domingo, 17 de noviembre de 2013

Saber




Crees saber, pero no sabes nada


Se gira hacia un lado, nadie la mira. Se siente sola y libre al mismo tiempo. Parece que el resto de los alumnos ha olvidado completamente que es la nueva.
Sigue andando hacia la puerta.

-Violeta – la llama una voz seria detrás de ella.

La chica se gira, es la mejor amiga de Samanta. No sabe qué hacer ni qué piensa hacer ella, pero se mantiene serena.
La chica se acerca y se coloca frente a ella.

-¿Por qué lo has hecho? - le pregunta secamente.

-No pretendía buscarle problemas a Samanta, de verdad, es solo que no pude aguantarlo... necesitaba saber si era verdad o no. Lo siento muchísimo.

-Samanta está hablando ahora con Daniel – comenta sin hacer demasiado caso a sus disculpas.

-¿De qué van a hablar?

-¿Tú qué crees? - le pregunta retóricamente y con un tono algo borde.

Violeta se mira los zapatos. Sus zapatillas de deporte necesitan un buen lavado, han pasado de ser blancas a grises.
La chica frente a ella la obliga a volver a levantar la mirada al hablar de nuevo.

-Deberías disculparte con Samanta.

-Lo haré.

-Es posible que te perdone, pero debes saber que no volverá a confiar en ti.

Violeta siente un nudo en la garganta.

-Lo entiendo y lo veo justo – dice aún así.

-Bien. - la chica permanece seria unos segundos, antes de acercarse y darle dos besos en las mejillas – Nos vemos el lunes.

-Hasta entonces.

***

-Creo que vamos a necesitar un sitio más privado – dice Daniel mirando la puerta del baño de las chicas.

Samanta sigue la mirada del chico y entiende a qué se refiere.

-Si no hay nadie lo veo bien. Las limpiadoras no pasan hasta que termina el comedor.

-Perfecto.

Samanta va hacia allí y él la sigue. Cuando comprueba que no hay nadie, lo hace pasar y cierra la puerta.

-Vaya, es verdad que vuestro baño huele mucho mejor que el nuestro.

-Siempre he pensado que huele a una mezcla horrorosa de colonias.

-Aún así es mejor que el olor a sudor.

La chica ríe unos segundos, antes de volver a tornarse seria.

-Bueno, ¿qué es lo que querías decirme tan en privado?

-Quería preguntarte qué te ha hecho pensar que soy un putón.

-En primer lugar, que cortases sin decírmelo siquiera fue bastante duro – dice ella intentando que suene algo irónico, aunque le tiembla la voz - ¿Sabes lo que es enterarse por terceras personas?

Daniel mira hacia el suelo, sin poder mirarla a la cara.

-Hasta ese momento, nuestra relación había ido perfectamente, estábamos cómodos el uno con el otro, incluso nos acostamos, Daniel. Pero me demostraste que no te importaba lo suficiente como para decirme a la cara que ya no te gustaba – a pesar de estar enfadada, lo dice muy tranquila.

El chico traga saliva antes de hablar.

-Siento muchísimo eso que hice, Sam, estuvo muy mal, no sé cómo podría compensártelo...

-No hay nada que puedas hacer ya. ¿Pero sabes qué podrías haber hecho? - Daniel la mira a los ojos – Volver a acercarte y apoyarme cuando lo pasé tan mal el año pasado. Me quedé sin amigos, y tú ni siquiera me mirabas cuando pasaba por tu lado en los pasillos. Incluso creo recordar que una vez estaba llorando.

Claro que recordaba ese momento. Se le había partido el corazón. Verla así, sabiendo porqué y sin poder ayudarla lo había destrozado. Había pasado una semana depresivo por ello.

-Yo no quise pasar de ti...

-Pues lo hiciste, y además tampoco te comportas demasiado discreto cuando estás con Violeta, la miras como si fuese un caramelo, eso no está bien...

Daniel carraspea con fuerza.

-Estoy de acuerdo en que no fui bueno contigo, sobretodo porque habíamos decidido salir formalmente, me siento fatal por ello, Sam – dice el chico, ya algo enfadado – Pero no tienes ni idea de qué es lo que siento por Violeta, así que no tienes derecho a decirme cómo debería mirarla.

-¿La quieres?

No recibe respuesta.

-¿Estás enamorado de ella?

-No lo sé. Solo sé que me gusta muchísimo, me gusta desde que la vi por primera vez, incluso sin conocerla antes.

-O sea que te atrae.

-No es eso, Sam... no me malinterpretes. Me encanta Violeta, no sé si esto enamorado de ella, ni de si la quiero realmente como mi novia, pero no me importaría intentarlo.

La chica se apoya en la pared frente a la cual está Daniel, y sacudiendo la cabeza, le repite lo mismo:

-Te atrae nada más. No sabes cómo es.

-Es una chica adorable.

Samanta hace una mueca.

-¿De qué color son sus ojos?

-Verdes.

-Son más azules que verdes, pero te la dejo pasar – mira el espejo, pensando en una pregunta a la que él no tenga respuesta - ¿Por qué vino a este instituto?


