sábado, 17 de mayo de 2014

Demons





A veces, lo único que quieres es estar solo


Anda por el pasillo de la empresa. Todos lo observan pasar entre desconcertados y confundidos, y más de una mujer lo ha mirado ya de arriba a abajo, pero se mantiene recto y serio hasta llegar a despacho, donde lo espera su nueva secretaria.

-Señor Romero – lo saluda esta mientras pasa a su lado al interior de la enorme habitación.

No se digna siquiera a contestar ni a saludarla, pero asiente, complacido por el respeto que parece que ella siente por él.

-¿Este es el despacho de tu jefe?

-Sí, efectivamente.

Se acerca al enorme escritorio de madera oscura y acaricia el asiento de cuero negro antes de sentarse en él secamente, sin hacer ningún tipo de ruido.
Observa todo lo que tiene delante de él.

-¿Quién es la chica de la foto? ¿Una sobrina?

-Es su novia, señor.

-Oh, vaya. Parece que Rubén tiene gustos que están mal vistos en nuestra sociedad actual.

La joven se tensa, puede notarlo en su espalda y sus hombros, pero no dice nada.

-¿Quiere algo más señor?

-No, gracias, puede irse. La avisaré si necesito saber algo.

La secretaria asiente y sale del despacho muy recta.
Le gusta. Toda la empresa le encanta de echo.

Gira el asiento para poder ver la cristalera de detrás y contempla como la ciudad va despertándose.

Ahora, el trabajo es suyo.

***

-¿Qué le ha pasado al jefe? - pregunta uno de los empleados en la cafetería lo suficientemente alto como para que todo el mundo lo escuche.

Rápidamente, el silencio se hace y todos dirigen la mirada hacia la secretaria del hombre en cuestión, que bebe tranquilamente su café.

-Está de baja por depresión – dice ella sin atreverse a mirar a nadie a los ojos.

-¿Qué ha pasado? - pregunta una mujer regordeta que se sienta rápidamente a su lado.

-Su novia lo ha dejado.

El silencio dura unos segundos más antes de que todo el mundo exclame en un murmullo realmente ensordecedor.

-¿Su novia era aquella niña que podría ser su hija?

-No me esperaba que pudiera deprimirse por algo así.

-Quizá estaba muy enamorado de ella.

En ese momento, un hombre trajeado y con expresión muy seria atraviesa el pasillo y se coloca en la entrada de la cafetería.

-Buenos días a todos. Como ya sabréis, vuestro anterior jefe, Rubén, no vendrá por unas semanas, quizá unos meses – empieza a decir el hombre – Os pediría que todo vaya bien durante ese tiempo en el que yo haré su trabajo, pero sé que será así. Dentro de una hora, vendrá un jefe muy importante de nuestra empresa en China, y necesito que todo sea perfecto. Cuento con vosotros.

Unos segundos más tarde, la secretaria y él desaparecen de la cafetería en el mayor de los silencios.

-¿Unos... meses?

***

Se sienta en su sitio y empieza a sacar su material para la clase de tecnología-taller.

El resto de los alumnos demuestra estar mucho más excitado que ella por la idea de cortar y pintar madera.
Una chica no tarda en acercársele.

-¿Ainoa?

-Buenos días – saluda secamente ella.

La chica tiene que luchar por no dar un paso hacia atrás.

-¿Qué te ha pasado? Tienes una pinta horrible.

Estrella se une a ellas en ese momento.

-Aino, hoy no iré a clase hasta la última hora, ¿de acuerdo? Me he unido a la excursión al teatro con los de segundo.

-Pásalo bien - dice ella sin pensar en el penoso tono de voz con el que habla.

-Mejórate – le dice su amiga con una sonrisa triste.

-Lo haré.

La otra chica sigue mirándola sin entender.

-Sea lo que sea... - empieza a decir ella algo contrariada - ...espero que te mejores también.

-Muchas gracias.

Su compañera la abraza y la deja sola.

Realmente, es lo único que quiere. Eso, y que nadie sepa lo que le pasa. 

sábado, 3 de mayo de 2014

Sucesos extraños




A veces, las cosas inesperadas, son las que más importancia tienen; pero al pillarnos por sorpresa consiguen que no les demos importancia.

