Hasta la persona más sencilla esconde algún secreto detrás de sí.
Violeta
estaba en clase, con la cara apoyada sobre una mano, aburrida. Una
pequeña pelota llegó rodando al lado de su mano derecha por la
mesa. Era la pelotita con la que Emilio había estado distrayéndose.
Le miró, él la miraba. Violeta le sonrió y él le devolvió la
sonrisa. Le pasó la pelota.
-Qué
aburrimiento. -le dijo mientras lo hacía.
-Ya
ves... qué pestiño de Historia. -se quejó él.
-De
verdad... Es decir, a mí la Historia normalmente me gusta; pero es
que con esta profesora no hay quien pueda.
-Uff,
en serio.
Al
final consiguió pasar la clase un poco más amena conversando con el
muchacho.
***
Justin
miró a Peter, que estaba sentado en el mismo sitio de siempre, en la
clase. No parecía estar de muy buen humor. Se acercó a él y el
muchacho puso mala cara en cuanto lo notó. Aún así, no se rindió.
-Ey,
Peter, ¿estás bien?
-Perfectamente.
-¿Seguro?
-¿Te
importa?
-Supongo
que no... ¿Y tu primo, qué tal se encuentra?
-No
lo sé.
-¿Cómo
que no lo sabes?
-Mi
familia ya no me habla...
-Ops.
Espero que se encuentre bien.
-Ya,
y yo.
Sonó
la campana y Peter se levantó con rapidez para darle la espalda y
pasar de él.
-Espera,
Pedro. -le pidió cogiéndole del brazo.
-No
me llames Pedro. -refunfuñó él.
-Y...
¿por qué?
-He
decidido enterrar a Pedro. No quiero volver a verle ni a saber nada
de él.
-¿Por...
por qué?
-Mi
vida es mucho mejor siendo el capullo de Peter.
-Pero
si has dicho que Peter es un capullo...
-Para
los demás; pero no para mí. Así que déjale en paz.
-¿Por
qué no quieres ser Pedro, Peter? ¿Cómo era Pedro? ¿Qué tenía él
para preferir mejor a Peter y no querer volver a ser como antes?
Peter
no contestó.
-Por
favor, Peter, ¿cómo era Pedro?
-Pedro
era un buenachón que daba su vida por hacer feliz a la gente. Pedro
era un débil muchacho que anteponía siempre las necesidades de los
demás a las suyas propias, que se preocupaba por todo el mundo antes
que por él y esperaba cosas de la gente, confiaba en ellos. Pedro
era el chico bueno y pringado que ayudaba a todo el mundo sin obtener
nada a cambio, sólo ignorancia. Era un humilde y sencillo muchacho
que pensaba que la felicidad podía encontrarse en uno mismo o en
unos pocos de al rededor; aunque a los demás le importaras un
carajo. Ése que ayudaba a todo el mundo antes que a sí mismo...
-volvió a repetir- Y así fue como terminó mandando su vida a la
mierda. Como haces tú, así que te aconsejo que pares de ser así si
no quieres terminar como él.
-No
pudo ser tan malo...
-Pues
lo era.
-Yo
estoy bien así.
-Tú
has tenido suerte.
-Y...
¿decidiste cambiar? ¿Así, sin más?
-Más
o menos sí. Un día me di cuenta que todo era mejor en el mundo de
los populares, que las personas que miran siempre para su propio bien
al final son siempre las que ganan aplastando a los que se agachan
para ayudarles. Que te tratan mejor por hacer cosas malas, llamas más
la atención y te sientes mejor; mientras que si los ayudas nadie te
lo agradece y se olvidan de ti. Y decidí cambiar. No sé si te
acuerdas; pero ese cambio lo di en primero.
-Sí,
es verdad. Me acuerdo. Cambiaste mucho en un día, o un fin de semana
quizás. Un puente... no lo sé; pero así de repente. A todos nos
pareció muy raro; pero estabas tan cómodo y tan seguro de ti mismo
que acabamos creyendo que siempre habías sido así, sólo que hasta
entonces aún estabas adaptándote.
-Ya.
Bueno, adiós, me voy.
-Espera,
Peter.
-¿Qué
quieres! Déjame, ¿vale? Déjame en paz, y no me hables. Porque
Peter es de los que pasa por encima de los que son como tú. Ya te
devolví tu favor, y ahora vete. Vete y déjame en paz de una vez. Ve
con tus amigos y dale la murga a ellos si es que eso es lo que
quieres.
