperaban jugando al baloncesto en su castillo y
comiendo tartas mientras se contaban los cotilleos de todo el barrio.
Ainoa sonrió al recordar esta parte del absurdo relato. Cuando de
imaginar o de inventar respuestas tontas se trataba, Estrella era la
mejor de todos.
-Ainoa... -la devolvió
a la Tierra Justin.
-Sí, dime.
-Lo echo de menos...
Ella no pudo reprimir
una carcajada.
-¡Justin! ¡Pero si
estuviste ayer mismo con él!
-Ya, lo sé, pero...
Es que apenas pudimos estar un rato, y además, yo no quiero estar
con él un rato, yo quiero estar con él siempre.
-Bueno,
pues tú piensa que tienes toda una vida por delante para poder
compartirla con él ¿vale?
-Y
eso pienso hacer. Te prometo que la compartiré con él toda.
-No
me cabe duda. -le respondió con una sonrisa.
-Pero...
El problema es que yo no quiero estar con él toda mi vida.
-¿Y
eso? -le preguntó atónita, acababa de contradecirse a sí mismo.
-Porque
yo quiero pasar la eternidad con él, no mi vida, que es muy corta.
-Ainoa sonrió- Además, no me importa que vaya a poder estar con él
después. Yo quiero estar con él ahora
durante cada segundo de mis días. Le echo mucho de menos, Aino, si
al menos pudiera verlo un par de veces por semana...
-Bueno,
bueno, no te preocupes Jus. Ya verás como dentro de nada vendrá de
nuevo aquí y podrás pasar todos los días con él, ¿vale?
-Claro.
Oye, por cierto, -cambió de tema- ¿a ti te sigue gustando mucho "el",
eh? -sonrió pícaro.
-¡Justin!
¿No se lo habrás dicho a nadie, verdad? -preguntó, visiblemente
alterada.
-No,
tranquila. Tu secreto está completamente a salvo conmigo.
-Pero...
¿cómo lo has sabido?
Él
se encogió de hombros.
-Intuición,
supongo. Simplemente, me he dado cuenta.
-Pero
¿estás seguro de que es...? -estuvo a punto de pronunciar su
nombre, le preocupaba que Justin se hubiera equivocado de chico en su
predicción. Él asintió.
-Sin
ninguna duda. De todas formas, no creo que ni siquiera Estrella lo
sepa. -ella negó con la cabeza- Pues tranquila, que tu secreto
estará completamente a salvo conmigo. Aún así... oye, a ver si te
lanzas ¿eh? -le dio un codazo mientras sonreía pícaramente. Ella
se sonrojó.
-Uf...
Cállate, tonto.
En
ese momento llegaron los dos chicos.
-Ey,
¿de qué habláis? -les preguntó Eliot.
-No,
de nada. -le respondió Ainoa.
-¿Qué
tal el examen, chicos? -les preguntó Justin.
-Bien.
-contestó Eliot.
-Eso
creo. -dijo Dani.
Después de 100000000000 dias leo el capiulo, me ha encantado, aunque yo a Peter no le hubiera hecho ni caso, que le den jaja. Maria del Mar como te van las vacaciones?? Yo me encuentro quemada hasta las cejas, ya me lo decia mi madre: echate crema...jaja bueno te dejo que voy a cenar y despues a ver pulseras rojas :D
ResponderEliminarJajaja Nos alegramos de que te guste =) Peter... Ya lo iremos conociendo más ;)
EliminarA mí muy bien, gracias jeje escribiendo mucho que por fin tengo tiempo!! Leyendo otro monton y hablando con Sandra y las demás ;P Ay Pili... que hay que hacer más caso a tu madre... jajaja
¿¿PULSERAS ROJAS!! <3
Hasta el capítulo que viene! ;P
P.D: Adivino... Has votado a Jus ¿verdad? jeje