martes, 24 de diciembre de 2013

Nada

Este capítulo va dedicado a todos vosotros, nuestros lectores. Gracias por leernos y seguir ahí después de tanto tiempo. Esperamos que disfrutéis mucho con este capítulo, que os dedicamod con todo nuestro cariño.
¡Feliz Navidad, próspero Año Nuevo y hasta el año que viene!
Mª del Mar y Elena.







"Nada", la respuesta más mentirosa y común cuando te preguntan "¿qué te pasa?" 

 





Sam pensaba en lo que Dani le había contado apoyada en la pared del baño. Mientras, Dani estaba metido en su propio mundo. Recordaba la época en la que Sam y él salieron y cómo había empezado y terminado todo.



Conoció a Samanta cuando se chocó con ella corriendo por los pasillos del instituto. Él le tiró todos sus libros al suelo, y la ayudó rápidamente a recogerlos sin intercambiar palabra. Sus ojos se toparon por apenas unos momentos. Ella tenía unos ojos melosos anaranjados preciosos. Eliot llegó detrás de él y le pidió perdón de su parte a la chica, después le apremió a darse prisa para ir al examen.

Al día siguiente volvió a encontrarse con ella. Parecía casi que lo hubiera estado esperando; porque estaba casi en el mismo sitio en el que se chocaron al día anterior.

-Ey, qué, tú eres el chico que me tira los libros y ni siquiera se disculpa, ¿no? -dijo ella por llamar su atención.

-Eh... Perdón. -Contestó él rascándose la cabeza. Hizo un gesto de despedida con la cabeza y se fue.

A partir de ese día, Samanta y sus amigas siempre esperaban al principio de las clases en ese sitio, y ella lo miraba disimuladamente en cuanto podía. Un día, estaba estudiando con sus amigos en la biblioteca y dio la casualidad de que Sam estaba sentada en la mesa de al lado. Escuchó como se quejaba de que no le salieran los ejercicios de matemáticas y se acercó a ella. Le preguntó si quería ayuda y se lo explicó brevemente, lo cual seguramente dejó bastante sorprendidas a todas las chicas que había en aquella mesa, con lo borde y callado que normalmente se mostraba. Pero él no lo hizo adrede para ligar, sólo quería ayudar, y más con el enorme ridículo que había hecho cuando se tropezó con ella. Y lo de ser borde... eso era apenas una máscara, después de lo que le ocurrió en primero, había aprendido a auto-protegerse. A partir de entonces, Samanta había intentado hablar con él todo lo que podía, lo cual al chico a veces le parecía un poco molesto, empezando por su timidez. Él había notado que le gustaba, pero no quería salir con nadie, y menos después del daño que le hizo la chica de primero... Pero también pensó que a lo mejor salir con ella le ayudaba a sentirse mejor, por sentirse apreciado por alguien que no formara parte de su grupo.

Y así siguió todo hasta que un día se quedaron a solas y se produjo su primer beso. A las dos semanas, decidieron que la suya sería una relación formal.

Cuando se acostó con ella fue sobretodo por enfado contra sus padres. Fue un acto tonto de rebeldía, hacer lo que él más odiaba que hubiesen hecho ellos. Y se lo restregó en la cara a ambos. Sus padres no se vieron con fuerzas de regañarle, ¿cómo regañarle por aquello que ellos mismos habían cometido? Y aún más, ¿por aquello por lo que el niño había nacido? Pero sí le advirtieron que esperaban que la chica se encontrase bien y que no jugara con ella, y menos por incordiarles a ellos, dado que no era su culpa.

Dani empezó a sentirse muy muy mal. No quería salir con ella, no por ella, si no por él. Siempre había sabido que aún no estaba preparado para mantener una relación, y menos una seria, y ahora todo se le desmoronaba encima. Pero tampoco era capaz de decírselo o de dejarla. Terminó por pasar olímpicamente de ella ante su propia inseguridad, de lo cual aún se sentía muy arrepentido.

