viernes, 2 de agosto de 2013

3 misterios, 2 enamorados, 1 hecho del pasado

En el instituto deberían enseñar a mirar desde los ojos ajenos.

 

Jorge andaba apresurado por los pasillos de su instituto, entre las taquillas, con los brazos repletos de libros. Siempre andaba rápido por no tener que toparse con ellos. Un chico castaño con el pelo hairflip se chocó contra su hombro he hizo que se le cayeran algunos libros. Oyó su risilla y se volvió con enfado. Era Paúl.
-¿Qué pasa, enclenque? ¿Eres un debilucho y se te caen los libros con un simple toquecillo?
Lo había hecho aposta. En realidad Jorge era más alto que él, mientras que Paúl era más enclenque; pero no quería meterse en líos y lo dejó pasar. Recogió sus libros del suelo mientras el chico reía y continuó su camino. Paúl le adelantó para ir a encontrarse con su amigo Armando, que se encontraba riendo en frente de la taquilla de Jorge. Él bufó por lo bajo. Armando era delgado, demasiado, más alto que Paúl y con el pelo negro en punta. Ambos llevaban los pantalones caídos y converses con los cordones desatados. Al lado de la taquilla de Jorge, estaba la de su novio Javi, y el muchacho estaba apoyado sobre ella mirando el móvil. Tenía el pelo negro peinado para delante, era moreno, más bajo que Jorge. Jorge no pudo evitar sonreír por el simple hecho de verle.
-Hola, Javi. -lo saludó cuando llegó a su altura.
Él levantó la mirada del móvil para mirarlo por el rabillo del ojo. Se incorporó y se fue en sentido contrario sin decirle nada. A Jorge se le heló la sangre. ¿Por qué se comportaba ahora Javi así con él? Él no había hecho nada para eso... ¿O sí? No... no había nada... No podría haberlo o lo sabría...
-¿Qué, te ha dejado el novio, marica? -se burló Paúl desde atrás mientras Armando reía.
Jorge tragó saliva e impidió salir a las lágrimas. Evitó girarse para no decirle nada a ese imbécil. Dejó los libros de mala manera, cerró la taquilla de un portazo y se fue en pos de su clase, por donde se había ido Javi, con los dos chicos riendo a sus espaldas. En ese momento pasaba por allí Samuel, el cabecilla del grupo que estaba siempre metiéndose con él. Eran cuatro, ese día faltaba Víctor, el pelirrojo. Samuel llevaba el mismo estilo de peinado que Paúl, pero más rubio. Era alto, ancho e imponente.
-¡Eeeeh! -le dijo- Que la taquilla no tiene la culpa de que tú seas marica, ¿eh? Un poco de respeto al material escolar. -sus amigos reían a carcajadas, Jorge estaba de espaldas a los tres y seguía andando- A ver si va a ser contagiosa tu enfermedad mental y te la ha pega'o el novio... ¡Quita, bicho, no te me acerques, que no quiero ser marica!
Él aguantó las lágrimas. Siguió hacia delante, recto, con orgullo. Como si le resbalaran todos aquellos insultos; aunque no fuera así. Lara, la mejor amiga de Violeta y Jorge en ese instituto, bufó para sus adentros. Lo había visto y oído todo.
-Imbéciles... -murmuró- Enfermedad mental la que tenéis vosotros, como para poder decir tantas tonterías juntas en un sólo momento. Tienen que tener el grado supremo de “idiotez absoluta”. Por favor...
Se fue lo más rápido que pudo a por Jorge, y lo pilló justo antes de que éste entrara al baño de chicos para pasarse toda la clase llorando.


Jus se acercó a Peter en el aula. Esperó a que estuviera solo.
-Oye, Pet. Sobre lo que me dijiste el otro día... ¿Por qué me dijiste que te llamara Pedro?
Él miró a los lados para asegurarse que no hubiera cotillas de por medio y le respondió:
-Mira, Peter me llaman los que sólo quieren aprovecharse de mí, los que no les importo, los que sólo les interesa que sea popular y tener un compañero para echarse unos porros. Pedro me llaman los que me quieren, o los que me respetan por mi “yo” verdadero, no por lo que les pueda dar, no sé si me entiendes. Y yo sé que tú no te acercas a mí porque sea popular o por lo que te pueda proporcionar porque tú no eres así, y también porque no te puedo dar nada.
-Um... ¿Y cuánta gente te llama Pedro?
Él se quedó parado y callado unos momentos. Apartó la vista.
-Casi nadie.
Jus se quedó sin saber qué decir. Se escuchó la puerta abrirse.
-Vete, que ya está aquí el profesor y te va a regañar. -le echó Peter.

