martes, 22 de octubre de 2013

Conversaciones

Hola a todos =)

Primero de todo, como circunstancia especial, quería dedicar este capítulo a una persona muy especial.

Porque siempre estás a mi lado apoyándome, porque confías en mí igual que yo en ti, porque me sacas una sonrisa hasta en los peores momentos y siempre sabes cuando estoy mal, por todo y más, te doy las gracias. Que somos como hermanas, aunque no sea de sangre, que siempre estás ahí. Te quiero, hermanita. Sólo quiero desearte un muy muy muy feliz cumpleaños, que tengas muchos más y que te diviertas mucho. Que pasemos muchos más momentos juntas y que disfrutes de tus quince ¡Felicidades!

Mª del Mar


¡Ey Sandra! Soy yo, Elena. Quería saludarte y darte un muy feliz cumpleaños. ¡Que te diviertas!


Y ahora, vamos con tu capitulo, Sandra. Todo para ti:



Conversaciones.










Los beneficios que se pueden sacar de una buena conversación son incontables.






Dani había acompañado a Violeta a su casa, había comido y ahora estaba en la puerta de su casa con sus amigos. Parecía molesto.

-Uf... Tíos, que no puedo ir.

-¿Por qué?

-Es el cumpleaños de mi prima Sandra, ya sabéis, la hermana pequeña de Borja. Y tengo que ir.

-Bueno, no importa. Ya vendrás a la próxima, ¿no? -intentó consolarle Eliot.

-No, tío, no pasa nada no. Que para ti es más fácil: tienes a Espe y a un montón de primos de tu edad; pero yo no, sólo tengo a un montón de primos enanos -es lo que tiene que tus padres zorrearan tan pronto... pensó- y al rato de estar jugando con ellos terminaré aburriéndome un viernes por la tarde. Y justo el viernes en el que íbamos a volver a la discoteca después de tanto tiempo...

-Venga, Dani, no pasa nada. -le dijo Aino- Nosotros vamos contigo. Claro, si tus tíos nos dejan...

-¿En serio haríais eso por mí?

-¿Por qué no? -respondió Estrella- Ya iremos cualquier otro viernes a la disco, ¿no? La cosa es estar juntos.

Daniel sonrió.

-Ahí llevas razón. ¿Y vosotros, -miró a sus amigos- qué decís, chicos?

-Yo me apunto. -respondió Eliot enseñando el pulgar hacia arriba- Además, me cae genial tu family.

-Cuenta conmigo. -dijo solamente Justin.

Daniel sonrió y sacó su móvil del bolsillo. Llamó a Borja y le pidió que lo pasara con sus padres. La madre contestó y Dani le preguntó si los chicos podían venir.

-¡Claro! Total, los conozco desde que eran pequeños, y ya son casi como parte de la familia. Además, seguro que a Sandra le hará mucha ilusión.

Llegaron a la fiesta de cumpleaños. Dani le dio un beso a su prima y le dio su regalo. La pequeña saludó a todos muy contenta.

Sandra tenía cuatro años, el pelo negro y lacio por debajo de los hombros y unos ojos marrones preciosos. Era muy bicho; pero también buena, obediente y cariñosa. Para ella, los del grupo eran unos primos más.

Después de que Daniel jugara un rato con ella, Eliot la cogió en volandas, le hizo cosquillas y la subió a los hombros, mientras perseguía corriendo a sus demás primos. Ainoa se le quedó mirando al lado de Estrella. Pensaba en que ojalá fuera de vez en cuando ella en la que fijara el muchacho su atención. También admiraba lo mono que era mientras jugaba con los pequeños, lo gracioso y carismático que era. Para ella, perfecto; pero nunca sería capaz de decírselo. Nunca le dirigiría un adjetivo más allá de “tonto”, “idiota” o “capullo”. Al rato, Estrella, divertida, también se unió a la juerga, y Dani se acercó a hablar con ella.



Mientras, sin que se dieran cuenta, Justin se había alejado de ellos y se había sentado en una silla alejada del resto de la gente. Teresa, la madre de Borja y Sandra, le vio mientras salía de haber cogido unas bebidas en la casa y se acercó a él. Cogió una silla y la colocó a su lado, sentándose en ella.

-Ey, ¿qué te pasa, Justin? -le preguntó con voz suave- ¿Estás bien? Pareces un poco contrariado... -él miraba al suelo entre sus propios pies, sin pronunciar palabra- ¿Por qué no te acercas a los chicos?

-Es que... No me encuentro muy bien.

-¿Por qué? Venga, cuéntamelo, sabes que puedes confiar en mí. -le apoyó ella cogiéndole una mano con cariño.

-Creo que... Podría decirse que he tenido una pequeña disputa con mi pareja...