Ainoa y Sam siempre se habían llevado bastante mal. Ya se llevaban mal desde antes de que ellos dos salieran; pero Aino había conseguido aguantarla por su amigo. Hasta... que lo dejaron, claro. Dani no sabía de qué se conocían o de dónde procedía aquel odio; pero ambas parecían guerreras en plena batalla cada vez que se veían. Y... después llegó cuando Sam les echó la culpa a sus amigos de su ruptura y empezó a hablar mal de ellos. Ainoa y Dani fueron a los que peor les sentó. Conociéndolos lo suficiente o pensando un poco, cualquiera hubiera sabido que no era por lo mal que le caía a la una o el sentimiento de culpa del otro. No. Era por la autoestima de ambos, que estaba hecha añicos. Pero llevaban máscaras que sabían ocultarlo muy muy bien; tanto que a veces ni ellos mismos se daban cuenta de su malestar interno.



-Ey, Dani, ¿me estás escuchando?

-¿Eh? ¿Qué? Perdona. -contestó éste volviendo a la realidad.

-Te decía que si nos vamos yendo ya, que no es una situación muy cómoda estar en los cuartos de baño del instituto con tu ex.

-Ah, claro, claro. Sólo una cosa. Samanta, por favor, esta vez, guárdate lo que te he contado para ti. No por mí, sino por ella. No metas también a Violeta en todo este asunto.



***



-¿Qué te pasa, Eliot? -le preguntó después de intentar consolarlo- Sabes que puedes confiar en mí, sea lo que sea me lo puedes contar.

El chico intentaba con todas sus fuerzas parar de llorar, lo cual sólo conseguía que se pusiera peor. Como suele pasar cuando te abrazan y estás mal, el abrazo de Ainoa había despertado sin quererlo su llanto.

Lo alejó hacia un sitio un poco más apartado y se sentaron, mientras el muchacho se secaba las lágrimas.

-Venga, cuenta, ¿qué te pasa? ¿Puedo ayudarte en algo?

El chico negó con la cabeza mientras hablaba.

-No... No es nada. Es... Sólo es que...

-No, no es “nada” cuando estas llorando, El. Dímelo, quizás podamos ayudarte.

-Es que... Últimamente me siento como que estoy de sobra en el grupo, ¿sabes? Como que estoy de más.

Ainoa se quedó petrificada durante unos segundos. ¿Cómo había podido pensar justo el cabecilla del grupo eso?

-Pero... No te entiendo, Eliot. Si nosotros siempre estamos juntos para todo... Y tú siembre has estado ahí... ¿eh? Con nosotros. ¿Por qué ahora dices eso?

-Sí, siempre ha sido así; pero es que ahora yo noto las cosas como si... como si fueran un poco diferentes. En fin, todos sabemos que Estrella, Justin y tú habéis tenido siempre un trío bastante especial para contaros las cosas, es cierto. Pero normalmente también estábamos siempre juntos Dani y yo, al igual que vosotras y sobretodo Jus también nos contábais de vez en cuando vuestras cosas. Pero últimamente es como si... como si Dani estuviera siempre buscando estar al lado de Violeta ¿sabes? Y vale, eso lo entiendo, aunque nunca haya estado enamorado de nadie. Pero luego es como si vosotros tres también estuvierais más pegados y fuerais cada uno por vuestra parte, y yo siento que... como que sobro allí... que estoy en medio.

-Oh, Eliot, no digas eso... Si sabes que nosotros siempre vamos a estar ahí y que te queremos mucho...

-Euh... ya, ya lo sé. Pero es lo que siento. -le respondió un silencio pensativo por parte de su amiga- Normalmente todo esto seguramente se lo contaría a Agus, ¿sabes? Ya sabes, porque no está metido en el lío... Pero no quería contároslo a vosotros con tal de que no os sintierais mal; porque no es vuestra culpa. Son sólo paranoias mías. … Supongo... Supongo que yo también lo hecho de menos.

-Todos lo hacemos. Siempre ha formado parte del grupo aunque fuera en menor parte. Pero, en serio, Eliot, no te sientas así ¿vale? Que igual que no quieres hacernos daño tampoco puedes protegernos siempre, y tú también necesitas ayuda de vez en cuando ¿eh? Que no eres superman...

Consiguió hacerle sonreír.

-Ojalá... -bromeó él.

-Venga, y ahora vámonos con el grupo y ya verás como todo está bien.

Él asintió. Después de estar hablando sobre el tema con todos, Eliot se acercó un poco a parte a Ainoa.

