viernes, 15 de noviembre de 2013

Mentiras



Es difícil pararse a pensar que a lo mejor te estás fiando de la persona equivocada y la realidad del mundo que tú creías es todo mentira.


Justin pensaba tumbado en su cama mientras miraba al techo. Acababa de estar hablando por Whatssap con Agustín. Aquel chico no se dormía tranquilo si no hablaba con él antes de acostarse. Le encantaba. Era tan adorable.
La imagen de Peter (antes de su tinte de pelo, que suponía para Justin una nueva máscara para esconder su verdadero “yo”) revoloteó una última vez por su mente. Pensaba si la terapia de choque que había usado con él el día anterior habría servido para algo. Bah, da igual se dijo si ha servido que sea él el que venga a buscarme a mí o a cualquier otra ayuda. Y si no, ya puede irse a la porra. Que haga con su vida lo que quiera, yo ya lo he intentado. Y sigo sin creerme lo que dijo. Peter no puede ser tan cruel. No puede... hay algo escondido en su interior. Lo sé, lo presiento. Pero si él no quiere sacarlo al exterior, allá él. Yo tengo cosas mejores en las que preocuparme. Mi... Agus, por ejemplo. Apagó la luz y cerró los ojos, pensando en su eterno ángel de la guardia, ése que en aquellos momentos dormía pensando en él.

***

Cuando Violeta llegó a clase se sentó en su sitio y miró al rededor. No vio a su compañero de pupitre por ningún lado. Llegó el profesor y Emilio todavía no había llegado. Sería un día poco entretenido, ya se había acostumbrado a su compañía y a que le amenizara un poco las clases. A tercera hora, el profesor les ordenó que se pusieran por parejas para hacer un trabajo de clase. ¡Genial! Justo el día que estoy sola...
-Pst. -se giró hacia delante. Samanta la llamaba- ¿Quieres ponerte con nosotras? Podemos pedíselo al profe, ya que estás sola.
Violeta asintió agradecida y pronto pudo sentarse con Sam y su compañera, que era también la mejor amiga de ésta. Cuando ya estaban terminando el trabajo, empezaron a hablar, pasando de un tema a otro. Entonces Violeta se acordó de que habían dejado una conversación a medias el día anterior.
-Oye, Sam.
-Dime.
-El otro día, me dijiste que te preocupaba el que yo pudiera gustarle a Dani. ¿Por qué?
-Bueno... Violeta, creo que esto no te va a gustar... -intercambió una mirada con su compañera e hizo una mueca. Bajó la voz- Dani es un putón. Se ha liado ya con muchas chicas de este instituto, y luego siempre es él el que las dejas. Creo que las únicas amigas con las que ha hablado con las que no se haya liado después es con sus dos amiguitas esas... Aunque bueno, quién sabe, porque yo alguna vez le he visto toquetearse mucho con Estrella...
Violeta se quedó anonadada, con la boca abierta y los ojos como platos.
-¿Qué dices? -cambió la mirada a la segunda chica- ¿Estás segura?
Las dos asintieron.
-Sí, Violeta. Lo siento pero sí. -respondió Sam- Es normal que delante de ti finjan, sobretodo si saben que Dani está coladito por ti... -sonó la campana- En fin, Vio, cuídate. Y mejor que no te acerques mucho a él sola, ¿eh? Hasta luego.
Violeta tragó saliva. Siempre pasaba el recreo con ellos, aunque le hacía sentirse una acoplada, no tenía otra cosa que hacer hasta que no se hiciera más amiga de los de su clase. Pero... ¿qué hacía ahora? No podría comportarse con Dani allí como siempre... Y tampoco podía asegurarse de si era verdad, ¿Qué iba a decirle, “Dani, he escuchado por ahí que eres un putón, es verdad”? No, no podía... Era demasiado increíble como para creérselo; pero la verdad era que no conocía a esos chicos de nada, y tenía sentido que se comportaran tan bien con ella si ese era el propósito de su amigo...
***

