Es difícil pararse a pensar que a lo mejor te estás fiando de la persona equivocada y la realidad del mundo que tú creías es todo mentira.
Justin pensaba tumbado en su cama
mientras miraba al techo. Acababa de estar hablando por Whatssap con
Agustín. Aquel chico no se dormía tranquilo si no hablaba con él
antes de acostarse. Le encantaba. Era tan adorable.
La imagen de Peter (antes de su tinte
de pelo, que suponía para Justin una nueva máscara para esconder su
verdadero “yo”) revoloteó una última vez por su mente. Pensaba
si la terapia de choque que había usado con él el día anterior
habría servido para algo. Bah, da igual se
dijo si ha servido que sea él el que venga a buscarme a mí
o a cualquier otra ayuda. Y si no, ya puede irse a la porra. Que haga
con su vida lo que quiera, yo ya lo he intentado. Y sigo sin creerme
lo que dijo. Peter no puede ser tan cruel. No puede... hay algo
escondido en su interior. Lo sé, lo presiento. Pero si él no quiere
sacarlo al exterior, allá él. Yo tengo cosas mejores en las que
preocuparme. Mi... Agus, por ejemplo. Apagó
la luz y cerró los ojos, pensando en su eterno ángel de la guardia,
ése que en aquellos momentos dormía pensando en él.
***
Cuando
Violeta llegó a clase se sentó en su sitio y miró al rededor. No
vio a su compañero de pupitre por ningún lado. Llegó el profesor y
Emilio todavía no había llegado. Sería un día poco entretenido,
ya se había acostumbrado a su compañía y a que le amenizara un
poco las clases. A tercera hora, el profesor les ordenó que se
pusieran por parejas para hacer un trabajo de clase. ¡Genial!
Justo el día que estoy sola...
-Pst.
-se giró hacia delante. Samanta la llamaba- ¿Quieres ponerte con
nosotras? Podemos pedíselo al profe, ya que estás sola.
Violeta
asintió agradecida y pronto pudo sentarse con Sam y su compañera,
que era también la mejor amiga de ésta. Cuando ya estaban
terminando el trabajo, empezaron a hablar, pasando de un tema a otro.
Entonces Violeta se acordó de que habían dejado una conversación a
medias el día anterior.
-Oye,
Sam.
-Dime.
-El
otro día, me dijiste que te preocupaba el que yo pudiera gustarle a
Dani. ¿Por qué?
-Bueno...
Violeta, creo que esto no te va a gustar... -intercambió una mirada
con su compañera e hizo una mueca. Bajó la voz- Dani es un putón.
Se ha liado ya con muchas chicas de este instituto, y luego siempre
es él el que las dejas. Creo que las únicas amigas con las que ha
hablado con las que no se haya liado después es con sus dos
amiguitas esas... Aunque bueno, quién sabe, porque yo alguna vez le
he visto toquetearse mucho con Estrella...
Violeta
se quedó anonadada, con la boca abierta y los ojos como platos.
-¿Qué
dices? -cambió la mirada a la segunda chica- ¿Estás segura?
Las
dos asintieron.
-Sí,
Violeta. Lo siento pero sí. -respondió Sam- Es normal que delante
de ti finjan, sobretodo si saben que Dani está coladito por ti...
-sonó la campana- En fin, Vio, cuídate. Y mejor que no te acerques
mucho a él sola, ¿eh? Hasta luego.
Violeta
tragó saliva. Siempre pasaba el recreo con ellos, aunque le hacía
sentirse una acoplada, no tenía otra cosa que hacer hasta que no se
hiciera más amiga de los de su clase. Pero... ¿qué hacía ahora?
No podría comportarse con Dani allí como siempre... Y tampoco podía
asegurarse de si era verdad, ¿Qué iba a decirle, “Dani, he
escuchado por ahí que eres un putón, es verdad”? No, no podía...
Era demasiado increíble como para creérselo; pero la verdad era que
no conocía a esos chicos de nada, y tenía sentido que se
comportaran tan bien con ella si ese era el propósito de su amigo...
***
Estrella
y Ainoa caminaban hacia la clase de Violeta hablando sonrientes. Se
pararon delante de la puerta, la gente ya estaba saliendo por ella.
Vieron a una pelirroja, a la que no tenían mucho cariño que
digamos, salir, bajando la mirada al verlas, e irse con otras chicas.