- ¿Sabes? A veces me pregunto porque decidiste quedarte tan solo - Justin levanta la mirada hacia él apretando un poco la mandíbula - Quiero decir, me pareces un tío muy... - buscó las palabras para definirlo con algo de esfuerzo - bueno y muy amigable, creo que tienes todas las dotes para poder caer bien a todo el mundo. Pero en vez de eso, estás... así, juntándote con unos pocos chicos al salir de clase pero completamente solo dentro de esta, hablando algunas veces con Marga.

 - No a todos nos gusta tanto ser el centro de atención como a ti ¿sabes? Hay gente para todo.

 - Hombre, ya. Que yo también he estado así, no te creas. Sólo digo... que creo que podrías probarlo, a lo mejor te gustaría. O sea, ¿por qué estar solo cuando puedes estar con gente y caer bien a todo el mundo?

 - No es tan fácil ¿sabes?

 - No has respondido a mi pregunta, yo dije "por qué" - dijo Peter como tantas veces le decía él mientras resolvían los problemas, mientras volvía a un nuevo ejercicio de Matemáticas. Después del éxito del anterior examen, a Peter le había gustado la idea de tenerlo como profesor particular de vez en cuando, por raro que pareciera.
Justin lo pensó un momento mientras miraba por la ventana, buscando en sus adentros. Realmente no tenía por qué responderle a algo así, tan de su vida íntima, igual que Pet tampoco lo hacía; pero por alguna razón quiso hacerlo.

 - Quizá porque... Quizá porque se está mucho más cómodo estando así. Quiero decir, es más sencillo quedarse como ya estás acostumbrado a buscar un cambio. Aunque no te niego que a veces me gustaría ser más... como tú.  - se lo pensó e hizo una pequeña mueca, tras la que se rectificó - Como tú pero sin las drogas, los cigarros, sin el alcohol y con buenas notas. 

Peter respondió a esa rectificación con una pequeña sonrisa pícara de medio lado. Justin, a veces, no podía evitar pensar que era muy sexi; pero aún así no se explicaba en qué pensaban todas aquellas chicas a las que se llevaba a la cama. Es decir, ¿no se daban cuenta de que sólo quería divertirse con ellas un rato, una noche? Y de ser así ¿no les importaba? Seguramente no.

 - Entiendo lo que dices.  - le contestó él. 

A Justin aquello le molestó, no pudo evitar apretar los dientes.

 - Tú no sabes lo que es estar solo.  - le reprochó. Él siempre había sido el centro de atención. Siempre había tenido todo lo que quería sin nada de esfuerzo. ¿Cómo podría entenderlo él?
Peter se rió por dentro, en silencio, sarcásticamente.

 - Y tú no sabes lo que dices.

Justin frunció el ceño, cuando Peter se levantó, dándole la espalda. Cogió un bolso de hombre, de cuero marrón, y se lo colgó al hombro.

 - ¿Qué te parece si nos vamos a dar una pequeña vuelta y así cogemos aire y nos espabilamos? No se tú, pero yo creo que con esta grandísima concentración no vamos ha hacer na'. Y para no hacer na' prefiero hacerlo dando una vuelta que aquí encerrado.

 - Sí, tienes razón. Salgamos un rato.  - aceptó Justin.
Cuando ya estaban en la entrada, liándose un cigarro, Peter se volvió al interior de la casa.

 - ¡Adiós mamá, adiós Óscar! ¡Vamos a salir!  - avisó.

 - ¿Volverás para cenar o no te preparo nada?  - preguntó su madre con otro grito desde dentro.
No sólo Justin se quedo un perplejo; si no que también Peter titubeó un poco.

 - Eh... ¡Ceno aquí!

En cuanto Pedro cerró la puerta detrás de ellos, Justin comenzó a preguntar.

 - ¿Cómo puede ser posible que tu madre te pregunte si vas a estar aquí para cenar o pasarás la noche fuera así como si nada? ¿Es que no le tienes que pedir permiso antes de irte por ahí?

 - A mi madre le da exactamente igual lo que yo haga. Para ella lo único importante de mis salidas es si podrá permitirse preparar un plato menos para cenar.

 - Eso es imposible.  - objetó Justin, completamente convencido.

 - Eso es imposible  - repitió Peter - : para sus pequeñajos. Pero ya hace tiempo que relegó de mí en su condición como madre. ¿Quieres uno?  - cambió de tema ofreciéndole un cigarrillo.
Justin se quedó un momento parado y después negó con la cabeza. Peter se rió.