Dani se preocupaba por intentar pensar en una escusa para no tener que quedarse ese día cuidando a sus hermanos cuando se fueran sus padres. Eliot se acercó y le preguntó que en qué pensaba. Dani se lo dijo.
-Tío, no hagas eso, deberías de arrimar un poco el hombro y ayudar a tus padres. Yo también lo hago cuando Espe -su hermana mayor- está fuera. Es lo normal, tendrás que ayudarles un poco que los pobres están muy atareados.
-Primero: lo tuyo no es lo mismo, tú sólo los cuidas cuando Espe no está.
-Bueno, y tú cuando no están tus padres.
-Que no es igual, porque la mayoría de las veces que tus padres salen está Esperanza allí para cuidaros, y cuando es Espe quien sale suelen estar tus padres allí. Es igual, y lo segundo: ¿y por qué tengo que cuidarlos yo cuando no me cuidaron a mí ellos, que son mis padres?
-Venga, no seas, te dejaron algunas veces con otros cuando no estaban ellos; pero ya está... Como hacen ahora con Lucas Martín y Caro: los dejan contigo.
-Bueno, pues que los dejen con los abuelos como hicieron conmigo.
-¿Y no crees que tus abuelos ya han tenido bastante con tener que criarte a ti y a ellos?
-¡Pero es que no es justo! ¿Por qué siempre tengo que cuidarlos yo? Que se quede Lucas cuidando a Caro, por ejemplo.
Él escondió una risa.
-Por favor... ¿Pero tú estás escuchando lo que estás diciendo? Martín es demasiado pequeño como para cuidar de Caro.
-Quién nos escuché va a pensar que estamos locos, hablando con dos nombres de la misma persona... -comentó Daniel. Ambos sonrieron.
-Lo sé. Pero volvamos al tema, Dani, por mucho que no te guste Lucas no va a poder suplantarte cuidando el de Caro hasta que no tenga por lo menos trece años, y sabiendo cómo son tus padres no le dejaran al cargo hasta los quince. O sea, que te quedan por lo menos cinco años. Y de todas formas ¿tanto te cuesta? ¿no puedes quedarte cuidando de ellos una vez de vez en cuando? Tú piensa que ellos siempre están ahí para ayudaros y darían todo por vosotros ¿tanto te cuesta ayudarles tú a ellos sólo un rato?
-Jo, tío... Eres como mis padres. Bueno, no, tú eres peor: porque encima a ti te lo cuento y luego me haces sentirme mal.
Él sonrió.
-¿Los cuidarás?
-Está bien, de acuerdo. Pero sólo si tú vienes a ayudarme a poder pasar el rato.
-Vale; pero si me dejas llevarme a Bartolomé, que hoy yo también tengo que cuidarlo mientras Espe va con Sara al cine.
Daniel se aguantó una risa.
-En serio que sigo sin entender cómo a tus padres se les ocurrió ponerle ese nombre. Es un nombre demasiado grande para una persona tan pequeña.
Él se encogió con una sonrisa.
-Ya crecerá.
-No, en serio: Esperanza, Sara, Eliot... hasta ahí iba bien; pero ¿Bartolomé?
-Déjalo ya, anda.
-Vale, vale. -dijo aguantando la risa.


Justin llamó a Agustín y se tiró sobre la cama nada más llegar a casa. Tenía ganas de escuchar su voz, y la comida todavía no estaba hecha. Al rato de la conversación, Agustín le preguntó:
-Oye, Jus, ¿has visto a Antonio?
-¿Antonio? … ¿Tu ex?
-Sí... El primero.
Justin no le contestó.
-Eh, venga, Jus. Que es sólo porque quiero saber cómo está. Ya sabes que no lo traté del todo bien y... Me gustaría saber cómo le va la vida, es sólo eso.
-Ya, tú sueles utilizar a la gente.
-Ya... ¡Oye! Que ya no lo hago, y además, tú no puedes quejarte de eso porque yo a ti no te he utilizado nunca.
-Claro, claro... -dijo en un tono que Agus no supo identificar si era irónico o le daba la razón.
-¡Jus!
-¿Qué? Oye, que tengo que dejarte. Me llama mi madre para ir a comer. Y no, no lo he visto. Bueno, sí, le vi alguna vez pasando por los pasillos; pero ya está, no sé cómo le irá la vida ni na'. Si quieres mañana se lo pregunto a Margarita, a ver si ella sabe algo.
-Vale. Grax.
-Nada. Oye ¿y de Marcos? ¿No preguntas?
-No, a ese tío me da igual cómo le vaya. Es mala gente.
-¿Por qué? ¿Por querer utilizarte igual que tú lo hacías?
-Um... Puede... -se hizo el interesante- Bueno, vete que se te enfría la comida.
-Adiós.
-Adiós... cari. -le preocupaba si a Jus podría haberle molestado su pregunta; aunque sabía que era complicado molestarlo. No, no le había importado; pero ahora le daba curiosidad preguntarle a Marga.


