lunes, 15 de julio de 2013

Confesiones


Ayudar a los demás y sentirte feliz porque sonrían ellos, hace ver lo grande que eres.

 

Tenían Plástica y esa profesora no solía pasar lista ni enterarse cuando estaban cambiados de sitio. Por eso, como de costumbre, todos se sentaron con sus amigos. Justin no tenía ningún amigo en su clase, y con los que se llevaba bien tenían mejores amigos con los que sentarse que él. Permitió al amigo de su compañero coger su sitio y se dispuso, como siempre, a esperar para ver que sitio quedaba libre. Cambió de idea al percatarse de que había un sitio libre cerca de Peter, el cuál tenía su asiento aislado al lado de la pared y no podía cambiarse porque sí lo notaría la profesora. Se sentó allí, llegó la profesora y empezó la clase. Ella siempre les dejaba hablar en voz baja. Justin observaba de vez en cuando a Peter. Siempre le había llamado mucho la atención aquel chico: siempre se mostraba tan voraz y cortante cuando estaba con sus compis, actuaba como si se creyera el mejor del mundo y se hacía el malote. Pero Justin intuía que no era así, que él mismo no se creía tan guay como aparentaba creer y notaba que siempre intentaba aprobarlo todo “a escondidas” es decir, haciendo como si todo aquello no fuera con él.
-Ey, Justin. -lo llamó el chico en un momento dado- Préstame un lápiz amarillo, anda, que se me ha olvida'o.
-Claro, toma. -respondió tendiéndoselo con una sonrisa. Él le sonrió.
Pero Justin había notado que el chico no se notaba bien en cuanto le había hablado y le había mirado. Por su tono de voz y su mirada. Parecía desolado. Y Justin tenía esa extraña necesidad de ayudar e intentar hacer feliz a todo el mundo, incluso a los que lo trataban mal o lo ignoraban.
Cuando acabó la clase Justin se acercó a él, que estaba guardando las cosas en su estuche. Peter levantó la mirada extrañado por su presencia allí.
-Eh... Hola. -le dijo.
-Hola, Peter. Dime, ¿te pasa algo? Hoy te noto un tanto extraño.
-No, nada. -volvió a su tarea- Gracias; pero estoy bien.
Justin se preguntó si había sido demasiado directo. Se le daba muy mal hablar con desconocidos y sobretodo entablar él la conversación con ellos.
-¿Estás seguro? Porque creo que si no es así yo siempre podría ayudarte.
Él le sonrió.
-Te lo agradezco, Justin, en serio. Pero no me ocurre nada. Además, apenas te conozco ¿qué querrías hacer tú por mí?
Justin entendió en ese momento que, de saber Peter que él era gay, podría haberlo mal interpretado; porque podría pensar que lo que quería era tener algo con él o que se preocupaba porque le gustara. Tenía suerte de que sólo algunos de la clase lo sabían. Si Peter hubiera llegado a pensar así, no hubiera querido volver ni a mirarle a la cara. No obstante, Justin ya estaba acostumbrado a ello y no le culparía.
-Bueno, en mi opinión, no tienes que conocer a una persona para querer ayudarla: yo pienso que es un deber humanitario intentar ayudar a los demás cuando estos lo necesitan, y sin esperar nada a cambio. De todas formas, si tú dices que no es nada... pues ale.
En ese momento aparecieron los del grupo de Peter por la puerta, él se levantó y comenzó a gesticular como si se pusiera, como hacía siempre, por encima de él. A sabiendas de que no lo escuchaban, no le importó continuar con la conversación.
-Mira chico, puede que me pase algo ¿vale? Pero de todas formas a ti no tiene por qué importarte. Sé apañármelas por mí solito ¿eh? Así que métete en tus propios asuntos que la gente se lo puede tomar mal si te acercas como si nada y les dices que les pasa algo. Adiós.

Violeta encendió el móvil al salir al recreo. Recibió un Whatsapp y lo miró mientras merendaba.
-Tía, Violeta, tenemos que hablar... mi chico está últimamente muy raro, y no sé qué le pasa... Necesito tu ayuda. Llámame en cuanto puedas, ¿vale? -decía el mensaje. Era de su amigo Jorge.
-Claro, en cuanto llegue a casa ¿vale? A no ser que quieras contármelo por aquí antes...
Pero no recibió ningún mensaje y Jorge no se puso “en línea” así que se resignó a esperar a llegar a casa.