***

-Eh... Hola... Javi...

-¡Hola Jorge! ¿Te apetece quedar esta tarde?

El chico chasquea la lengua, puede ver a Andrés desde donde está. Se está acercando a él. No puede saber que ha hablado con Javi.

-Vaya lo siento, Javi. Mañana tengo examen y tengo que estudiar...

-Bueno... está bien. ¿Y no puedes ir otro día?

-Pues mira, tengo una idea, piensas cuando, para qué y donde y me llamas para confirmarlo.

-Está bien. Hasta luego entonces – se despide el chico.

-¡Hasta ahora!

Andrés está ahora frente a él.

-Hola – le dice mostrando una sincera y preciosa sonrisa.

-Hola – contesta él no tan feliz.

-Gracias por venir. Ven, te enseñaré el jardín.

***

-Eliot, tengo que hablar contigo, ¿puedes venir un momento? - le pregunta Ainoa cogiénolo del brazo y separándolo del grupo.

Todos los miran unos segundos alejarse antes de seguir hablando entre ellos. .

-¿Qué pasa?

-Tengo que contarte una cosa. - dice la chica muy seria – Me he dado cuenta de que me tengo que dar prisa … porque sino puedo perderte.
-Dime. Te escucho – dice interesado y nervioso el chico.

Ainoa se pone a andar muy recta y de un lado a otro.

-Yo... siento que hay algo que.... nos une. Algo que siento muy fuerte, a veces, en duele tanto que tengo que dormir durante varias horas.

-¿Y qué es lo que sientes?


-Amor...

Eliot lo mira extrañada, y después decide que no es momento, así que se aleja del tema.


-Amor como una amistad, no pienses mal. Creo que estás un poco raro, y estoy preocupada.


-Oh.


-¿Te pasa algo?


Entonces, Eliot la mira fijamente, sus ojos están vidriosos.
Ainoa se acerca corriendo y lo abraza, sintiendo su perfume característico.

Lo quiere, demasiado. 

viernes, 15 de noviembre de 2013

Mentiras



Es difícil pararse a pensar que a lo mejor te estás fiando de la persona equivocada y la realidad del mundo que tú creías es todo mentira.


Justin pensaba tumbado en su cama mientras miraba al techo. Acababa de estar hablando por Whatssap con Agustín. Aquel chico no se dormía tranquilo si no hablaba con él antes de acostarse. Le encantaba. Era tan adorable.
La imagen de Peter (antes de su tinte de pelo, que suponía para Justin una nueva máscara para esconder su verdadero “yo”) revoloteó una última vez por su mente. Pensaba si la terapia de choque que había usado con él el día anterior habría servido para algo. Bah, da igual se dijo si ha servido que sea él el que venga a buscarme a mí o a cualquier otra ayuda. Y si no, ya puede irse a la porra. Que haga con su vida lo que quiera, yo ya lo he intentado. Y sigo sin creerme lo que dijo. Peter no puede ser tan cruel. No puede... hay algo escondido en su interior. Lo sé, lo presiento. Pero si él no quiere sacarlo al exterior, allá él. Yo tengo cosas mejores en las que preocuparme. Mi... Agus, por ejemplo. Apagó la luz y cerró los ojos, pensando en su eterno ángel de la guardia, ése que en aquellos momentos dormía pensando en él.

***

Cuando Violeta llegó a clase se sentó en su sitio y miró al rededor. No vio a su compañero de pupitre por ningún lado. Llegó el profesor y Emilio todavía no había llegado. Sería un día poco entretenido, ya se había acostumbrado a su compañía y a que le amenizara un poco las clases. A tercera hora, el profesor les ordenó que se pusieran por parejas para hacer un trabajo de clase. ¡Genial! Justo el día que estoy sola...
-Pst. -se giró hacia delante. Samanta la llamaba- ¿Quieres ponerte con nosotras? Podemos pedíselo al profe, ya que estás sola.
Violeta asintió agradecida y pronto pudo sentarse con Sam y su compañera, que era también la mejor amiga de ésta. Cuando ya estaban terminando el trabajo, empezaron a hablar, pasando de un tema a otro. Entonces Violeta se acordó de que habían dejado una conversación a medias el día anterior.
-Oye, Sam.
-Dime.
-El otro día, me dijiste que te preocupaba el que yo pudiera gustarle a Dani. ¿Por qué?
-Bueno... Violeta, creo que esto no te va a gustar... -intercambió una mirada con su compañera e hizo una mueca. Bajó la voz- Dani es un putón. Se ha liado ya con muchas chicas de este instituto, y luego siempre es él el que las dejas. Creo que las únicas amigas con las que ha hablado con las que no se haya liado después es con sus dos amiguitas esas... Aunque bueno, quién sabe, porque yo alguna vez le he visto toquetearse mucho con Estrella...
Violeta se quedó anonadada, con la boca abierta y los ojos como platos.
-¿Qué dices? -cambió la mirada a la segunda chica- ¿Estás segura?
Las dos asintieron.
-Sí, Violeta. Lo siento pero sí. -respondió Sam- Es normal que delante de ti finjan, sobretodo si saben que Dani está coladito por ti... -sonó la campana- En fin, Vio, cuídate. Y mejor que no te acerques mucho a él sola, ¿eh? Hasta luego.
Violeta tragó saliva. Siempre pasaba el recreo con ellos, aunque le hacía sentirse una acoplada, no tenía otra cosa que hacer hasta que no se hiciera más amiga de los de su clase. Pero... ¿qué hacía ahora? No podría comportarse con Dani allí como siempre... Y tampoco podía asegurarse de si era verdad, ¿Qué iba a decirle, “Dani, he escuchado por ahí que eres un putón, es verdad”? No, no podía... Era demasiado increíble como para creérselo; pero la verdad era que no conocía a esos chicos de nada, y tenía sentido que se comportaran tan bien con ella si ese era el propósito de su amigo...
***