Estrella y Ainoa caminaban hacia la clase de Violeta hablando sonrientes. Se pararon delante de la puerta, la gente ya estaba saliendo por ella. Vieron a una pelirroja, a la que no tenían mucho cariño que digamos, salir, bajando la mirada al verlas, e irse con otras chicas. Siguieron esperando a Violeta entre risas. Estaban contentas ese día, cada una tenía sus propios motivos para estarlo. Salió de la clase con el bocadillo entre las manos. Le temblaban las manos ligeramente, parecía nerviosa. Se acercaron a ella y Ainoa le pasó un brazo por detrás de la espalda con cariño.
-¿Qué, acabas de tener un examen?
-Sí, eso mismo. -mintió ella.
-Tranquila, seguro que lo aprobarás. -la reconfortó Estrella.
-Estrella tan optimista como siempre... -comentó Ainoa. Su amiga le lanzó una mirada y ella le sonrió- Los chicos están hoy en la puerta del gimnasio está lloviendo y hace más calor allí. -le explicó Ainoa- Vamos.
Violeta asintió y fue con ellas. Estuvo a punto de contárselo para que ellas le dijeran la verdad; pero en cuanto imaginó a Estrella liándose con Daniel se le formó un nudo en la garganta y se calló. No estuvo atenta a la conversación que las dos chicas mantenían en ningún momento. Estaba sumida en sus propios pensamientos. Llegaron a la antesala del gimnasio. Justin estaba apoyado en un pequeño saliente de la pared mientras comía su bocata. Eliot estaba sentado en una mesa gigante que había sobrado de la sala de tecnología y Dani se apoyaba en ella, quedando de pie a su lado. Violeta miró a Justin, cuya cara parecía delatar que recordaba algún buen momento ocurrido allí antaño.
-¿En qué piensas? -le preguntó.
-Han reformado esto desde que nosotros llegamos aquí. -respondió él- Bastante, la verdad.
-¿Y eso te tenía tan sumido en tus pensamientos?
Justin sonrió y se acabó el mordisco de su bocadillo. La miró a los ojos, sin poder reprimir una pequeña sonrisa.
-Fue aquí donde di mi primer beso. -reconoció.
Violeta pensó por primera vez que, según lo que le había contado Sam, ese beso habría sido con otro chico. La verdad era que le dolía tener que enterarse por terceras personas. ¿Tan poco confiaban los chicos en ella? Así que sólo asintió y siguió comiendo mientras escuchaba la conversación de los chicos. Como siempre, Justin era el que menos hablaba menos para dar alguna opinión importante o gastar una bromilla. Estrella fantaseaba, Ainoa le quitaba las fantasías de la cabeza a mazazos de realidad, y Dani y Eliot reían y hablaban con normalidad. Era un grupo bastante peculiar. De los pocos grupos, seguramente, que hubiera en un instituto fundados por chicos y chicas sin que ninguno de ellos estuvieran saliendo. A no ser, que Sam volviera a tener razón. Bufó en silencio, no podría aguantarlo más. Miró su reloj. ¡Sólo habían pasado unos míseros cinco minutos! Tendría que aguantar sin saber si era verdad o no... Porque tampoco pensaba que, de ser verdad, ellos se lo dijeran.
-Oye, chicos, tengo que contaros algo. -había hablado sin pensar, por un impulso. Deseó que no le hubieran escuchado; pero qué va: todos se habían callado y fijaban su atención en ella sorprendidos.
-¿Qué pasa, Violeta? -le preguntó Dani con algo de dulzura, preocupándose por ella. Sus bonitos ojos se hundieron en los de ella.
Joder macho, no me hagas esto aún más difícil...Pensó ella. Aún así, cogió aire y habló. Les contó todo, lo que le había contado durante los dos días. Que Justin era gay, Daniel un putón, los posibles rollos entre él y las chicas...
Ainoa, que se hallaba ahora al lado de Eliot sobre la mesa, tenía la cara cada vez más roja. Pero Violeta, que miraba al suelo mientras hablaba, no se dio cuenta.
-¡Será capulla la serpiente, perra malvada, pelirroja asquerosa, hija del demonio! -estalló saltando de la mesa, haciendo que Violeta levantara la mirada hacia ella, perpleja.
-Tranquilízate, Aino... -casi le ordenó Eliot, que ahora miraba al suelo tocándose el pelo.
-¡¿Cómo quieres que me tranquilice?! ¡¿Tú has escuchado lo que nos ha dicho la puta celosa esa?!
-Pues si es sólo una “puta celosa” no veo por qué te importa tanto lo que diga o piense... -respondió él.