 - Deberías de ver la cara que pones. Es casi para hacerte un cuadro.
Peter tomó una calada de su cigarro, provocando que Justin estornudara con su humo.

 - Uy, lo siento.  - se disculpó Peter, un tanto sorprendido, al estar acostumbrado a que la gente con la que iba estaba habituada al tabaco igual o más que él. Se acordó de algo que Justin le había comentado sobre por qué su padre no tocaba el tabaco; pero no lograba acordarse bien -  ¿Estás bien?

 - Sí, tranquilo. El asmático es mi hermano  - adivinó sus pensamientos. Se aclaró la garganta -  Pero creo que mejor caminaré por ese lado, el viento viene hacia aquí.

 - Sí, mejor.

 - ¿Óscar es tu padrastro? -intentó sacar tema.

 - Ajá.

 - ¿Llamas a tu padrastro por su nombre?

 - Piénsalo, ¿cómo llamarías tu al tío que se acuesta con tu madre y que ni siquiera intenta hacer el papel de padre a cambio?
Justin se puso mentalmente en la situación.

 - Puto pervertido de mierda.  - contestó sin pensarlo antes.
Peter sonrió.

 - Es una opción mejor. La usaría, pero me echarían de casa. No me atrevo a decirle a mi madre eso de "o mi padrastro o yo".
Siguieron caminando hablando de trivialidades. Cotilleos del instituto que le contaba Peter (para mayor encanto de Justin, "el rey de los cotilleos"), conversaciones sobre las clases.
El pueblo de Peter era bastante bonito, no estaría mal vivir allí, aunque echaría de menos tener todo tan cerca como lo tenía en la ciudad. Si no estuviera tan lejos de la civilización, sería perfecto. Estaba asentado sobre las montañas, de formas que las calles eran laderas cortadas, había tierra, plantas y piedras por todas partes y las casas eran en su mayoría unifamiliares. Había pocas carreteras, que pasaban sólo por el centro del pueblo y lo cruzaban de arriba a abajo y de lado a lado en lo que eran sus calles principales.
Peter no iba tan derecho y con ese aire de superioridad típico de él como en el instituto. Miraba a los lados, hablaba con él tranquilamente con las manos en los bolsillos, a veces hasta miraba al suelo, como acostumbraba a hacerlo Justin. En un momento en que Peter estaba hablando mirando a sus pies, Justin levantó la cabeza y vio a un chico que los miraba con un gesto hosco, podía leer un mal sentimiento en sus ojos; pero no sabía si era rabia, rencor, asco, repulsión o decepción. Una mezcla bastante extraña de sentimientos, y que parecía capaz de hacer estallar una bomba. Jus hizo ademán de darle a Peter un codazo para que éste levantara la mirada. En cuanto lo hizo, los dos chicos cruzaron una mirada y Justin pudo notar como la tensión aumentaba en el aire. Pocos segundos después de esa encarnizada batalla de miradas, el chico les volvió la cara y Peter miró al suelo tragando saliva, casi impulsado a hacerlo. En cuanto el chico, que iba en dirección contraria a ellos, paso por su lado, Peter tiró el cigarrillo al suelo (el cual aún estaba por la mitad) y lo aplastó a conciencia. Todo para que, medio minuto después, sacara otro exageradamente, casi con enfado, y volviera a encenderlo y ponerlo entre sus labios.
-¿Quién era ese? -preguntó Justin.
-¿Ese? Nadie, sólo un conocido.
Justin podría decirle que no creía que un "sólo conocido" le hiciera comportarse así; pero si algo había aprendido de las clases con Peter, era que este nunca respondía. Si a la primera no había funcionado, a la segunda sólo conseguiría que lo ignorara, y a la tercera enfadarle. No valía la pena. 