Estrella y Ainoa caminaban hacia la clase de Violeta hablando sonrientes. Se pararon delante de la puerta, la gente ya estaba saliendo por ella. Vieron a una pelirroja, a la que no tenían mucho cariño que digamos, salir, bajando la mirada al verlas, e irse con otras chicas. Siguieron esperando a Violeta entre risas. Estaban contentas ese día, cada una tenía sus propios motivos para estarlo. Salió de la clase con el bocadillo entre las manos. Le temblaban las manos ligeramente, parecía nerviosa. Se acercaron a ella y Ainoa le pasó un brazo por detrás de la espalda con cariño.
-¿Qué, acabas de tener un examen?
-Sí, eso mismo. -mintió ella.
-Tranquila, seguro que lo aprobarás. -la reconfortó Estrella.
-Estrella tan optimista como siempre... -comentó Ainoa. Su amiga le lanzó una mirada y ella le sonrió- Los chicos están hoy en la puerta del gimnasio está lloviendo y hace más calor allí. -le explicó Ainoa- Vamos.
Violeta asintió y fue con ellas. Estuvo a punto de contárselo para que ellas le dijeran la verdad; pero en cuanto imaginó a Estrella liándose con Daniel se le formó un nudo en la garganta y se calló. No estuvo atenta a la conversación que las dos chicas mantenían en ningún momento. Estaba sumida en sus propios pensamientos. Llegaron a la antesala del gimnasio. Justin estaba apoyado en un pequeño saliente de la pared mientras comía su bocata. Eliot estaba sentado en una mesa gigante que había sobrado de la sala de tecnología y Dani se apoyaba en ella, quedando de pie a su lado. Violeta miró a Justin, cuya cara parecía delatar que recordaba algún buen momento ocurrido allí antaño.
-¿En qué piensas? -le preguntó.
-Han reformado esto desde que nosotros llegamos aquí. -respondió él- Bastante, la verdad.
-¿Y eso te tenía tan sumido en tus pensamientos?
Justin sonrió y se acabó el mordisco de su bocadillo. La miró a los ojos, sin poder reprimir una pequeña sonrisa.
-Fue aquí donde di mi primer beso. -reconoció.
Violeta pensó por primera vez que, según lo que le había contado Sam, ese beso habría sido con otro chico. La verdad era que le dolía tener que enterarse por terceras personas. ¿Tan poco confiaban los chicos en ella? Así que sólo asintió y siguió comiendo mientras escuchaba la conversación de los chicos. Como siempre, Justin era el que menos hablaba menos para dar alguna opinión importante o gastar una bromilla. Estrella fantaseaba, Ainoa le quitaba las fantasías de la cabeza a mazazos de realidad, y Dani y Eliot reían y hablaban con normalidad. Era un grupo bastante peculiar. De los pocos grupos, seguramente, que hubiera en un instituto fundados por chicos y chicas sin que ninguno de ellos estuvieran saliendo. A no ser, que Sam volviera a tener razón. Bufó en silencio, no podría aguantarlo más. Miró su reloj. ¡Sólo habían pasado unos míseros cinco minutos! Tendría que aguantar sin saber si era verdad o no... Porque tampoco pensaba que, de ser verdad, ellos se lo dijeran.
-Oye, chicos, tengo que contaros algo. -había hablado sin pensar, por un impulso. Deseó que no le hubieran escuchado; pero qué va: todos se habían callado y fijaban su atención en ella sorprendidos.
-¿Qué pasa, Violeta? -le preguntó Dani con algo de dulzura, preocupándose por ella. Sus bonitos ojos se hundieron en los de ella.
Joder macho, no me hagas esto aún más difícil...Pensó ella. Aún así, cogió aire y habló. Les contó todo, lo que le había contado durante los dos días. Que Justin era gay, Daniel un putón, los posibles rollos entre él y las chicas...
Ainoa, que se hallaba ahora al lado de Eliot sobre la mesa, tenía la cara cada vez más roja. Pero Violeta, que miraba al suelo mientras hablaba, no se dio cuenta.
-¡Será capulla la serpiente, perra malvada, pelirroja asquerosa, hija del demonio! -estalló saltando de la mesa, haciendo que Violeta levantara la mirada hacia ella, perpleja.
-Tranquilízate, Aino... -casi le ordenó Eliot, que ahora miraba al suelo tocándose el pelo.
-¡¿Cómo quieres que me tranquilice?! ¡¿Tú has escuchado lo que nos ha dicho la puta celosa esa?!
-Pues si es sólo una “puta celosa” no veo por qué te importa tanto lo que diga o piense... -respondió él.