Violeta observó al resto del grupo. Aún estaba muy pillada por la reacción de Ainoa, que siempre se mostraba muy tranquila. Daniel tenía la mirada perdida, su rostro no dejaba ver ninguna emoción. Estrella, cerca de éste, estaba nerviosa observando Ainoa, que seguía con la cara roja. Eliot miraba a Ainoa con seriedad, sentado aún sobre la mesa, intentando que se calmara. Justin, en la misma posición que cuando habían llegado, se mordía el labio inferior. Eliot bajó de la mesa y sujetó por ambos hombros a Ainoa, llevándola de nuevo a sentarse sobre la mesa.
-¿Tranquilízate, quieres? Todavía tenemos que explicárselo todo a Violeta.
Ella no respondió; pero se quedó quieta en el sitio. Violeta, sentada en las escaleras, pasaba la mirada de unos a otros sin saber qué hacer. Eliot volvió a sentarse y Violeta notó su mirada clavada en ella. EL semblante del chico estaba totalmente serio. ¿Eliot, serio? Joder. Mal vamos. Violeta miró a Justin buscando una mirada reconfortante, ya que él siempre estaba allí para todos; pero éste miraba a sus amigos con la cabeza baja sin parar de morderse el labio inferior. No obtendría su ayuda de necesitarla. Y todo este nerviosismo le hacía pensar que era verdad, excepto por las palabras de Ainoa...
-Escúchame, Violeta. -llamó su atención Eliot. Ella asintió mirándole- Supongo... Que tendremos que explicarte todo esto.
-Sam es la exnovia de Dani. -le cortó Ainoa.
-Sí, eso ya lo sabía... -respondió ella.
-Y es una puta celosa de mierda. -terminó la chica.
-¿Qué... ¿Qué quieres decir?
-Mira, Violeta. -continuó Eliot, intentando que su amiga, que estaba a punto de saltar de nuevo, se tranquilizase- empecemos por Dani. El chico sólo ha salido con Sam hasta el día de hoy. Y, que yo sepa, Estrella nunca se liaría con él. -dijo esto último alzando los ojos y mirando a la aludida.
-¡Blagh! ¡No, por Dios! ¡Qué asco! -exclamó ésta.
-¡Oye! -se quejó Daniel ofendido.
-¿Qué? Ay, perdón, que no es por ti... Es sólo que somos como hermanos, Dani, entiéndeme: no podría salir contigo...
-Ya, claro. -contestó él.
-Jo, tío... Si ya has tenido novia alguna vez, tampoco estás tan mal... -intentó enmendarse ella.
Eliot se sonrojó y miró al suelo. Daniel lo notó en seguida.
-Sí... ¡Al contrario que Eliot!
Los demás se rieron, menos Violeta, que sólo observaba intentando asimilar si decían la verdad.
-Oye, “hermanitas”, que vosotras tampoco habéis salido todavía con nadie ¿eh? No os metáis.
-¿Que tú no has salido todavía con nadie? -volvió a sorprenderse Violeta.
-No, ¿por qué?
-Joder... Pues no me lo imaginaba.
-Con Violeta ya estamos empatados los que hemos tenido por lo menos un novio a los que no. -les picó Dani, que parecía querer olvidar el conflicto anterior.
-Bueno, -reanudó el tema Eliot- em... ¿qué más te había contado?
-¡Que no, contre! -saltó de nuevo Ainoa- Si todo esto es mucho más fácil. Mira, Violeta: -clavó sus ojos en los de ella- todo lo que te haya contado, olvídalo. Porque es mentira. ¡Seguro! Y más si es sobrenosotros. Y ahora, yo me voy a contarle las cuarenta a esa sucia arpía. -dicho esto, saltó de la mesa y los bordeó para subir a paso rápido por las escaleras. Todos se quedaron con los ojos abiertos.
-¡No, Ainoa! -exclamó Eliot.
Salieron corriendo detrás de ella; pero les llevaba la ventaja de la sorpresa y de saber a dónde se dirigía. Por suerte, no era la única: Estrella pudo coger el atajo para alcanzarla. La sujetó del brazo cuando estaban a pocos pasos del grupo de Samanta.
-No, Ainoa. Estate quieta.
-¿Cómo voy a estarme quieta? Qué quieres, ¿que le dee seguir haciendo lo que quiera e inventándose sobre nosotros lo que le dé la gana? ¡No tenía ningún derecho a decirle eso sobre tú, Dani o Justin! Por muy verdad que fuera esto último -añadió bajando la voz. Le ardían los ojos y las palabras.
-Pero tampoco va a pasarnos nada...
-Oh, claro que no. Cuando eres tú pase lo que pase nunca pasa nada. -se soltó de su agarre y dio dos grandes zancadas a las muchachas.
-¡Oye, tú! ¡Pelirroja pelo-zanahoria! -tronó.
Las chicas se apartaron y Samanta le devolvió una mirada cargada de odio. Entonces aparecieron los demás corriendo por el pasillo y vio a Violeta entre ellos con el rabillo del ojo.
-Vaya, hola, Ainoa. ¿Puede saberse si he hecho algo que pudiera molestarte? Si es así, quiero pedirte perdón. -contestó con fingida dulzura.