Siguieron esperando a Violeta entre risas. Estaban contentas ese día,
cada una tenía sus propios motivos para estarlo. Salió de la clase
con el bocadillo entre las manos. Le temblaban las manos ligeramente,
parecía nerviosa. Se acercaron a ella y Ainoa le pasó un brazo por
detrás de la espalda con cariño.
-¿Qué,
acabas de tener un examen?
-Sí,
eso mismo. -mintió ella.
-Tranquila,
seguro que lo aprobarás. -la reconfortó Estrella.
-Estrella
tan optimista como siempre... -comentó Ainoa. Su amiga le lanzó una
mirada y ella le sonrió- Los chicos están hoy en la puerta del
gimnasio está lloviendo y hace más calor allí. -le explicó Ainoa-
Vamos.
Violeta
asintió y fue con ellas. Estuvo a punto de contárselo para que
ellas le dijeran la verdad; pero en cuanto imaginó a Estrella
liándose con Daniel se le formó un nudo en la garganta y se calló.
No estuvo atenta a la conversación que las dos chicas mantenían en
ningún momento. Estaba sumida en sus propios pensamientos. Llegaron
a la antesala del gimnasio. Justin estaba apoyado en un pequeño
saliente de la pared mientras comía su bocata. Eliot estaba sentado
en una mesa gigante que había sobrado de la sala de tecnología y
Dani se apoyaba en ella, quedando de pie a su lado. Violeta miró a
Justin, cuya cara parecía delatar que recordaba algún buen momento
ocurrido allí antaño.
-¿En
qué piensas? -le preguntó.
-Han
reformado esto desde que nosotros llegamos aquí. -respondió él-
Bastante, la verdad.
-¿Y
eso te tenía tan sumido en tus pensamientos?
Justin
sonrió y se acabó el mordisco de su bocadillo. La miró a los ojos,
sin poder reprimir una pequeña sonrisa.
-Fue
aquí donde di mi primer beso. -reconoció.
Violeta
pensó por primera vez que, según lo que le había contado Sam, ese
beso habría sido con otro chico. La verdad era que le dolía tener
que enterarse por terceras personas. ¿Tan poco confiaban los chicos
en ella? Así que sólo asintió y siguió comiendo mientras
escuchaba la conversación de los chicos. Como siempre, Justin era el
que menos hablaba menos para dar alguna opinión importante o gastar
una bromilla. Estrella fantaseaba, Ainoa le quitaba las fantasías de
la cabeza a mazazos de realidad, y Dani y Eliot reían y hablaban con
normalidad. Era un grupo bastante peculiar. De los pocos grupos,
seguramente, que hubiera en un instituto fundados por chicos y chicas
sin que ninguno de ellos estuvieran saliendo. A no ser, que Sam
volviera a tener razón. Bufó en silencio, no podría aguantarlo
más. Miró su reloj. ¡Sólo habían pasado unos míseros cinco
minutos! Tendría que aguantar sin saber si era verdad o no... Porque
tampoco pensaba que, de ser verdad, ellos se lo dijeran.
-Oye,
chicos, tengo que contaros algo. -había hablado sin pensar, por un
impulso. Deseó que no le hubieran escuchado; pero qué va: todos se
habían callado y fijaban su atención en ella sorprendidos.
-¿Qué
pasa, Violeta? -le preguntó Dani con algo de dulzura, preocupándose
por ella. Sus bonitos ojos se hundieron en los de ella.
Joder macho, no me
hagas esto aún más difícil...Pensó
ella. Aún así, cogió aire y habló. Les contó todo, lo que le
había contado durante los dos días. Que Justin era gay, Daniel un
putón, los posibles rollos entre él y las chicas...
Ainoa,
que se hallaba ahora al lado de Eliot sobre la mesa, tenía la cara
cada vez más roja. Pero Violeta, que miraba al suelo mientras
hablaba, no se dio cuenta.
-¡Será
capulla la serpiente, perra malvada, pelirroja asquerosa, hija del
demonio! -estalló saltando de la mesa, haciendo que Violeta
levantara la mirada hacia ella, perpleja.
-Tranquilízate,
Aino... -casi le ordenó Eliot, que ahora miraba al suelo tocándose
el pelo.
-¡¿Cómo
quieres que me tranquilice?! ¡¿Tú has escuchado lo que nos ha
dicho la puta celosa esa?!