                                                                 ***
Rubén estaba un tanto decepcionado con Raúl porque este no había sabido decirle nada. Le dijo que intentara olvidarla y que, si esta realmente le quería o lo había hecho, ya volvería o le daría la oportunidad de explicárselo todo.
Según Raúl, alguien que realmente ha querido a alguien, no sale con otra persona a los dos días de cortar con él. Rubén se enfadó un tanto ante esta afirmación; pero lo peor era que sabía que tenía razón. Debería olvidarla.
Pero no se puede olvidar a alguien con quien has pasado tan buenos momentos.
Cerraba los ojos y recordaba a Violeta, su risa, su sonrisa, sus ojos, su... todo. Aún recordaba cuando había empezado a gustarle y pensaba que estaba loco. Y cuando, más tarde, terminó enamorándose de ella. Antes de que salieran, Rubén no podía evitar ponerse nervioso cada vez que hablaba con ella o la tenía cerca. Muchas veces, empezaba a temblarle la pierna, no podía evitar mirar al suelo o tartamudeaba un poco. Esto le hacía gracia a la chica, que se reía cada vez que le pasaba y que, cuando se enteró de que esto era porque le gustaba, pensó que era adorable. Rubén había hecho cualquier tipo de locura o tontería para llamar la atención de ella, con lo que después se sentía imbécil, pero todo aquello se quitaba cuando la veía sonreír después de hablar con él. Y es que, cada vez que hablaban cinco minutos, equivalían a un día entero de estar contento e hiperactivo para él.
Habían pasado tan buenos momentos...
Y de todo esto, ¿qué les quedaba?
Nada, tan sólo recuerdos fantásticos que ahora se tenía que esforzar por olvidar.
Soltó un suspiro y se dejó caer en el respaldo del sofá. Entonces, un papel voló hasta su regazo. Lo cogió y le dio la vuelta, era una de las fotos de Violeta que había estado mirando y ahora estaban sobre su escritorio. Era extraño, porque no recordaba haber dejado ninguna ventana abierta. Decidió dar una vuelta por la casa para averiguar de dónde venía la corriente; pero antes se quedó un momento sentado para observar la fotografía. Si no fuera porque no creía en esas cosas, Rubén habría pensado que se trataba de un aviso del destino.
                                                              ***
Jorge estaba en la casa de Andrés, el cual estaba mucho más recuperado de su pelea con Samuél y los demás imbéciles. Estaban jugando a la Play, sentados con las piernas cruzadas en el cuarto del chico, sonriendo. Siempre sonreían cuando disfrutaban de la compañía del otro. Hablaban y reían, se picaban entre sí y se gastaban bromas. Aunque ese día Jorge estaba un poco perdido en sus pensamientos, hacía una semana desde que estuvo en la casa de Violeta, y presentía que esta aún se encontraba mal; sólo que ahora estaba mal y sola. Realmente esperaba que sus nuevos amigos fueran amigos de verdad y que se dieran cuenta de cuando estaba mal.
En un momento dado, Andrés le dio un dulce y apasionado beso en los labios. Jorge no le correspondió demasiado, y Andrés lo atribuyó a que lo había pillado desprevenido, ya que lo había besado mientras él estaba perdido en sus pensamientos. Pero la verdad es que Jorge empezaba a sentirse mal, y, mientras Andrés lo besaba, una imagen de Javi había cruzado un instante por su mente, dejándole completamente parado. Ahora no conseguía quitarse su imagen de la cabeza, no entendía qué le pasaba.
Andrés le pasó una mano por la pierna con dulzura.