Violeta observó al resto del grupo. Aún estaba muy pillada por la reacción de Ainoa, que siempre se mostraba muy tranquila. Daniel tenía la mirada perdida, su rostro no dejaba ver ninguna emoción. Estrella, cerca de éste, estaba nerviosa observando Ainoa, que seguía con la cara roja. Eliot miraba a Ainoa con seriedad, sentado aún sobre la mesa, intentando que se calmara. Justin, en la misma posición que cuando habían llegado, se mordía el labio inferior. Eliot bajó de la mesa y sujetó por ambos hombros a Ainoa, llevándola de nuevo a sentarse sobre la mesa.
-¿Tranquilízate, quieres? Todavía tenemos que explicárselo todo a Violeta.
Ella no respondió; pero se quedó quieta en el sitio. Violeta, sentada en las escaleras, pasaba la mirada de unos a otros sin saber qué hacer. Eliot volvió a sentarse y Violeta notó su mirada clavada en ella. EL semblante del chico estaba totalmente serio. ¿Eliot, serio? Joder. Mal vamos. Violeta miró a Justin buscando una mirada reconfortante, ya que él siempre estaba allí para todos; pero éste miraba a sus amigos con la cabeza baja sin parar de morderse el labio inferior. No obtendría su ayuda de necesitarla. Y todo este nerviosismo le hacía pensar que era verdad, excepto por las palabras de Ainoa...
-Escúchame, Violeta. -llamó su atención Eliot. Ella asintió mirándole- Supongo... Que tendremos que explicarte todo esto.
-Sam es la exnovia de Dani. -le cortó Ainoa.
-Sí, eso ya lo sabía... -respondió ella.
-Y es una puta celosa de mierda. -terminó la chica.
-¿Qué... ¿Qué quieres decir?
-Mira, Violeta. -continuó Eliot, intentando que su amiga, que estaba a punto de saltar de nuevo, se tranquilizase- empecemos por Dani. El chico sólo ha salido con Sam hasta el día de hoy. Y, que yo sepa, Estrella nunca se liaría con él. -dijo esto último alzando los ojos y mirando a la aludida.
-¡Blagh! ¡No, por Dios! ¡Qué asco! -exclamó ésta.
-¡Oye! -se quejó Daniel ofendido.
-¿Qué? Ay, perdón, que no es por ti... Es sólo que somos como hermanos, Dani, entiéndeme: no podría salir contigo...
-Ya, claro. -contestó él.
-Jo, tío... Si ya has tenido novia alguna vez, tampoco estás tan mal... -intentó enmendarse ella.
Eliot se sonrojó y miró al suelo. Daniel lo notó en seguida.
-Sí... ¡Al contrario que Eliot!
Los demás se rieron, menos Violeta, que sólo observaba intentando asimilar si decían la verdad.
-Oye, “hermanitas”, que vosotras tampoco habéis salido todavía con nadie ¿eh? No os metáis.
-¿Que tú no has salido todavía con nadie? -volvió a sorprenderse Violeta.
-No, ¿por qué?
-Joder... Pues no me lo imaginaba.
-Con Violeta ya estamos empatados los que hemos tenido por lo menos un novio a los que no. -les picó Dani, que parecía querer olvidar el conflicto anterior.
-Bueno, -reanudó el tema Eliot- em... ¿qué más te había contado?
-¡Que no, contre! -saltó de nuevo Ainoa- Si todo esto es mucho más fácil. Mira, Violeta: -clavó sus ojos en los de ella- todo lo que te haya contado, olvídalo. Porque es mentira. ¡Seguro! Y más si es sobrenosotros. Y ahora, yo me voy a contarle las cuarenta a esa sucia arpía. -dicho esto, saltó de la mesa y los bordeó para subir a paso rápido por las escaleras. Todos se quedaron con los ojos abiertos.
-¡No, Ainoa! -exclamó Eliot.
Salieron corriendo detrás de ella; pero les llevaba la ventaja de la sorpresa y de saber a dónde se dirigía. Por suerte, no era la única: Estrella pudo coger el atajo para alcanzarla. La sujetó del brazo cuando estaban a pocos pasos del grupo de Samanta.
-No, Ainoa. Estate quieta.
-¿Cómo voy a estarme quieta? Qué quieres, ¿que le dee seguir haciendo lo que quiera e inventándose sobre nosotros lo que le dé la gana? ¡No tenía ningún derecho a decirle eso sobre tú, Dani o Justin! Por muy verdad que fuera esto último -añadió bajando la voz. Le ardían los ojos y las palabras.
-Pero tampoco va a pasarnos nada...
-Oh, claro que no. Cuando eres tú pase lo que pase nunca pasa nada. -se soltó de su agarre y dio dos grandes zancadas a las muchachas.
-¡Oye, tú! ¡Pelirroja pelo-zanahoria! -tronó.
Las chicas se apartaron y Samanta le devolvió una mirada cargada de odio. Entonces aparecieron los demás corriendo por el pasillo y vio a Violeta entre ellos con el rabillo del ojo.
-Vaya, hola, Ainoa. ¿Puede saberse si he hecho algo que pudiera molestarte? Si es así, quiero pedirte perdón. -contestó con fingida dulzura.