-Pues
si es sólo una “puta celosa” no veo por qué te importa tanto lo
que diga o piense... -respondió él.
Violeta
observó al resto del grupo. Aún estaba muy pillada por la reacción
de Ainoa, que siempre se mostraba muy tranquila. Daniel tenía la
mirada perdida, su rostro no dejaba ver ninguna emoción. Estrella,
cerca de éste, estaba nerviosa observando Ainoa, que seguía con la
cara roja. Eliot miraba a Ainoa con seriedad, sentado aún sobre la
mesa, intentando que se calmara. Justin, en la misma posición que
cuando habían llegado, se mordía el labio inferior. Eliot bajó de
la mesa y sujetó por ambos hombros a Ainoa, llevándola de nuevo a
sentarse sobre la mesa.
-¿Tranquilízate,
quieres? Todavía tenemos que explicárselo todo a Violeta.
Ella
no respondió; pero se quedó quieta en el sitio. Violeta, sentada en
las escaleras, pasaba la mirada de unos a otros sin saber qué hacer.
Eliot volvió a sentarse y Violeta notó su mirada clavada en ella.
EL semblante del chico estaba totalmente serio. ¿Eliot,
serio? Joder. Mal vamos. Violeta
miró a Justin buscando una mirada reconfortante, ya que él siempre
estaba allí para todos; pero éste miraba a sus amigos con la cabeza
baja sin parar de morderse el labio inferior. No obtendría su ayuda
de necesitarla. Y todo este nerviosismo le hacía pensar que era
verdad, excepto por las palabras de Ainoa...
-Escúchame,
Violeta. -llamó su atención Eliot. Ella asintió mirándole-
Supongo... Que tendremos que explicarte todo esto.
-Sam
es la exnovia de Dani. -le cortó Ainoa.
-Sí,
eso ya lo sabía... -respondió ella.
-Y
es una puta celosa de mierda. -terminó la chica.
-¿Qué...
¿Qué quieres decir?
-Mira,
Violeta. -continuó Eliot, intentando que su amiga, que estaba a
punto de saltar de nuevo, se tranquilizase- empecemos por Dani. El
chico sólo ha salido con Sam hasta el día de hoy. Y, que yo sepa,
Estrella nunca se liaría con él. -dijo esto último alzando los
ojos y mirando a la aludida.
-¡Blagh!
¡No, por Dios! ¡Qué asco! -exclamó ésta.
-¡Oye!
-se quejó Daniel ofendido.
-¿Qué?
Ay, perdón, que no es por ti... Es sólo que somos como hermanos,
Dani, entiéndeme: no podría salir contigo...
-Ya,
claro. -contestó él.
-Jo,
tío... Si ya has tenido novia alguna vez, tampoco estás tan mal...
-intentó enmendarse ella.
Eliot
se sonrojó y miró al suelo. Daniel lo notó en seguida.
-Sí...
¡Al contrario que Eliot!
Los
demás se rieron, menos Violeta, que sólo observaba intentando
asimilar si decían la verdad.
-Oye,
“hermanitas”, que vosotras tampoco habéis salido todavía con
nadie ¿eh? No os metáis.
-¿Que
tú no has salido todavía con nadie? -volvió a sorprenderse
Violeta.
-No,
¿por qué?
-Joder...
Pues no me lo imaginaba.
-Con
Violeta ya estamos empatados los que hemos tenido por lo menos un
novio a los que no. -les picó Dani, que parecía querer olvidar el
conflicto anterior.
-Bueno,
-reanudó el tema Eliot- em... ¿qué más te había contado?
-¡Que
no, contre! -saltó de nuevo Ainoa- Si todo esto es mucho más fácil.
Mira, Violeta: -clavó sus ojos en los de ella- todo lo que te haya
contado, olvídalo. Porque es mentira. ¡Seguro! Y más si es
sobrenosotros. Y ahora, yo me voy a contarle las cuarenta a esa sucia
arpía. -dicho esto, saltó de la mesa y los bordeó para subir a
paso rápido por las escaleras. Todos se quedaron con los ojos
abiertos.
-¡No,
Ainoa! -exclamó Eliot.
Salieron
corriendo detrás de ella; pero les llevaba la ventaja de la sorpresa
y de saber a dónde se dirigía. Por suerte, no era la única:
Estrella pudo coger el atajo para alcanzarla. La sujetó del brazo
cuando estaban a pocos pasos del grupo de Samanta.