-¡No me seas falsa que me das asco! ¡Sabes perfectamente lo que has hecho!
-Pues... No me acuerdo de que haya hecho nada que pueda tenerte a ti así, Ainoa, con lo simpática que eres...
-Te mataría ahora mismo si no fuera por estar en un edificio lleno de profesores ponedores de partes.
-Pues hazlo, lista. -respondió ella, calléndose su máscara de inocencia por los suelos.
Ainoa le dirigió una sonrisa un tanto maliciosa.
-No tenías ningún derecho a contarle todas aquellas cosas a Violeta. -la acusó- Y más sabiendo que eran mentira.
-¿Ah, sí? -dirigió la mirada a la anteriormente mencionada- Pues lo siento, Violeta, si lo hubiera sabido nunca te lo hubiera dicho. -volvió a mirar a su contrincante- Pero la verdad es que tengo fe ciega en ello.
Los chicos miraban sin saber qué hacer. El grupo de Samanta se había disipado, y ya sólo quedaba la mejor amiga de ésta.
-¡¿Qué...?! ¡Te partiría la cara! -se arrojó sobre ella y Estrella se abalanzó a sujetarla, justo a tiempo.
-¡Quítate de en medio, Estrella! -le ordenó su amiga.
-Te la vas a cargar... -le avisó ella.
-Anda, sí, vete a tu mundo de rosas y déjanos esto a las niñas mayores. -le dijo Sam, que miraba a Ainoa con odio. Estrella hizo una mueca, algo inusual en ella; pero no se apartó de Ainoa hasta que esta no se hubo tranquilizado.
-Ey, ey, ey ¿qué pasa aquí?
Todos volvieron la mirada al que había hablado. Cómo no, aquél que siempre andaba metiéndose en todos los fregados y dos de sus amigos. Peter.
-Nada que te importe, so metomentodo. -le respondió Ainoa.
-¿Cómo que no? Claro que me importa, no quiero liarme con alguien que tenga un ojo amoratado. -dicho esto dirigió una sonrisa pícara a Samanta, que sonrió levemente.
Daniel abrió los ojos como platos.
-¿Ahora te lías con él?
-¿Por qué, estás celoso?
-Claro. De ti. -ironizó él- Porque vamos, no voy a estar celoso de él por poder liarse cuando le entren ganas con alguien como tú; pero que tampoco soy gay, así que no sé de qué voy a estar celoso.
-Claro que no, si tú tienes a estas dos guarras para satisfacerte tus deseos, ¿no? Y a saber a cuántas tendrán tus amiguitos, para que luego digáis.
Las dos chicas se abalanzaron sobre ella y Peter se fue riendo. Eliot y Daniel se acercaron corriendo mientras las cuatro chicas (la amiga de Samanta se había unido a protegerla) se peleaban. Eliot sujetó con fuerza a Ainoa y la alejó de allí con esfuerzo, mientras Daniel hacía lo propio con Estrella.
-Espero que sea la última, Samanta, o conseguirás cabrearme. -le advirtió Eliot antes de alejarse cogiendo a su amiga.
-Adiós, Samanta. -se despidió Dani cogiendo a Estrella y llevándosela a rastras.
Justin se encogió de hombros, miró a Violeta y la invitó a ir con ellos pasándole un brazo por encima de los hombros.
Volvieron a reunirse en un hueco que encontraron libre (al llover estaban casi todos apelotonados dentro del edificio). Mientras ellos llegaban, los chicos casi habían conseguido tranquilizar a las dos muchachas. Ainoa estaba roja como un tomate y Justin sonrió para sí, sólo él sabía que había una razón más fuerte que el enfado para que estuviera colorada: Eliot la había cogido; aunque fuera sólo para apartarla de la pelea. Violeta escuchó toda clase de improperios con la que ya no sabía si podría volver a hablar, con lo bien que le había caído... Siempre igual, terminas por saber si puedes fiarte de alguna sola persona en toda la faz de la Tierra. ¿Y si eran los del grupo los que no eran de fiar? Puf, no tenía ni idea, pero su corazón le decía que permaneciera con ellos, y ciertamente era lo único que tenía.
Al rato, se quedó mirando a Daniel, que ahora que ya no tenía que tranquilizar a las muchachas miraba al suelo mientras se apoyaba en la pared, y un pequeño mechón de pelo le cubría los ojos.
-Oye, Dani...
-Dime.
-¿A ti no te ha molestado lo que ha dicho de ti?
-La verdad, me ha dolido más que tú la creyeras. Pero bueno, no es tu culpa, tampoco nos conoces demasiado. -sonó la campana- Adiós, nos vamos a clase.
Violeta se quedó un poco parada. En eso no había caído ella... y era verdad que Dani parecía dolido. Pobre, con todo lo que me ha ayudado sin ni siquiera conocerme...