-¡No me seas falsa que me das asco! ¡Sabes perfectamente lo que has hecho!
-Pues... No me acuerdo de que haya hecho nada que pueda tenerte a ti así, Ainoa, con lo simpática que eres...
-Te mataría ahora mismo si no fuera por estar en un edificio lleno de profesores ponedores de partes.
-Pues hazlo, lista. -respondió ella, calléndose su máscara de inocencia por los suelos.
Ainoa le dirigió una sonrisa un tanto maliciosa.
-No tenías ningún derecho a contarle todas aquellas cosas a Violeta. -la acusó- Y más sabiendo que eran mentira.
-¿Ah, sí? -dirigió la mirada a la anteriormente mencionada- Pues lo siento, Violeta, si lo hubiera sabido nunca te lo hubiera dicho. -volvió a mirar a su contrincante- Pero la verdad es que tengo fe ciega en ello.
Los chicos miraban sin saber qué hacer. El grupo de Samanta se había disipado, y ya sólo quedaba la mejor amiga de ésta.
-¡¿Qué...?! ¡Te partiría la cara! -se arrojó sobre ella y Estrella se abalanzó a sujetarla, justo a tiempo.
-¡Quítate de en medio, Estrella! -le ordenó su amiga.
-Te la vas a cargar... -le avisó ella.
-Anda, sí, vete a tu mundo de rosas y déjanos esto a las niñas mayores. -le dijo Sam, que miraba a Ainoa con odio. Estrella hizo una mueca, algo inusual en ella; pero no se apartó de Ainoa hasta que esta no se hubo tranquilizado.
-Ey, ey, ey ¿qué pasa aquí?
Todos volvieron la mirada al que había hablado. Cómo no, aquél que siempre andaba metiéndose en todos los fregados y dos de sus amigos. Peter.
-Nada que te importe, so metomentodo. -le respondió Ainoa.
-¿Cómo que no? Claro que me importa, no quiero liarme con alguien que tenga un ojo amoratado. -dicho esto dirigió una sonrisa pícara a Samanta, que sonrió levemente.
Daniel abrió los ojos como platos.
-¿Ahora te lías con él?
-¿Por qué, estás celoso?
-Claro. De ti. -ironizó él- Porque vamos, no voy a estar celoso de él por poder liarse cuando le entren ganas con alguien como tú; pero que tampoco soy gay, así que no sé de qué voy a estar celoso.
-Claro que no, si tú tienes a estas dos guarras para satisfacerte tus deseos, ¿no? Y a saber a cuántas tendrán tus amiguitos, para que luego digáis.
Las dos chicas se abalanzaron sobre ella y Peter se fue riendo. Eliot y Daniel se acercaron corriendo mientras las cuatro chicas (la amiga de Samanta se había unido a protegerla) se peleaban. Eliot sujetó con fuerza a Ainoa y la alejó de allí con esfuerzo, mientras Daniel hacía lo propio con Estrella.
-Espero que sea la última, Samanta, o conseguirás cabrearme. -le advirtió Eliot antes de alejarse cogiendo a su amiga.
-Adiós, Samanta. -se despidió Dani cogiendo a Estrella y llevándosela a rastras.
Justin se encogió de hombros, miró a Violeta y la invitó a ir con ellos pasándole un brazo por encima de los hombros.
Volvieron a reunirse en un hueco que encontraron libre (al llover estaban casi todos apelotonados dentro del edificio). Mientras ellos llegaban, los chicos casi habían conseguido tranquilizar a las dos muchachas. Ainoa estaba roja como un tomate y Justin sonrió para sí, sólo él sabía que había una razón más fuerte que el enfado para que estuviera colorada: Eliot la había cogido; aunque fuera sólo para apartarla de la pelea. Violeta escuchó toda clase de improperios con la que ya no sabía si podría volver a hablar, con lo bien que le había caído... Siempre igual, terminas por saber si puedes fiarte de alguna sola persona en toda la faz de la Tierra. ¿Y si eran los del grupo los que no eran de fiar? Puf, no tenía ni idea, pero su corazón le decía que permaneciera con ellos, y ciertamente era lo único que tenía.
Al rato, se quedó mirando a Daniel, que ahora que ya no tenía que tranquilizar a las muchachas miraba al suelo mientras se apoyaba en la pared, y un pequeño mechón de pelo le cubría los ojos.
-Oye, Dani...
-Dime.
-¿A ti no te ha molestado lo que ha dicho de ti?
-La verdad, me ha dolido más que tú la creyeras. Pero bueno, no es tu culpa, tampoco nos conoces demasiado. -sonó la campana- Adiós, nos vamos a clase.
Violeta se quedó un poco parada. En eso no había caído ella... y era verdad que Dani parecía dolido. Pobre, con todo lo que me ha ayudado sin ni siquiera conocerme...