-Oye, ¿a qué te referías con todo eso que me has dicho antes de que te lo contara? -le preguntó en un susurro.

-¿El qué?

-En fin... Ya sabes... Lo del amor y todo eso.

-Ah... Ya te lo he dicho, te quiero como a un hermano y estaba muy preocupada por ti. Esto... es que no sabía como empezar a hablar.

-Am.

***





Violeta llegó a donde estaba su clase y vio a Samanta de lejos, que hablaba con unas amigas. Cogió aire. Se acercó a ella.

-Em... Sam... ¿Puedo hablar un momento contigo?

Ella le dirigió una mirada dolida e hizo como si se lo pensara. Ardía en deseos de que la chica se disculpara ante ella, ya que a Violeta se le notaba en la cara que estaba arrepentida.

-Sí... Supongo.

-Gracias... Esto... Es que, quería decirte, que lo siento mucho por lo del otro día. No debí decírselo; pero no sabía qué hacer al no saber quiénes eran ellos de verdad... Y ahora ya no sé nada, tengo un cacao mental y no sé quiénes sois ninguno de vosotros; al fin y al cabo apenas os conozco... Pero sólo quería pedirte perdón, estuvo mal lo que hice... no espero que me perdones; pero, en fin, tenía que intentarlo.

Sam abrió la boca para responder cuando alguien tiró del brazo d Violeta hacia atrás- la chica se giró instintivamente. Era Ainoa.

-¡¿Pero qué haces?! ¿Por qué le pides perdón a la serpiente ésta? Hiciste lo que debías, decirnos lo que contaba a nuestras espaldas...

-¡¿Por qué coño no te metes dónde te llaman, Ainoa?! -soltó Samanta.

-¡Mira quién fue hablar, la santa que nunca se mete en todos los fregados, oiga!

-Joder, ya empezamos.

Las tres se volvieron al que había hablado detrás de ellas, Justin. Violeta agradeció que viniera alguien a darle algo de cordura a todo este asunto.

Justin tenía el móvil pegado a la oreja, algo prohibido en su instituto. Su interlocutor le preguntó qué pasaba.

-Ainoa, que ya está otra vez peleando con Sam. -respondió él. Se giró hacia la primera chica- Vamos a ver, Ainoa, si Violeta quiere pedir disculpas a Sam, por muy equivocada que tú creas que esté, ¡déjala! No es de tu incumbencia lo que hagan con su vida; así que deja ya de intentar buscarnos problemas ¿vale?

-Pero... Jus...

-Ni Jus ni nada, que les dejes, ostia. Ya setoy harto de todos estos problemas, joder, que agustico estaríamos viviendo en cavernas cada uno por su lado.

-Venga, Jus, no digas eso.

Él bufó.

-¿Qué pasa? -pudieron escuchar al otro lado de su teléfono.

-Nada, que empiezo a hartarme de tanta mierda.

-Uf... ¿Dónde estás?

-En el instituto.

-No deberías hablar conmigo, te van a quitar el móvil.

-Me da igual. Me da igual todo.

-¿Yo te doy igual?

-No me seas imbécil.

-Venga, Jus, que no pasa nada, ¿eh? ¿Quieres que vaya pa'lla esta tarde?

-No, no quiero que vengas, Gus. Sólo quiero no tener que ver a nadie.

-Venga, no digas eso...

Mientras habían estado hablando, Justin se había encaminado con pasos enfadados hacia el pasillo. Ainoa lo había seguido con la mirada, entristecida por sus palabras. En ese momento la profesora de latín de Justin se cruzó con él y le dijo que colgara, lo cual hizo.

-¡Justin, espera! -le pidió Ainoa.

Al mismo tiempo, Peter le había vuelto la cara mientras pasaba por su lado para llegar a su clase. Justin se fue corriendo.

En ese momento, Eliot, que había visto a las chicas y había andado hacia ellas alegre, se percató de la situación y corrió detrás del muchacho.

-¡Justin, espera!

-¡No quiero, déjame en paz!

-¡Ainoa, ya voy yo! -le gritó a la chica girándose a ella. Aino asintió.