***

-Estás loca. -le llegó el Whatsapp de Justin.
-¡Que no! ¡Joa, Justin, ¿tú la has escuchado?! ¡Ha dicho que Dani y Eliot son unos putones!
-Anda... ¿Ves? -desde su habitación, el muchacho sonrió pícaro- Ya sé por qué te has enfadado de pronto tan de repente... ¿No has podido evitarlo al imaginarte a Eliot liándose con otra, eh?
Ainoa se sonrojó de nuevo.
-No es eso.
-No, qué va. -contestó con sarcasmo.
-Aún así... Enfadarme tanto como para llegar a intentar pegar a alguien no es muy normal en mí...
-Estás enamorada. Nunca se es normal cuando estás enamorada, y ni tú misma te entiendes.
-Si tú lo dices... Supongo que tienes más experiencia.
-Ajá. A mí en cambio me preocupa más Estrella. Lo normal sería que intentara pararte o que se quedara sin saber que hacer o apartada conmigo, no que se uniera a la pelea.
-Ya... Creo que a lo mejor le ha dolido bastante que le dijeramos niña pequeña (y sólo porque es muy inocente y risueña... La verdad es que parece que tenga pensamientos de niña pequeña).
-Los niños serán los primeros en llegar al paraiso.
-Ya empezamos con tus ñoñerías.
-Jajaja. No sé; pero si es más feliz así, ¿qué problema tiene?
-Que la realidad le golpeará con un buen golpe en la cara.
-Pues en ese caso nosotros estaremos ahí para conseguir que la esquive.
-¿Estás seguro?
-Yo creo que sí.

***

Peter se quedó mirando el atardecer desde el tejadillo. Los rayos se reflejaban en su pelo negro haciendo que pareciera claro de nuevo. Se estaban colando en un edificio abandonado para hacer vanguardismo con unos amigos, y él se había quedado allí parado mirando el precioso atardecer, dejándose llevar por sus pensamientos. Se preguntaba por qué plagaba su vida de tantas mentiras día tras día; por qué todo a su al rededor era una gran mentira. Acabó por contestarse que aquello era porque las mentiras eran mucho mejores que las verdades que la vida le ofrecía.
-¡Ey! ¿Piensas quedarte ahí a que te pillen? -llamó la atención uno de sus colegas.
-¡No, ahora mismo voy! -le respondió él.
Miró por última vez el atardecer y saltó la tapia.
 

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