Ainoa andaba por la calle con su hermano, Robin. Era cuatro años mayor que ellos, tenía veinte e iba a la universidad. Su madre le había pedido que cuando saliera de estudiar con un amigo suyo se pasara por la casa de Estrella para que volvieran los dos juntos. No estaba a demasiada distancia; pero así su madre se quedaba algo más tranquila. Además, de todas formas iban a tener que hacer el mismo camino. Robin metió las manos en los bolsillos.
-Mierda... -dijo- Se me han olvidado las llaves en casa.
-Tan despistado como siempre. -sonrió su hermana.
-¿Tú las tienes?
-No.
-Pues tendremos que esperar a mamá, ha salido a comprar. Le mandaré un mensaje para que nos llame cuando llegue, ¿vale? Mientras quedémonos aquí mismo -estaban al lado de un parque- para no tener que esperar en el portal de casa mientras todos los vecinos comentan lo despistados que somos.
-¡Oye! Despistado tú, que a mí nadie me ha dicho que tuviera que coger las llaves y tú se supone que eres el que las lleva encima siempre.
Robin sonrió.
-Vale, vale, está bien. Mía culpa. Pero vamos a sentarnos en el césped, anda, que ha sido hoy un día largo y estoy cansado.
-Vale.
Se sentaron con la espalda apoyada uno en la del otro. Sin darse cuenta, ambos cogieron a la vez una margarita y empezaron a quitar petalos uno por uno. Para su suerte, el otro no se había dado cuenta; si no podría darse cuenta y empezar a hacer preguntas incómodas.


Era de noche. Violeta salió de su casa y vio a Rubén en un coche que no era el suyo. Llevaba una gorra negra que hacía que no se le viera bien la cara. Se acercó como si una fuerza le impulsara. Alguien le tocó la cintura y se volvió. Era... ¿Rubén? Habría visto mal al conductor del coche. Fue a saludarle, aunque le veía raro: vestido de oscuro y con la cara casi tapada por completo. Rubén le tapó la boca en cuanto la abrió.
Abrió los ojos. Estaba en ese siniestro coche, atada. Delante de ella, estaban Rubén y otro hombre. No se lo podía creer. Rubén... No... Él no era así, no podía serlo. ¿O quizás sí? Empezó a llorar desesperada y asustada.

 

6 comentarios:

  1. Para los curiosos sobre las apariencias de nuestros personajes: hemos añadido a Peter en http://vidas-unidas.blogspot.com.es/2013/05/personajes_10.html

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  2. Primero: Lo siento muuucho por no comentar antes, pero ya sabes que entre que he estado de vacaciones, luego se me olvidaba y luego el ordenador no se me encendía (Ahora he probado y se ha encendido, no entiendo como), no he comentado. Segundo: Ahora se esta poniendo mas interesante! Sobretodo lo de ruben y violeta...ya veremos en el siguiente lo que pasa! :D Cuando lo subas me avisas que sabes que lo leo aunque no comente porque con el movil no se puede. A ver cuando vamos al aquaola que al final el otro dia no pude ir yo, tengo ganas de veros!! :)

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    1. Gracias, jaj, felicitare a Maria del Mar de tu parte y le dire lo del aquaola.
      Un beso

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  3. ¡Hola, chicas! Ahora que casi es septiembre y ya tengo internet en condiciones he leído los capítulos que había dejado pendientes, y tengo que decir que me encantan :):) Aunque con este último me he quedado un poco a cuadros con lo de Rubén, eso sí que no me lo esperaba... ¡Espero el siguiente con ganas! Un beso :3

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  4. ¡Hola, Miriam! =) Qué alegría volver a verte por aquí ^^

    ¡Nos alegramos de que te gusten! Por lo de Rubén... ¡Ya nos sorprenderá Elena! :3 No te haremos esperar mucho, la semana que viene Elena vuelve de sus vacaciones ¡y vuelve con un capítulo nuevo! Un beso ^^

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  5. ¿Alguien quiere ver a Agustín? ¡Hemos añadido su foto con las del resto de personajes! ¿Qué os parece?

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