Peter
se fue dejándolo allí plantado, con un millón de pensamientos
llenando su mente. ¿Podría creerse todo aquello que le había dicho
o sería una de sus mentiras? No lo sabía; pero, por el momento,
parecía que sería mejor dejarlo en paz si no quería que se
enfadase. No parecía estar muy estable emocionalmente.
***
Ainoa
abrió la puerta de la habitación. Su hermano, Robin, estaba sentado
en la mesa con el ordenador delante. El chico dio un respingo al oír
abrir la puerta y minimizó la ventana rápidamente. Ainoa sonrió.
-¿Qué
veías para que yo no pudiera verlo? -le preguntó.
-Um..
No, nada, nada importante.
-Ya...
-se puso detrás de él a echar un vistazo; pero sólo consiguió ver
que estaba en el Tuenti- ¡Ey! ¡Espera un momento! Yo me había
dejado el Tuenti encendido ¡no me abrás estado cotilleando,
¿verdad?!
-No,
no, no, tranquila. Es decir, sí que he utilizado tu cuenta; pero
sólo porque vi una foto en tus contactos a la que me parecía
conocer y he entrado para poder ver bien la foto; ya que desde mi
Tuenti no puedo sin agregarla a amigos.
-Ya...
¿Y quién es ese “alguien”? ¿No será alguien que te guste,
verdad? -dijo ella pillina- Si es así; sabes que siempre puedes
decírmelo y quizás yo pueda ayudarte...
-Ya,
claro, claro. -ironizó él- No, era alguien sin importancia. Al fina
no la conocía.
-Um...
Pues si tan poca importancia tiene ¿a ver? -pidió alargando la mano
hacia el ratón.
-Quita.
-contestó él empujándole con el hombro- Además, si es cierto que
tú podrías ayudarme a ligar con una chica; ¿por qué no me lo
pides tú a mí con los míos? Tiene que gustarte alguno, están
mucho mejor que los tuyos. Así se nota que tengo mejor gusto para
juntarme con la gente que tú.
-Pues
no. -se quejó ella sacándole la lengua. Él sonrió.
Robin
cogió el ratón y cerró la ventana sin maximizarla antes, de forma
que la chica no pudo ver nada. Se levantó y se dirigió a la puerta.
-Anda,
es todo tuyo.
-Vale.
¿Seguro que no era nada?
-Y
dale, que no, pesá.
Cuando
ya iba por el pasillo, cayó en la cuenta: el historial. Su hermana
podía pillarlo realmente fácil si se lo proponía. Volvió a la
habitación aparentemente tranquilo.
-Oye,
acabo de acordarme que tengo que buscar algunas cosas para la
universidad. ¿Me lo dejas un momento, porfa?
-Claro.
-Ainoa se levantó y le dejó sentarse. Él notó que no se iría
pronto.
-Creo
que voy a tardar más tarde; así que mejor baja a abajo y ponte a
ayudar a mamá o a hablar por el Whatssap para que no te aburras.
Ella
se encogió de hombros.
-Vale.
En
cuanto la escuchó bajar las escaleras, abrió el Internet y el
historial. Cliqueó la última página, que se abrió el momento.
Observó por última vez la imagen de la chica que se abrió ante él,
cerró la página y borró el historiar. Ahora tendría que hacer
tiempo para que su hermana no sospechara nada.
***
Estrella
estaba rebuscando en el bolso de su hermana para coger los cinco
euros que la muchacha tenía que devolverle cuando encontró algo que
nunca habría querer ver entre los aposentos de su hermana... Ni en
los de Damián, porque supuestamente tendrían que usarlo juntos...
Sacó rápidamente el dinero y cerró el bolso, intentando desterrar
de su mente las imágenes que ese objeto le sugería. Se tiró en el
sofá e intentó pensar en otra cosa sacando el móvil. Sin darse
cuenta, acabó entrando en la escondida carpeta en la que tenía esas
fotos tan bien guardadas. Las fotos de su príncipe azul, aunque sólo
fuera platónico.
Suspiró
mirándole. Era tan perfecto para ella. Ainoa, que aunque lo conocía
no sabía que le gustara a Estrella, le encontraba mil y un defectos;
pero también mil y un cualidades. Fuera como fuera, para Estrella
todo lo suyo era bueno. Porque le hacía ser tal y como era. Le hacía
ser él.
***
-Pues
¿sabes qué? -le dijo Eliot. Estaban ambos solos.
-¿Qué?
-contestó Daniel.