-No sabía que tenías pareja.

-¿Te acuerdas de Agustín? -preguntó él como cambiando de tema.

-Sí, por supuesto. El chico que siempre iba contigo y que se mudó a principios de curso para ir a otro Bachiller ¿no?

-Sí. Pues es él.

Teresa se quedó unos segundos recapacitando.

-Entiendo. -contestó acariciándole el pelo con su dulzura característica- Y es también tu mejor amigo, ¿no? -el asintió- Um... Un poco... peliagudo... si le pierdes a él pierdes a los dos.

-Sí...

-¿Y qué os ha pasado?

-Es que... ¡Es que estoy harto de que a veces parezca querer controlar todos mis movimientos! Parece mi padre... Que vale que él piense que juntarme con Peter puede hacerme daño, pero yo creo que ya soy bastante mayor como para poder cuidarme yo solito... ¿no? Además que, no sé, pero no me pareció bien que se gastara un dineral en venir aquí sólo para eso... Seguro que a su hermano también le disgustó. Y... ¡No sé! Supongo que me sentía mal y por eso no le contesté demasiado bien, y ahora me siento mal por ello... La verdad es que no sé lo que me pasa; pero sé que no debí de contestarle así...

-Bien, no te preocupes, Justin. Si se ha cargado tantas molestias sólo para llegar hasta ti porque estaba preocupado, supongo que es porque te quiere, y no dejará que vuestra relación se rompa así porque sí ¿vale? Conociéndote, muy mal deberías de estar para contestarle de mala manera. Pero, de todas formas, creo que deberías hablar con él. Llámale y hablad sobre el tema. Si crees que lo hiciste mal, pídele perdón. Si sientes que es él el que se ha equivocado, hadselo saber. Y, si simplemente te sientes mal, cuéntaselo, que él te lo agradecerá. ¿Vale?

Él asintió y la mujer le dio un beso en la cabeza.

-Muchas gracias, Teresa.

-De nada. Y ahora, vete a divertirte con tus amigos. -le dijo dándole una palmada en la espalda.

Justin se levantó y caminó hacia ellos. A los dos pasos, se giró hacia la mujer.

-Teresa. -ella levantó la mirada hacia él- Gracias por no juzgarme.

Dicho esto, anduvo hacia Ainoa y Daniel.



Dani se había acercado a Ainoa y le había preguntado si ella también había notado a Justin raro. Al rato de estar hablando de ello, el propio Jus se les acercó con una suave sonrisa y les saludó con una mano.



***



-Bueno, por otra parte... quería preguntarte si estás libre.



Jorge tragó saliva y se mantuvo en silencio. Era... una bonita manera pedirle salir después de amenazarle. Y ¿quién no iba a querer salir con él, el chico más deseado por todas las chicas y también por los homosexuales? Pero no, la verdad era que no, él no estaba libre: estaba con Javi.

-No, no estoy libre. Perdón, pero... Tengo novio.

Andrés hizo una mueca.

-Ah, sí, claro. Ése que, según dice todo el mundo, te está ignorando. ¿No? Un buen novio, sí, un bueno novio... -dijo sarcástico.

-Eso no es de tu incumbencia... Además, ¿qué sabrá la gente si me hace caso o no?

-Sí es de mi incumbencia cuando que acabo de pedirte salir. Además, no es sólo lo que diga la gente: yo lo he visto. Ese chico pasa de ti. Se va y te deja tirado sin decir nada. Tienes que admitirlo, aunque te duela: no puedes decir que estés saliendo con Javi.

Jorge apartó la mirada y observó el suelo unos pasos más allá, mientras que Andrés lo miraba y esperaba una nueva respuesta.





***



Justin se desvistió y dejó la ropa en la silla. Al haber ido a la fiesta de cumpleaños en vez de a la discoteca, habían vuelto antes de lo que tenían planeado. Se puso el pijama. Miró el reloj de pulsera. No era demasiado tarde, a lo mejor Agus aún estaba despierto. Y él necesitaba hablar con él ya. Marcó el número. Al poco tiempo esperando, saltó el contestador. No sabía cómo, pero Agustín había grabado mensajes que sólo sonaban cuando llamaba él desde su móvil. Cuando se había ido, había pasado noches llamándole antes de acostarse sólo para poder oír su voz, aunque estuviera grabada en un contestador.

-Hola, cari. Estoy durmiendo, y seguramente soñaré contigo. Te devuelvo la llamada en cuanto me despierte ¿vale? Te quiero, cariño. Hasta mañana. Dulces sueños.

Colgó la llamada y suspiró. Habría que esperar. Subió el volumen al máximo para que, si Agus llamaba, se despertara al instante. Lo colocó en su mesita de noche y se acostó, sabiendo que aquella noche le costaría conciliar el sueño.