La persecución llegó hasta el cuarto de baño de los chicos, donde Justin se encerró en uno de los pocos vaters con puerta y la atrancó, sentándose en la tapa de la taza. Eliot entró detrás de él, quedándose al otro lado de la puerta.

-Justin, quiero hablar contigo.

-Pues yo no.

-¿Qué te pasa?

-Nada.

-Dímelo.

-No quiero, joder. déjame en paz, Eliot.

-Um... Como quieras.

Eliot miró a su al rededor. No había nadie. Cerró la puerta que daba a la zona central del baño, se encaramó a la pared y pasó por encima de la puerta de Justin, quedando entre el muchacho y la puerta, que mantuvo sujeta.

-Ya que no quieres decírmelo por las buenas, será por las malas. De aquí no sales hasta que no me lo digas.

Justin se mordió el labio y agachó la cabeza.

-Ey, venga. -le dijo El dándole un empujoncito en la cabeza- A mí me incomoda tanto o más que a ti estar aquí encerrado contigo.

Justin dejó escapar una pequeña sonrisa y lo miró a la cara.

-Ey, que porque sea gay no te voy a comer ¿eh?

-Bueno, pero creo que ambos sabemos lo que yo pensaría si estaría aquí encerrado con una chica buena ahora mismo... ¿Y por qué no ibas a pensar tú igual?

Justin aguantó una risa.

-Qué guarro eres...

Él sonrió, había conseguido que se riera.

-Y ahora venga, dímelo.

Él respiró con fuerza, lo miró a los ojos, tragó saliva y pensó por dónde empezar. Había tantas cosas que contar...

-¿Y qué quieres que te cuente?

Eliot frunció el ceño.

-Pues lo que te pase, supongo.

-¿Qué parte de lo que me pase?

-Venga, Jus...

Justin volvió a mirar al suelo y se sorbió los mocos mientras se le humedecían los ojos, sería una charla larga.

-Pues... no sabría cómo decírtelo, un poco de todo.

-¿Un poco de qué?

-Empecemos por los problemas. Últimamente todo el mundo tiene problemas. Y ya sabes que yo no puedo con eso.

-Pero los problemas son suyos...

-Ya, pero yo me preocupo y me meto en su pellejo tanto que terminan siendo míos.

-Eres una magnífica persona, Jus; pero deberías dejar de serlo un poco. No puedes amargarte la vida por los problemas de los demás, ¿me entiendes? No puedes dejar que nadie te amargue la vida. Ni siquiera Ags, ni siquiera yo. Porque es tu vida, y sólo tienes una.

-Te he dicho un millón de veces que no le llames Ags...

-Ya, bueno, ¿y qué? ¿Eso es lo que más te importa de esta conversación?

-No; pero...

-¿Pero qué?

-Nada...

-¿Cuáles son los problemas que te preocupan ahora, Jus?

Justin se quedó un momento en blanco, no quería contarle lo de Peter, se enfadaría con él. Se enfadaría mucho con él si descubría si parte de la culpa de que estuviera así era por ese “perro”, como lo llamaba él.

-Pues... Empecemos por Sam y Ainoa. Me pone de los nervios que estén siempre así, peleándose, y por tonterías. Sam también me ha dicho muchas cosas a mí, y nunca me he peleado con ella.

-Eso es cosa suya, como tú mismo le dijiste a Ainoa. Ellas se pelean y seguirán peleándose por los siglos de los siglos amén; no me preguntes por qué. Y de todas formas, tienes que admitir que si tú aún no te has peleado con Sam es porque no has tenido cojones.

-Es posible...

-¿Te dolió que le dijera a Violeta que eres homo sin ella ni siquiera saberlo?

-Mucho.

Eliot hizo una mueca.

-Tienes que empezar a aceptarte a ti mismo.

-¿Cómo? ¿Si todos lo usan para meterse conmigo?

-Mira a Agus, él está perfectamente y lo sabe todo el santo instituto.

-Con Agus no se metieron nunca, o no mucho. Por si no te has dado cuenta, Agus causa miedo y respeto cuando se lo propone, no como yo.

-Bueno; pero...

-Pero nada, Eliot. Que no me gusta que vayan habalando así sobre mí por ahí.

-Y no me extraña... En fin, tú no hagas caso a Sam, ¿vale? Y si lo prefieres así, pasa del tema con Violeta si ella no lo saca.