***

-Estás loca. -le llegó el Whatsapp de Justin.
-¡Que no! ¡Joa, Justin, ¿tú la has escuchado?! ¡Ha dicho que Dani y Eliot son unos putones!
-Anda... ¿Ves? -desde su habitación, el muchacho sonrió pícaro- Ya sé por qué te has enfadado de pronto tan de repente... ¿No has podido evitarlo al imaginarte a Eliot liándose con otra, eh?
Ainoa se sonrojó de nuevo.
-No es eso.
-No, qué va. -contestó con sarcasmo.
-Aún así... Enfadarme tanto como para llegar a intentar pegar a alguien no es muy normal en mí...
-Estás enamorada. Nunca se es normal cuando estás enamorada, y ni tú misma te entiendes.
-Si tú lo dices... Supongo que tienes más experiencia.
-Ajá. A mí en cambio me preocupa más Estrella. Lo normal sería que intentara pararte o que se quedara sin saber que hacer o apartada conmigo, no que se uniera a la pelea.
-Ya... Creo que a lo mejor le ha dolido bastante que le dijeramos niña pequeña (y sólo porque es muy inocente y risueña... La verdad es que parece que tenga pensamientos de niña pequeña).
-Los niños serán los primeros en llegar al paraiso.
-Ya empezamos con tus ñoñerías.
-Jajaja. No sé; pero si es más feliz así, ¿qué problema tiene?
-Que la realidad le golpeará con un buen golpe en la cara.
-Pues en ese caso nosotros estaremos ahí para conseguir que la esquive.
-¿Estás seguro?
-Yo creo que sí.

***

Peter se quedó mirando el atardecer desde el tejadillo. Los rayos se reflejaban en su pelo negro haciendo que pareciera claro de nuevo. Se estaban colando en un edificio abandonado para hacer vanguardismo con unos amigos, y él se había quedado allí parado mirando el precioso atardecer, dejándose llevar por sus pensamientos. Se preguntaba por qué plagaba su vida de tantas mentiras día tras día; por qué todo a su al rededor era una gran mentira. Acabó por contestarse que aquello era porque las mentiras eran mucho mejores que las verdades que la vida le ofrecía.
-¡Ey! ¿Piensas quedarte ahí a que te pillen? -llamó la atención uno de sus colegas.
-¡No, ahora mismo voy! -le respondió él.
Miró por última vez el atardecer y saltó la tapia.
 

domingo, 3 de noviembre de 2013

Amigos





Muchas veces no nos damos cuenta de quién es tu verdadero amigo hasta que piensas en cómo lo perdiste.



Andaba lentamente por la calle, pensando en él mismo, en su conversación con la tía de Daniel y en lo que podría haber o no significado la charla por teléfono con Agustín.

Pasó junto de un chico con un cuerpo enorme y el pelo negro.

-Perdón – susurró al darle un suave golpe con la mochila sin querer.

-Mira por dónde vas, maricón – le gritó el chico. Aquello le sonó demasiado. Se giró rápidamente.

-¿Pedro?

-¡Te dije que no me llamases Pedro, imbécil!

-¿¡Te has tintado el pelo!? - exclamó Justin sin esconder su sorpresa. La verdad es que el cambio sorprendía, pero no podía negar que le quedaba muy bien. Hacía que los rasgos suaves de su cara pareciesen fuertes y más angulosos, y el tono oscuro de su pelo conseguía que su mirada pareciese más profunda.

-¿¡Alguien ha dicho que podías preguntarme algo!? - le gritó Peter.

Justin miró hacia ambos lados, estaban solos. Suspiró y dio un paso hacia él.

-Pedro, aún no me explicaste porqué cambiaste de opinión tan de repente.

-No tengo nada que explicarte – dijo nervioso mientras Justin daba un paso más - ¡No te acerques más!

Justin apretó los puños.

-¿Recuerdas lo que me dijiste en el parque?

-Claro que lo recuerdo – dijo Peter con un cambio repentino de tono de voz -, claro que me acuerdo...

-¿Y qué te ha pasado desde entonces? - le preguntó el chico intentando ser cariñoso.

Peter susurró un taco antes de levantar la mirada hacia los ojos de Justin, sosteniéndole la mirada.

-Que me di cuenta de que en realidad, me gusta ser así.

Justin sintió un escalofrío.

-¿Te gusta ser cruel con la gente?

-No puedo negar que no, pero es una manera bastante eficaz de descargar el enfado.

-¿No podrías simplemente contarle lo que te pasa a alguien?

-No soy de ese tipo de personas que cuando están mal necesitan contarle a alguien lo que les pasa. No soy así de débil.