Ainoa y Justin estaban solos en el recreo; ya que Estrella no había ido a clase ese día y los chicos estaban terminando un examen. Estaban en un lugar apartado al que a ambos les gustaba ir porque era fresco y no pasaba casi nadie. Justin estaba tumbado en el suelo, y Ainoa le pasaba la mano por el pelo con cariño. Se llevaban como si fueran primos de toda la vida, sobretodo desde que Ainoa sabía que Justin nunca podría sentir nada por ella, lo cuál la tranquilizaba ya que él nunca le había gustado. Pero le tenía un gran cariño. En su mundo ficticio, Estrella, él y ella eran hermanos trillizos que habían separado porque sus padres no querían cuidarlos a todos. Idea de Estrella, que tenía una gran imaginación que nunca paraba de trabajar. También había dicho una vez, cuando Eliot y Daniel se habían quejado de no salir en su ficción, que aquello era porque ellos, Agustín, Robin y otros tantos más eran príncipes que tenían que pelearse entre ellos para conseguir la mano de las bellas princesas, que mientras esperaban jugando al baloncesto en su castillo y comiendo tartas mientras se contaban los cotilleos de todo el barrio. Ainoa sonrió al recordar esta parte del absurdo relato. Cuando de imaginar o de inventar respuestas tontas se trataba, Estrella era la mejor de todos.
-Ainoa... -la devolvió a la Tierra Justin.
-Sí, dime.
-Lo echo de menos...
Ella no pudo reprimir una carcajada.
-¡Justin! ¡Pero si estuviste ayer mismo con él!
-Ya, lo sé, pero... Es que apenas pudimos estar un rato, y además, yo no quiero estar con él un rato, yo quiero estar con él siempre.
-Bueno, pues tú piensa que tienes toda una vida por delante para poder compartirla con él ¿vale?
-Y eso pienso hacer. Te prometo que la compartiré con él toda.
-No me cabe duda. -le respondió con una sonrisa.
-Pero... El problema es que yo no quiero estar con él toda mi vida.
-¿Y eso? -le preguntó atónita, acababa de contradecirse a sí mismo.
-Porque yo quiero pasar la eternidad con él, no mi vida, que es muy corta. -Ainoa sonrió- Además, no me importa que vaya a poder estar con él después. Yo quiero estar con él ahora durante cada segundo de mis días. Le echo mucho de menos, Aino, si al menos pudiera verlo un par de veces por semana...
-Bueno, bueno, no te preocupes Jus. Ya verás como dentro de nada vendrá de nuevo aquí y podrás pasar todos los días con él, ¿vale?
-Claro. Oye, por cierto, -cambió de tema- ¿a ti te sigue gustando mucho "el", eh? -sonrió pícaro.
-¡Justin! ¿No se lo habrás dicho a nadie, verdad? -preguntó, visiblemente alterada.
-No, tranquila. Tu secreto está completamente a salvo conmigo.
-Pero... ¿cómo lo has sabido?
Él se encogió de hombros.
-Intuición, supongo. Simplemente, me he dado cuenta.
-Pero ¿estás seguro de que es...? -estuvo a punto de pronunciar su nombre, le preocupaba que Justin se hubiera equivocado de chico en su predicción. Él asintió.
-Sin ninguna duda. De todas formas, no creo que ni siquiera Estrella lo sepa. -ella negó con la cabeza- Pues tranquila, que tu secreto estará completamente a salvo conmigo. Aún así... oye, a ver si te lanzas ¿eh? -le dio un codazo mientras sonreía pícaramente. Ella se sonrojó.
-Uf... Cállate, tonto.
En ese momento llegaron los dos chicos.
-Ey, ¿de qué habláis? -les preguntó Eliot.
-No, de nada. -le respondió Ainoa.
-¿Qué tal el examen, chicos? -les preguntó Justin.
-Bien. -contestó Eliot.
-Eso creo. -dijo Dani.
 

2 comentarios:

  1. Después de 100000000000 dias leo el capiulo, me ha encantado, aunque yo a Peter no le hubiera hecho ni caso, que le den jaja. Maria del Mar como te van las vacaciones?? Yo me encuentro quemada hasta las cejas, ya me lo decia mi madre: echate crema...jaja bueno te dejo que voy a cenar y despues a ver pulseras rojas :D

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    1. Jajaja Nos alegramos de que te guste =) Peter... Ya lo iremos conociendo más ;)
      A mí muy bien, gracias jeje escribiendo mucho que por fin tengo tiempo!! Leyendo otro monton y hablando con Sandra y las demás ;P Ay Pili... que hay que hacer más caso a tu madre... jajaja
      ¿¿PULSERAS ROJAS!! <3
      Hasta el capítulo que viene! ;P

      P.D: Adivino... Has votado a Jus ¿verdad? jeje

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