-De acuerdo...

-¿Qué más?

-Pues bueno... Tú tampoco estás del todo bien.

-Ya, bueno... -agachó unos segundos la cabeza- Es que, ¿sabes? Este año el grupo está muyy cambiado.

-Ya, lo sé. Yo también lo estoy notando; pero ya volverá,

Él asintió.

-Lo sé. Ojalá que llegue pronto. ¿Qué más?

Justin cogió aire y se decició a contárselo.

-Ya se que no te cae bien; pero es sobre Peter. El chico no está muy bien últimamente... De hecho, su primo está en el hospital por su culpa... Intenté acercarme a él para ayudarle, y en principio funcionó, hasta me dijo que le llamara Pedro y me confesó lo mal que se sentía.

-Pero...

-Pero después, de un golpe, todo cambió. Ahora me mira mal o me aparta la mirada por los pasillos, ¡y ni siquiera me habla! No sé lo que le ha pasado, me dijo que quería cambiar...

Eliot miró al suelo apretando la mandíbula. Justin se esperó una buena reprimenda, hasta el último de sus amigos detestaba a Peter por lo que le había hecho, e incluso por su forma de ser de ir mirando por encima del hombro a la gente... Eliot lo miró a los ojos, casi veía la llama de ira que el muchacho estaba intentando apagar.

-A ver, Justin. -dijo como a baladas- Sí, es verdad que no soporto a ese tipejo, y mis buenas razones tengo; pero no voy a matarte por ello. Aún así... no te entiendo. Después de que él no ha hecho ni una cosa buena por ti, ni por nadie, no sé por qué te preocupas tanto. Olvídate de él ¿vale? Olvídate de él. Hay mucha gente que puede hacerse cargo de ello, no tienes por qué ser siempre tú. De hecho, en esta situación tú eres el menos indicado: ni siquiera lo conoces. -suspiró- Por favor, Jusin, sé que no puedo pedirte que cambias; pero intenta reprimirte un poco, ¿quieres? No puedes mejorar la vida de todo el mundo, simplemente, no puedes. Y menos si ellos no te dan permiso a hacerlo.

Hubo un minuto de silencio tenso, Justin pensaba si responderle o si no.

-Pero... Pero sí que ha ayudado alguna vez a alguien. -Eliot lo miró casi con cara asesina- Nos ayudo en el parque... Cuando los chicos d su instituto se habían metido con Violeta.

Eliot parpadeó.

-Ahí... Ahí... Tienes razón... La verdad es que no entiendo por qué lo hizo, sigo dándole vueltas a ello; pero no lo entiendo. En fin...

Tras otro rato de silencio, Eliot recordó que no estaba allí para regañar al chico; si no para todo lo contrario.

-Bueno; pero, ey, Jus, ¿por todo lo demás estás perfectamente, no? Además de que esos ni siquiera son problemas tuyos.

-Bueno...

Eliot se temió lo peor.

-¿Bueno?

-Hay algo más.

-¿Y el qué, si puede saberse?

Justin cogió aire.

-Sé que parezco un pesado, pero hecho de menos a Agus, mucho de menos. Y aunque hable todos los días con él no es lo mismo; es como si se hubiera forjado una nueva vida allí sin mí; mientras que la mía sigue rotando en esperar que vuelva y en esos cinco minutos que paso dialogando con él cada día, a cada vez que puedo. Y... también sigo sintiendo que estoy marginado. Ya sé que eso me ha pasado siempre y nunca me ha importado; pero ya empiezo a hartarme, ¿sabes? A veces me gustaría ser como tú o como Dani, o como Gus. Pero parece que estoy destinado a ser siempre el chico de la clase que sólo está ahí si es el último al que queda por pedirle los apuntes, aunque haya que pasar primero por todos los chungos de la clase. O el que sólo está ahí porque va con un amigo.

Eliot se quedó sin saber qué decir. Tenía razón, en el fondo, tenía razón. Fuera del grupo él... no era nada para nadie. En la clase nunca había sido uno más, y en los partidos de baloncesto iba sólo por ir con ellos o con Agus, incluso Ainoa y Estrella estaban más incluidas en ellos, hasta cuando no jugaban. También era verdad que el propio Justin se había acostumbrado a estar así y hasta ayudaba a su situación porque era así como estaba más cómodo, como había estado siempre; pero no le extrañaba que quisiera experimentar como era ser como uno más.