-¿Eso te parece ser débil? - dijo tan contrariado el chico que no pudo evitar decirlo de una manera despectiva. Peter hizo una mueca – A mi lo que me parece débil es tener la fuerza suficiente como para cambiar y no tener la voluntad para hacerlo.

Peter apretó los puños y se tensó.

-Lo digo muy en serio, Pedro – siguió hablando Justin -, puedes descubrir realmente quién eres, no hace falta que te escondas bajo un comportamiento repelente.

-Es extraño que a los demás no les parezca tan repelente – intentó protegerse el chico muy enfadado pero incapaz de decir algo coherente.

-Puedo asegurarte que si le preguntas a cualquier persona que te conozca dirá que te odia, y en lo que se refiere a tus supuestos amigos, estoy bastante seguro de que te tienen miedo y que por eso te hacen caso.

-¿A qué viene esto? Pensaba que querías ayudarme.

-Me he cansado de intentar apoyarte y de demostrarte que estoy aquí para ayudarte sin ver un solo mísero cambio en ti que valga la pena – dijo Justin muy enfadado pero sin embargo con un tono muy tranquilo – He arriesgado a mis amigos y a mi pareja por ti, sinceramente pienso que puedes irte un poco a la mierda.

Peter lo miró en silencio, realmente sorprendido, mientras Justin se daba la vuelta y se alejaba enseñándole el dedo corazón de una manera muy poco elegante.

***

-¡¿Puedes creerte que he sacado un 9'9 ?! - le dijo enfadada y contrariada Samanta – Me parece increíble que no sea capaz de ponerme un diez. Estúpida vieja.

Violeta río, y se tapó la boca para que no se viese.
-Pero ¿sabes porqué te ha quitado esa milésima?

-¡Dice que me falta esfuerzo¡ ¡Esfuerzo, dice!

-Shh, no grites tanto, que te van a oír – río Violeta en voz baja.

-Bueno, al menos mi madre va a hablar con ella esta tarde, porque es que además la ha llamado, ¿sabes? - Violeta la miró extrañada – No sé por qué ni para qué. Cada vez estoy más convencida de que esa loca me tiene manía.

-Me tienes de tu parte, no te preocupes.

-Me alegro – dijo ella sonriéndole y abrazándola suavemente.

Siguieron caminando en silencio unos segundos por los pasillos para ir a la puerta. La multitud de alumnos que bajaba con ellas las obligaba a andar demasiado apretadas. Había un murmullo inaguantable proveniente de sus compañeros. Es en esos momentos, en los que Violeta echaba de menos el orden de su antiguo instituto privado.

-Escucha – le dijo Samanta al oído - ¿Puedo hacerte una pregunta?

-Claro, dime – le respondió sonriente Violeta.

-¿Te molestaría que Daniel te pidiera salir? - dijo muy seria ella.

-Somos... amigos... ¿Por qué lo dices?

-Porque creo que le gustas mucho. 

Violeta carraspeó antes de hablar.

-No lo creo, y si me pidiese salir no sabría por qué, la verdad. 

-¿Ah no? - por fin salieron del edificio y fueron teniendo más espacio. Fuera hacia muy buen tiempo – Violeta – Samanta parecía algo triste y muy seria – No pienses mal de mí si te digo esto...

-Nunca podría pensar mal de ti.

-Algunas personas hablan mal de Daniel. 

-Pero ¿por qué? 

-Por lo que dije ayer, y añadiendo lo guapa que eres lo empeora mucho – dijo ella sonriendo tímidamente.

-No digas tonterías.

-Todos los chicos te miran el trasero cuando sales a la pizarra y las demás de la clase te tienen envidia.

Violeta sintió que se sonrojaba. Decidió que era mejor hablar de otra cosa que de su cuerpo.

-Sigo sin entender porqué hablan mal de Daniel. 

-Pues porque es muy borde con los que no conoce, ya lo sabes, y sencillamente, porque está muy bueno.

-Pues a mí me parece más guapo Eliot, o Justin.

-Justin es gay.

Violeta la miró sorprendida unos segundos. Qué directa.

-Aún así es muy guapo también. Su novio estará orgulloso - dijo aún titubeante. 

Samanta miró al suelo.

-Entonces, ¿no te gusta Daniel?

-Solo somos amigos... - intentó asegurarle Violeta.
-Pues a mí me parece que tú a él le gustas, en serio – dijo ella con voz lastímera – y eso me preocupa.

Violeta iba a preguntarle por qué cuando Daniel apareció delante de ambas.

-Hola, Violeta – la saludó dándole dos besos y un abrazo.

-Hola – dijo ella sonriendo.

-Hola Samanta – dijo él sonriendo a duras penas al mirarla.

La chica no le contestó. Le dio dos besos a Violeta y salió sola del instituto.

-Vaya, qué raro.

-Sí... - murmuró él observándola irse. Decidió cambiar de tema - ¿Te apetece ir a comer a algún lado?

-¡Claro! ¿A dónde?