-No,
Ainoa. Estate quieta.
-¿Cómo
voy a estarme quieta? Qué quieres, ¿que le dee seguir haciendo lo
que quiera e inventándose sobre nosotros lo que le dé la gana? ¡No
tenía ningún derecho a decirle eso sobre tú, Dani o Justin! Por
muy verdad que fuera esto último -añadió bajando la voz. Le ardían
los ojos y las palabras.
-Pero
tampoco va a pasarnos nada...
-Oh,
claro que no. Cuando eres tú pase lo que pase nunca pasa nada. -se
soltó de su agarre y dio dos grandes zancadas a las muchachas.
-¡Oye,
tú! ¡Pelirroja pelo-zanahoria! -tronó.
Las
chicas se apartaron y Samanta le devolvió una mirada cargada de
odio. Entonces aparecieron los demás corriendo por el pasillo y vio
a Violeta entre ellos con el rabillo del ojo.
-Vaya,
hola, Ainoa. ¿Puede saberse si he hecho algo que pudiera molestarte?
Si es así, quiero pedirte perdón. -contestó con fingida dulzura.
-¡No
me seas falsa que me das asco! ¡Sabes perfectamente lo que has
hecho!
-Pues...
No me acuerdo de que haya hecho nada que pueda tenerte a ti así,
Ainoa, con lo simpática que eres...
-Te
mataría ahora mismo si no fuera por estar en un edificio lleno de
profesores ponedores de partes.
-Pues
hazlo, lista. -respondió ella, calléndose su máscara de inocencia
por los suelos.
Ainoa
le dirigió una sonrisa un tanto maliciosa.
-No
tenías ningún derecho a contarle todas aquellas cosas a Violeta.
-la acusó- Y más sabiendo que eran mentira.
-¿Ah,
sí? -dirigió la mirada a la anteriormente mencionada- Pues lo
siento, Violeta, si lo hubiera sabido nunca te lo hubiera dicho.
-volvió a mirar a su contrincante- Pero la verdad es que tengo fe
ciega en ello.
Los
chicos miraban sin saber qué hacer. El grupo de Samanta se había
disipado, y ya sólo quedaba la mejor amiga de ésta.
-¡¿Qué...?!
¡Te partiría la cara! -se arrojó sobre ella y Estrella se abalanzó
a sujetarla, justo a tiempo.
-¡Quítate
de en medio, Estrella! -le ordenó su amiga.
-Te
la vas a cargar... -le avisó ella.
-Anda,
sí, vete a tu mundo de rosas y déjanos esto a las niñas mayores.
-le dijo Sam, que miraba a Ainoa con odio. Estrella hizo una mueca,
algo inusual en ella; pero no se apartó de Ainoa hasta que esta no
se hubo tranquilizado.
-Ey,
ey, ey ¿qué pasa aquí?
Todos
volvieron la mirada al que había hablado. Cómo no, aquél que
siempre andaba metiéndose en todos los fregados y dos de sus amigos.
Peter.
-Nada
que te importe, so metomentodo. -le respondió Ainoa.
-¿Cómo
que no? Claro que me importa, no quiero liarme con alguien que tenga
un ojo amoratado. -dicho esto dirigió una sonrisa pícara a Samanta,
que sonrió levemente.
Daniel
abrió los ojos como platos.
-¿Ahora
te lías con él?
-¿Por
qué, estás celoso?
-Claro.
De ti. -ironizó él- Porque vamos, no voy a estar celoso de él por
poder liarse cuando le entren ganas con alguien como tú; pero que
tampoco soy gay, así que no sé de qué voy a estar celoso.
-Claro
que no, si tú tienes a estas dos guarras para satisfacerte tus
deseos, ¿no? Y a saber a cuántas tendrán tus amiguitos, para que
luego digáis.
Las
dos chicas se abalanzaron sobre ella y Peter se fue riendo. Eliot y
Daniel se acercaron corriendo mientras las cuatro chicas (la amiga de
Samanta se había unido a protegerla) se peleaban. Eliot sujetó con
fuerza a Ainoa y la alejó de allí con esfuerzo, mientras Daniel
hacía lo propio con Estrella.
-Espero
que sea la última, Samanta, o conseguirás cabrearme. -le advirtió
Eliot antes de alejarse cogiendo a su amiga.