-No digas eso, Justin. -declaró al fin- Si no te buscan ellos mismos se lo pierden; así hay más Justin para nosotros, que vales mucho aunque ellos aún no lo vean. Y... piénsalo... la verdad es que aquí la mayoría no valen mucho porque son sólo borregos que dejan de ser ellos mismos entre estas cuatro paredes para ser alguien, pero tú no; así que tampoco te pierdes mucho. Si te digo la verdad, creo que Agus eligió bien cuando te escogió a ti. No podría haberlo hecho mejor.

Justin sonrió y se sonrojó un poco, sin ser capaz de levantar la cabeza.

-Gracias...

-No hay de qué, -respondió El con una sonrisa- sólo digo la verdad. Y ahora levanta ese ánimo y no estés tan de capa caída, ¿eh? -le apremió dándole una palmadita en el hombro- Que seguro que a Ags no le gustaría verte así.

Salieron y se encontraron a otro chico que estaba haciendo sus necesidades en uno de los orinales de pie. Él volvió la cabeza para ver quién era, Eliot se quedo un poco pillado.

-Hola, Eliot. ¿Qué hacíais ahí?

-Anda, hola, Gabriel. Nada, sólo le hacía una encerrona para saber por qué demonios estaba tan raro últimamente.

-Ah. Guay, supongo. -respondió él con una mueca mientras volvía a lo suyo.

Justin bufó, conocía al muchacho desde primero; pero para él era como si sólo Eliot estuviera ahí.

-A mí no hace falta que me saludes, ¿eh? -le reprochó borde.

-Perdona, Justin. Hola. -respondió él sorprendido.

Justin se fue y Eliot lo siguió después de despedirse.



***



Justin estaba sumido en un dibujo en la mesa del salón. Se había despedido de Agus hacía no sabía cuanto rato, las horas dibujando se le pasaban volando. Le hacían sentir mejor; realmente, se le daba bien. Alguien llamó al timbre de la casa, Jus dejó que fuera a abrir otro, sin perder concentración ni un segundo.

Poco después, su hermano lo llamó unos pasos detrás de él, el muchacho ni lo escuchó. Notó una mano en su hombro, que lo sacó de su mundo de repente. Se giró a su propietario.

-¿Qué pasa, Antón?

-Mira, ha venido a verte. -le respondió él señalando hacia atrás. Justin se giró.

Estrella le sonrió mientras saludaba con la mano con esa sonrisa risueña tan característica suya que a Justin le subía el ánimo, como a muchos otros.

-Estaba sola en casa y he pensado en venir a verte, espero que no te importe.

-¡Claro que no! Estás en tu casa.

Ella sonrió y se acercó a él.

-¿Qué haces?

-Nada, sólo dibujaba un poco.

-Um... Pues está muy bien.

-Gracias.

Se sentaron en el sofá y estuvieron hablando un rato los tres, a Antonio le encantaba pasar tiempo con los amigos de su hermano, y a Justin no le importaba, le gustaba mucho estar con él.

-Estrella. -llamó su atención Antonio.

-¿Sí?

-¿Tú tienes novio? ¿Te gusta alguien?

Ella se sonrojó un poco mientras una imagen llegaba a su recuerdo; aunque por suerte el chico no lo notó.

-No... Nadie, ¿por qué?

-No, nada, por saberlo.

-¿Y a ti, Jus? Pasas mucho tiempo hablando con el teléfono...

Él le sonrió.

-Es que tengo muchos amigos.

-Am...

En ese momento llegó su madre.

-Anda, Antonio, déjalos un rato a solas, que no creo que Estrella haya venido a hacer de niñera.

El pequeño se fue con su madre, ellos escucharon que hablaban y agudizaron el oído.

-Mamá, ¿tú crees que Estrella y Justin están saliendo?

-No creo... Y si no seguramente ya nos lo hubieran dicho, ¿no crees? Anda, deja tranquilo a tu hermano. De todas formas, ¿por qué dices eso?