-Yo
creo que deberías pedirle salir a Violeta cuanto antes. No vaya a
ser que, cuando te decidas, Rubén ya le haya pedido casarse.
-Uf...
Hay que ver qué pesado eres.
-¿Qué?
Si es verdad...
-A
ver, Violeta tiene novio y ya-es-tá ¿vale?
-¡Pero
si te gusta!
-Bueno,
¿y qué? Pero ella lo quiere así y es feliz ¿no? Pues déjala en
paz. Mientras ella sea así feliz, no pienso hacer nada.
-Bueno,
pues si tú lo dices. -le contestó él poniéndose las manos detrás
de la cabeza y mirando hacia el cielo- Haz lo que quieras.
-¿Y
tú? ¿Qué harías? -le preguntó Dani.
-¿Yo?
Pues... No sé, la verdad es que no lo sé. Nunca me he visto en la
tesitura. Supongo que como nunca me ha gustado así de verdad
nadie... no podría saberlo. Además, no es por nada, pero yo os veo
a vosotros con tantos quebraderos de cabeza, que empiezo a no saber
qué le veis de bonito -se rió-. No, es broma. Pero, en respuesta a
tu pregunta la verdad es que no lo sé. Supongo que ya te lo diré
cuando me vea en la situación.
-Estoy
deseando verlo.
***
Agus
tenía un nudo en la garganta y le daba vueltas a la cabeza
continuamente. No había podido quedarse preocupado. Ese chico...
Peter, sabía que era muy fácil que le hiciera daño. Y el hecho de
que Justin le hubiera dicho que pensaba hacer lo que le diera la gana
lo preocupaba aún más. ¿Y si le hacía daño y él no estaba allí
para ayudarlo? ¿Qué haría él entonces? ¿Cómo lo defendería
estando cada uno en una ciudad distinta? Sabía que Justin tenía que
aprender a defenderse y a cuidarse por sí mismo; pero él estaba
demasiado acostumbrado a ser él el que lo defendiera y estuviera a
su lado. No era capaz de imaginarse que a Justin le pasara algo y él
no hubiera podido hacer nada por evitarlo, por mucho que fuera
causado por la distancia que los separaba. ¿Y si el imbécil de
Peter lo hería? Lo perseguiría hasta el mismo infierno si eso
pasara, estaba seguro.
La
pierna le temblaba casi con violencia. Había estado nervioso desde
que Justin colgó el teléfono al día anterior, y cuantas más
vueltas le daba a la cabeza más agravaba su preocupación. Deseaba
que Justin estuviera bien, deseaba poder estar allí para ayudarle
por si algo pasaba.
No
se fiaba de Peter ni un pelo.
***
Jorge
caminaba hacia el lugar en el que le había citado el chico rubio.
¿Que querría el muchacho? Esa pregunta se repetía una y otra vez
en su mente, sin cesar. Y no se le ocurría nada, o bien se le
ocurrían mil respuestas de forma que no le daba tiempo a analizarlas
todas. Estaba nervioso, muy muy muy nervioso. Y aquella pregunta
rebotaba una y otra vez con las paredes de su cerebro, sin querer
salir de allí ¿que querría, para qué lo habría citado?
Enhorabuena por el blog, tienes un nuevo seguidor..
ResponderEliminarte invito a visitar mi blog Las Gangas de un Berubyano y participar en el sorteo que tengo!!
JELOUUUU
ResponderEliminarOtra vez me he tirado media vida sin comentar y te dejo que me mates lenta y dolorosamente. Por donde empiezo? Me encanta vuestra historia, y este capítulo probablemente sea mi favorito, o uno de mis favoritos. Lo de Jorge...CHAN CHAN CHAAAAAAN no se sabe. Lo de Peter...pobrecillo si es tontico que le vamos a hacer, yo habría pasado de el hace mucho. Que mas...ah si! Sigo pensando que Eliot y Ainoa van a acabar juntos, a que esperas eh? Jaja
Bueno me voy a estudiar mates y a hacer el collage de plástica -.-
Adioooooooos :)
Morirás entre terribles sufrimientos ;P jajaja
Eliminar¡Gracias!
Sí, dentro de nada sabremos qué le pasa a Jorge con el capítulo de Elena.
¡Pobre Peter! jajaja
Deja a Eliot y Ainoa en paz, que están muy bien como están ¬¬ jajaja
Suerte!!
Bye :)
Me gusta cada vez más. Os vais superando
ResponderEliminar¡¡Muchísimas gracias!! =)
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