-Adiós,
Samanta. -se despidió Dani cogiendo a Estrella y llevándosela a
rastras.
Justin
se encogió de hombros, miró a Violeta y la invitó a ir con ellos
pasándole un brazo por encima de los hombros.
Volvieron
a reunirse en un hueco que encontraron libre (al llover estaban casi
todos apelotonados dentro del edificio). Mientras ellos llegaban, los
chicos casi habían conseguido tranquilizar a las dos muchachas.
Ainoa estaba roja como un tomate y Justin sonrió para sí, sólo él
sabía que había una razón más fuerte que el enfado para que
estuviera colorada: Eliot la había cogido; aunque fuera sólo para
apartarla de la pelea. Violeta escuchó toda clase de improperios con
la que ya no sabía si podría volver a hablar, con lo bien que le
había caído... Siempre igual, terminas por saber si puedes fiarte
de alguna sola persona en toda la faz de la Tierra. ¿Y si eran los
del grupo los que no eran de fiar? Puf, no tenía ni idea, pero su
corazón le decía que permaneciera con ellos, y ciertamente era lo
único que tenía.
Al
rato, se quedó mirando a Daniel, que ahora que ya no tenía que
tranquilizar a las muchachas miraba al suelo mientras se apoyaba en
la pared, y un pequeño mechón de pelo le cubría los ojos.
-Oye,
Dani...
-Dime.
-¿A
ti no te ha molestado lo que ha dicho de ti?
-La
verdad, me ha dolido más que tú la creyeras. Pero bueno, no es tu
culpa, tampoco nos conoces demasiado. -sonó la campana- Adiós, nos
vamos a clase.
Violeta
se quedó un poco parada. En eso no había caído ella... y era
verdad que Dani parecía dolido. Pobre, con todo lo que me
ha ayudado sin ni siquiera conocerme...
***
-Estás
loca. -le llegó el Whatsapp de Justin.
-¡Que
no! ¡Joa, Justin, ¿tú la has escuchado?! ¡Ha dicho que Dani y
Eliot son unos putones!
-Anda...
¿Ves? -desde su habitación, el muchacho sonrió pícaro- Ya sé por
qué te has enfadado de pronto tan de repente... ¿No has podido
evitarlo al imaginarte a Eliot liándose con otra, eh?
Ainoa
se sonrojó de nuevo.
-No
es eso.
-No,
qué va. -contestó con sarcasmo.
-Aún
así... Enfadarme tanto como para llegar a intentar pegar a alguien
no es muy normal en mí...
-Estás
enamorada. Nunca se es normal cuando estás enamorada, y ni tú misma
te entiendes.
-Si
tú lo dices... Supongo que tienes más experiencia.
-Ajá.
A mí en cambio me preocupa más Estrella. Lo normal sería que
intentara pararte o que se quedara sin saber que hacer o apartada
conmigo, no que se uniera a la pelea.
-Ya...
Creo que a lo mejor le ha dolido bastante que le dijeramos niña
pequeña (y sólo porque es muy inocente y risueña... La verdad es
que parece que tenga pensamientos de niña pequeña).
-Los
niños serán los primeros en llegar al paraiso.
-Ya
empezamos con tus ñoñerías.
-Jajaja.
No sé; pero si es más feliz así, ¿qué problema tiene?
-Que
la realidad le golpeará con un buen golpe en la cara.
-Pues
en ese caso nosotros estaremos ahí para conseguir que la esquive.
-¿Estás
seguro?
-Yo
creo que sí.
***
Peter
se quedó mirando el atardecer desde el tejadillo. Los rayos se
reflejaban en su pelo negro haciendo que pareciera claro de nuevo. Se
estaban colando en un edificio abandonado para hacer vanguardismo con
unos amigos, y él se había quedado allí parado mirando el precioso
atardecer, dejándose llevar por sus pensamientos. Se preguntaba por
qué plagaba su vida de tantas mentiras día tras día; por qué todo
a su al rededor era una gran mentira. Acabó por contestarse que
aquello era porque las mentiras eran mucho mejores que las verdades
que la vida le ofrecía.
-¡Ey!
¿Piensas quedarte ahí a que te pillen? -llamó la atención uno de
sus colegas.
-¡No,
ahora mismo voy! -le respondió él.
Miró
por última vez el atardecer y saltó la tapia.
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