-No sé... Pero la verdad es que no me importaría que se convirtiera en mi cuñada, me cae muy bien Estrella.

Justin y ella intercambiaron una mirada. Su hermano estaba en edad de inventar de todo. Estrella reafirmó sus sospechas: no, aún no se lo había dicho.



***



Jorge vio a Samuel por el rabillo del ojo. Mierda... pensó. ¿Qué haría él allí? Intentó ocultarse sin que Andrés lo notara; pero Samuel lo descubrió y se acercó a él.

-Vaya, ¿qué, maricón, poniendo los cuernos a tu novio? Creo que se lo diré mañana... Y no sé por qué me parece que no le gustará nada...

Andrés levantó los puños cuando vio que detrás de Samuel aparecía el resto de la jauría. Los bajó de inmediato. Habría que buscar aluna otra forma de acabar con la disputa.



***



Violeta había vuelto a su ciudad para ver a Jorge, había sido un largo viaje, aprovecharía todo el fin de semana.

Vio a Rubén al pasar por una bocacalle. Sonrió y pensó en saludarle, por mucho que se hubiesen dado un tiempo, no pasaría nada por verle un rato. Se acercó un poco a él, que aún no había percatado en ella. Estaba con una mujer, en la puerta de un bar. Rubén la abrazó y Violeta pudo ver una enorme sonrisa en su cara y un cariño gigante desprendiéndose de sus ojos. 

-Te quiero, -escuchó que le decía al oído- y te he echado muchísimo de menos. 

El corazón de Violeta paró de latir. Se dio la vuelta y corrió a alejarse de allí antes de que la viera. En cuanto estuvo fuera de su vista, se dejó caer sobre una pared. Las lágrimas recorrían sus mejillas mientras se mordía el labio inferior. Ahora entendía perfectamente por qué le había pedido un tiempo. 

Decidió que no quería ver a nadie, y menos aún pasar todo el fin de semana con Jorge; así que pensó en que escusa poner. 

Mandó un Whatsapp a su madre "Mamá, al final no me puedo quedar en casa de Jorge -miró la hira para asegurarse de cuanto tiempo había pasado-, estamos viendo una película pero después tiene que irse con sus padres de visita" "Vale, pero vuelve en cuanto terminéis la película" 

Abrió el chat de Jorge y le mandó también un mensaje "Lo siento muchisísimo, Jorge; pero al final no puedo ir. Nos vemos otro día, ¿vale? 

Se dirigió de vuelta a la estación y esperó al tren. Éste tardó en llegar media hora, que la chica pasó mirando sus zapatos. En el tren se puso los cascos a todo volumen intentando pensar en otra cosa, con tal de no llorar, y después retrasó lo máximo que pudo su regreso a casa.  

-Qué rápido has llegado. -dijo su madre a modo de saludo desde la cocina cuando abrió la puerta. 

-El tren ha llegado rápido. -respondió ella- Me voy a la cama, buenas noches a todos. 

-Pero cómo, ¿no vas a cenar? 

-Es que Jorge y yo nos hemos hinchado de palomitas... Y no tengo hambre... 

-Bueno, vale, hasta mañana. 



Subió corriendo a su cuarto, cerró la puerta, se quitó los zapatos y se tiró a la cama sin cambiarse. Empezó a llorar desolada. Todo su mundo se le caía encima mientras una sola persona se pasaba por su mente: Rubén. Rubén sonriendo, Rubén besándole, Rubén con la mujer... 

No durmió mucho esa noche, y cuando lo hizo, hasta en sus sueños lloraba. 



***



Rubén volvió a su casa de pasar una fantástica velada con aquella mujer con la que había pasado tantas noches, cuando su madre los arropaba después de contarles un cuento y darles las buenas noches. Había pasado tanto tiempo desde la última vez que la vio... y la había echado tanto de menos... Fue una lástima que sus tíos y ella tuvieran que mudarse de país cuando empezó la universidad.



***



Violeta llevaba ya un rato despierta con la mirada perdida.

Había tomado una decisión: lo suyo ya había acabado para siempre. A partir de ahora era una simple chica de dieciséis años soltera, y Rubén ni siquiera se pasaría por si vida. Era el momento de dejar a otro su lugar y dejar que él se pudriera en los confines del infierno.





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