-Depende de qué quieres comer – dijo el chico, que solo había pensado en una hamburguesería.

-Bueno, las hamburguesas no me gustan nada – lo avisó ella sonriendo a la vez que se encogía de hombros. Dani gritó en su interior – pero he visto esta mañana una bocadillería muy mona. La comida tiene muy buena pinta.

-¿Almuerzas habitualmente bocadillos? - le preguntó él divertido.

-No, pero tengo mucha hambre, y no llevo mucho dinero encima.

-Está bien. Tú guías entonces.

Violeta le sonrió y ambos salieron del instituto.
A pesar de que el resto de los alumnos no los empujaba, iban muy juntos.


***

-¿¡Tienes idea de lo que acabas de hacer!? - le preguntó muy enfadado a la pobre secretaria.

-Sí, lo siento mucho señor... - se disculpó por milésima vez.

-¡Sentirlo no va a cambiar nada! ¡¿Te das cuenta de que es posible que hayas arruinado este proyecto?! ¡He invertido mucho dinero, Lisa!

-De verdad, soy consciente. Lo siento muchísimo.

-Sabes que podría echarte, ¿verdad? - la joven asintió, con lágrimas en los ojos – De echo es lo que debería hacer.

-Lo veo justo señor, he sido una idiota.

-No has sido una idiota pero has tenido un fallo digno de un idiota, Lisa. Es posible que tenga que echar a personal para poder recuperar el dinero que acabo de perder – ella asintió, asustada –. Sin embargo – dijo él con una voz neutra – , os necesito a todos aquí. Así que no echaré, pero tendrás de hacerlo todo perfecto si no quieres ganar puntos.


-¡GRACIAS, MUCHÍSIMAS GRACIAS, SEÑOR!

-De nada, Lisa. Vuelve al trabajo, por favor.

-De verdad, Gracias. Le prometo que no le defraudaré – dijo la secretaria antes de salir por la puerta del despacho.

Rubén se dejó caer con fuerza en el sillón giratorio de cuero negro. Tenerlo en su despacho había sido algo que había querido tener desde que era adolescente, sentía que le daba autoridad y le parecía divertido girarse dramáticamente en él al hablar con alguien.

Miró por millonésima vez la foto que tenía sobre el escritorio.
Violeta salía preciosa. Aquellos ojos parecían mirarlo y llamarlo continuamente.
Estaba seguro de que la quería a su lado para siempre.

***

Llevaba esperando unos segundos, cuando una voz ronca le habló al oído.

-¿Lo has pensado ya?

Jorge se giró y lo miró sin poder evitarlo de arriba a abajo.
La camiseta que llevaba hacía que se le marcasen los hombros y los músculos de las brazos.
Sintió un escalofrío. Aquel chico era tan sexy. Cada sonido de su voz conseguía sacarlo de la realidad.
Además, el nuevo corte de pelo le favorecía demasiado, parecía perfecto. Vio a un grupo de chicas mirarlo de una manera muy pervertida antes de seguir andando.

-¿Nuevo corte de pelo?

-Eso me han dicho.

Jorge sonrío. Se pasó una mano por el pelo.

-¿Te apetece comer algo? Invito yo.

-Está bien – aceptó felizmente el chico.

Andrés empezó a andar y él fue detrás de él.

-¿No te molesta que nos vean juntos?

-¿A mí? ¿Por qué iba a molestarme? Si intento salir contigo, esconderte del mundo no sería un punto positivo para mí.

-Ni agradable tampoco.

-Exactamente. Y lo último que quiero es hacerte daño.

Jorge suspira, le encanta Andrés, lo que le dice, su tono de voz, su físico, pero no lo conoce bien, y además quiere a Javi.

El chico señala una cafetería y ambos van hacia allí. Todos los clientes los miran extrañados cuando Andrés le coge la mano y lo lleva hacia una mesa junto a una ventana.

-¿Qué van a pedir? - la camarera mira con recelo al chico, que se pasa una mano por su perfecto pelo rubio.

-Lo que pida él.

Eso lo pilla desprevenido. Jorge se acomoda en la silla bajo la estresante mirada de la camarera y le pregunta que hay en el menú y los precios de cada comida. Acaba decidiéndose por una simple ensalada. Andrés lo mira fijamente unos segundos.

-Lo siento, es que me has pillado desprevenido, y no sabía qué pedir.

-No, no te preocupes. Me alegra que hayas pedido una ensalada, me será más fácil de comer.

-¿Por qué?

-Porque soy diabético.

-¿¡Qué!? ¿Y por qué no lo has dicho antes? ¡Podríamos haber pedido otra cosa!

-Tranquilo, ya me he inyectado la insulina y además puedo tomar verduras.

-¿Estás seguro? No quiero que te pase nada.

Andrés sonríe y lo mira fijamente a los ojos.

-Lo digo porque yo no sabría cómo ayudarte.

-Solo tendrías que llamar a una ambulancia. No es muy difícil y es muy lógico, ¿no te parece?

-Aún así me parece preocupante. ¿Seguro que estarás bien?

-Te lo prometo.