Media hora más tarde, escuchó unos pasos conocidos por el pasillo, que venían de la habitación de su hermano. Suspiró para sí. El niño abrió la puerta lentamente y asomó la nariz por ella.

-¿Justin? -él respondió con un sonido de la garganta- Es que mamá y papá ya están dormidos y no me consigo dormir...

-¿No te parece que ya eres muy grande cómo para esto?

-Jum...

Justin sonrió y se levantó. Sacó la cama que había debajo de la suya y cogió unas mantas de la parte superior del armario, poniéndolas sobre ella.

-¿Has vuelto a ver una película de terror? -el niño, de once años, asintió. Justin sonrió- Hay que ver que listo eres...

-Es que mis amigos las ven... Sólo que a ellos después no les dan miedo...

-Claro que sí. -ironizó él- Seguro que ahora todos ellos están igual o más cagados que tú, incluso alguno estará en la cama de su mami. Sólo que ellos no te lo dicen. -el pequeño sonrió- Tú eres valiente, nunca lo olvides. Bueno, y ahora... ¿te apetece dormir? -le invitó señalando la segunda cama.

Él asintió y se acostó. Jus apagó la luz y se metió en su cama, sabiendo que a él también le vendría bien la compañía de su hermano esa noche.



***



La melodía de su teléfono que tenía asignada a la persona que más amaba en el mundo lo despertó de sopetón. Cogió el teléfono enseguida, echando una mirada a que el pequeño no se hubiera despertado.

-¿Sí? -preguntó, olvidándose de quién era la llamada por culpa del sueño.

-Buenos días, príncipe.

No pudo evitar que su corazón empezara a latir ante aquella melodiosa voz. Tenía que hablar muchas cosas con él. Y... allí estaba su hermano para estropearlo todo. ¿Qué hacía si se despertaba?

-Buenos días, Agus. -contestó él- Oye, mira, que está mi hermano aquí y...

-Sí, vamos, total: que te tengo que dejar ¿no? Porque aún no se lo habrás dicho. ¿O quizás era eso lo tan importante que tenías que hacer para dejarme plantado así? No, no lo creo. -sonaba herido. Justin, después de que esas palabras se clavaran en su alma como estacas, no supo que contestar y les sobrecogió un amplio silencio- Pe-pe-perdón, Ju-Justin. -se apresuró a decir Agustín al darse cuenta- No-no no sé por qué coño he dicho eso. No debería.

-No, tranquilo, no pasa nada. Tenías derecho en decirlo.

-No debería.

Nuevo silencio.

-Bueno... ¿para qué me llamaste?

-Ah, sí, Agus... Necesito hablar contigo. -su voz estaba firme y nada descompuesta. Miraba a Antonio por el rabillo del ojo a cada rato.

Escuchó que una puerta se abría al otro lado y dos personas hablaban. El auricular del teléfono estaba tapado, no lo había escuchado.

-Perdona, Justin; pero tengo que dejarte. Ha venido mi hermano a llamarme y tenemos que irnos... Creo que pasaremos todo el día fuera, pero te llamo cuando puedas. O, bueno, mejor cuando tengas hueco mañana llámame. Te quiero, adiós. -dijo rápidamente. Colgó.

-Adiós, Gus... -susurró Justin para sí. Dejó el teléfono en la mesilla, se colocó las mantas y se giró contra la pared. Lloró en silencio.

Al rato, se había tranquilizado un poco, pero las lágrimas seguían surgiendo de sus ojos y tenía la cara roja. Alguien encendió la luz. Escuchó unos pasos y notó la mano de su hermano sobre su hombro.

-Ey, Justin. Buenos días. ¿Cómo estás?

-Estoy bien. -contestó él ocultando el llanto.

Notó que la cama se hundía en el lado en el que estaba su hermano. El chico se tumbó a su lado y le abrazo por detrás con cariño.

-Yo sé que no lo estás. -le dijo- pero tranquilo, si no quieres, no tienes que contármelo. Sólo quiero que sepas que yo estaré aquí a tu lado; aunque sólo sea para consolarte. ¿Vale, tato?

Él asintió.

-Quién dijera que sólo tienes once años... -comentó con una ligera sonrisa.



***



Lunes por la mañana. Toda una alegría, ir al instituto, atender a los profesores... Genial. Violeta no se había despertado de muy buen humor ese día. Mandó un mensaje a los chicos por el teléfono y se dirigió al instituto sola, no tenía ganas de hablar con nadie. La puerta de la clase estaba abierta, así que entró y se sentó en su sitio, por suerte, tanto Emilio como Samanta estaban hablando con sus amigos. Para su desgracia, la chica no tardó mucho en sentarse delante de ella y mirarla.

-Hola, Violeta ¿qué tal estás este maravilloso día de lunes? -ironizó. Ella sonrió.

-Bien, supongo. ¿Y tú?

-Bien. Por cierto, me han dicho que se te quedaron mirando a la salida del viernes ¿no?

-Sí, eso mismo te quería preguntar. ¿Por qué me miraban?

-Bueno... Dicen que ibas con Daniel Segovia ¿no? -ella asintió.

-Sí, ¿y qué problema ahí?

-Bueno, problema ninguno; pero... Es muy llamativo.

-¿Por?

-Bueno, Dani lleva ya años sin salir con nadie y suele ser muy borde con la gente que no conoce. Por eso, todos los que no lo conocen bien, se creen que es un borde y que, por muy guapo que sea, no saldría con nadie. Sobretodo porque lleva sin hacerlo desde hace ya. Y tú eres la nueva, con lo cuál ya llamas la atención, y si encima te ven hablar con el supuesto “borde de Dani” y que bajéis hablando y sonriendo... Creo que seguramente alguno pensó que ya estabais saliendo, y si no que quería ligar contigo. -contestó Sam, que no tenía pelos en la lengua.

-Um...

-Por cierto, así por preguntar. Por curiosidad: ¿hay algo entre tú y él? -preguntó con una sonrisa pícara.

-No. De hecho, yo ya tengo novio.

-Vaya, pues anda que me lo cuentas. -se quejó Sam.

-Mujer, que te acabo de conocer.

Ella sonrió.

-Pues también es verdad.

Violeta decidió en ese mismo momento que no preguntaría a ninguno de los dos por su anterior relación. Por lo que se veía, aquello era cosa del pasado, y nada más; así que no le importaba. Además, ¿qué interés, además de curiosidad, podría tener aquello para ella?



***



Agustín no le había llamado en todo el fin de semana. Seguramente, había decidido que ahora le tocaba a Justin ser el que se preocupara por él. Pero a Jus le daba miedo. Le daba miedo llamarle y equivocarse o mantener una conversación desacertada. ¿Y si no era capaz de seguir las indicaciones de Teresa? Fuera como fuera, no podía esperar ni un día más para llamarle. Primero, porque al final Agus se enfadaría, y segundo, porque necesitaba hacerlo.

Se encerró en su habitación después de comprobar que su hermano y sus padres no anduvieran cerca. Cogió el teléfono, respiró hondo y marcó el número.

-Agus.

-Vaya, Justin... Oye, estoy haciendo deberes de mates y, si no te importa...

-Gus. Necesito hablar contigo. -lo detuvo él antes de que siguiera.

Agustín se quedó parado. Justin notó como cogía aire al otro lado de la línea.

-¿Y...Y...y... ¿Y qué te pasa?

-Bueno, primero a ti. ¿Estás bien? ¿O te pasa algo?

-Perfectamente. Bueno... preferiría, para una vez que voy, haber pasado más tiempo contigo; pero...

-Ya. No debería de haberte contestado así. Lo siento, Agus, de verdad que lo siento. No sé que me pasó... Supongo que simplemente no me encontraba bien. Perdón, de verdad.

-No-no importa. ¿Y tú, cómo estás?

-Echándote de menos. Pero de verdad que te rogaría que no vengas cada vez que me notes un poco mal ¿vale? A no ser que pirenses que de verdad verdad verdad lo necesite. No tienes dinero como para gastartelo en venir aquí cada vez que tenga un pequeño problemilla. ¿Vale?

-Vale. Me parece bien. Y seguro que a mi hermano también...

-¿Te ha regañado?

-No, le pedí permiso antes de ir.

-Bien. Mejor.

-Sí. Pero la verdad es que le extrañó mucho que volviera tan pronto...

-No me sorprende...

-Y ahora, ¿puedes contarme qué te pasa? Y no me vale que me digas “nada”, porque hace nada me estabas diciendo que si contestaste así era porque te sentías mal.

-Ya... Cagadón, cagadón.

Agustín sonrió.

-Venga, cari. ¿Qué te pasa?

-Na... Sólo es que... Supongo que ya estoy harto de que la gente me defraude, creo que no debería de volver a esperar más de la gente. Como con Peter: me aseguró que iba a cambiar e hizo todo lo contrario. Además, tampoco es que me haga mucha gracia que tú hagas el papel de padre. Que ya tienes el papel de novio y mejor amigo ¿no te parece bastante con dos? No seas avaricioso, hombre.

Agustín sonrió a la broma. Justin tenía razón en que lo protegía demasiado; pero era sólo porque tenía miedo a que le hicieran daño. Ya lo había visto sufrir bastante.

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