- ¿En qué piensas?
Jorge no le contestó, apenas lo escuchó. Se levantó corriendo y fue al baño, con ganas de vomitar. Pero no echó nada. Entonces se dio cuenta de que el sentimiento no era físico; si no producido por su conciencia, y la imagen de Javi estaba indeleble en su cabeza. No lo entendía, era realmente extraño. Hacía ya meses que no salía con él, y no le debía nada a Javi; aunque al principio hubieran pasado muy buenos momentos, al final había conseguido hacerle mucho daño, y había pasado de él mientras los demás lo atacaban. Ahora se había dado cuenta, había tardado, pero lo había acabado haciendo.
Recordó el mensaje que le había mandado Javier la noche anterior. Era una foto con los dos besándose y un mensaje de "las cosas buenas... Qué pronto se olvidan, ¿eh?". Lo había llamado y no había tardado en darse cuenta de que estaba borracho. Aunque era verdad lo que le había dicho a Violeta de que Javi lo había entendido y habían quedado como amigos, este se lo había dicho con gesto hosco, se había dado la vuelta y se había alejado de él. Ahora sabía que aún se sentía resentido por ello, como decía el dicho: <<los niños, los locos y los borrachos nunca mienten>>.
Había pensado en contárselo a Andrés para que le diera consejo; pero no estaba seguro de ello. Creía haber notado que Andrés era un tanto celoso, y Violeta ya tenía demasiados problemas como para ocuparse de los suyos también. Había decidido que se lo contaría todo a Lara en cuanto la viera, y eso sería al día siguiente. Por fin podría desahogarse con alguien.
                                                              ***
Habían ido a la discoteca toda la pandilla. Ainoa volvía de haber estado bailando con Violeta y Estrella con una bebida en la mano. Las había dejado en la pista y se había vuelto con los chicos, estaba bastante cansada. Vio a Eliot y a Dani a duras penas: un grupo de chicas tontas, muchas de ellas con escotes demasiado grandes, se arremolinaban ante ellos intentando llamar su atención, sobretodo la de Eliot. Él les sonreía, realmente era muy inocente y no terminaba de darse cuenta de que ellas cinco competían por liarse con él. A su lado, Dani, que ya les había dejado claro antes que tenía novia, se aguantaba la risa por no reírse en las narices de él.
<<Zorras>> pensó Ainoa. Vio la cara de Eliot cuando intentó acercarse a Justin sin para de mirarlos. Parecía feliz, sonreía, se reía y captaba toda su atención en aquellas chicas. ¡¿Cómo era posible que cualquier chica desconocida que pasara pudiera llamar más la atención de él que ella?! Las observó detenidamente. Claro, ella lo sabía, cómo no iba a ser así con aquellos cuerpos, tan delgaditas, con aquellas curvas de vértigo... Y parecían tan seguras de sí mismas <<como para no estarlo>>. Pensó. Todo lo contrario de ella.
Sus ojos comenzaron a arder. Pero no se lo podía permitir, no derramaría una sola lágrima allí, no así. No quería ser el centro de atención por ponerse a llorar en una discoteca, y tampoco sabría qué responder si le preguntaban. Salió a la calle y notó como sus mejillas se humedecían, poco a poco, de lágrima a lágrima silenciosa.
Sintió unos brazos rodearle los brazos y la cintura. Aún tenía la bebida en la mano. Giró la cabeza y vio a Justin. En seguida se arrepintió de hacerlo, no quería que su amigo la viera llorar. Giró de nuevo la cabeza, tratando de ocultarse en los subsuelos. Justin la obligó a girarse y la abrazó con fuerza, con cuidado de que no se le cayera la bebida. Le pasó la mano con delicadeza por el pelo y la espalda, acariciándola. 

-Tranquila... - le dijo -  Sé lo que se siente. - recordó cuando Agus salía con esos chicos antes que con él sin quererlo - Pero te prometo que ellas nunca serán la mitad de lo que tú eres para El. Yo lo sé.
Ainoa se separó de él despacio y se secó las lágrimas.

 - Justin... Quiero estar sola. Tú vuelve a la fiesta.
Él asintió.

 - Búscame para lo que necesites.
Ainoa se sentó en el bordillo de la acera, con el vaso en la mano, pensando pero sin pensar en realidad, con la mente en blanco. De vez en cuando, se tomaba un sorbo de la bebida casi automáticamente.
Sintió una presencia a su lado.
El chico se sentó con ella, con una sonrisa.

 - ¡Ey! ¿Qué haces? No te he visto con los otros y me he preguntado dónde estarías.
Giró la cabeza para mirarle, pero ya sabía quién era: reconocería esa voz en cualquier parte.

 - He salido a tomar el aire.

 - Venga, Aino, para una vez que salimos de fiesta no te vas a quedar sola aquí, ¿no?  - Le pasó un brazo por encima de los hombros y la atrajo junto a él - Te invito a un baile, ¿vamos? Sabes que te encanta.

 - No... Ahora mismo no tengo ganas, El. Pero gracias.

 - Está bien. Pues me quedo aquí contigo.

 - ¿En serio? ¿No quieres irte a la fiesta?

 - ¿Y dejarte aquí sola? No gracias. Contigo estoy bien. Para eso están los amigos, ¿no? Que los demás sean una panda de ingratos y te dejen aquí sola no es mi culpa  - bromeó - . Además, también es verdad que eso está muy lleno, al cabo del rato harta. Pero disfrutemos, ya que estamos aquí, ¿no? Venga, alegra esa cara  - le dijo volviendo a abrazarla de lado con una sonrisa -  Un brindis por nuestra amistad.
Chocó su vaso contra el de ella. Ainoa se obligó a sonreír y ambos bebieron al mismo tiempo.
Pero Ainoa sabía que nunca la vería como nada más que una amiga. Y, aunque podría sentirse la chica más afortunada y más feliz del mudo, ya que Eliot había dejado a cinco chicas babeantes sólo por estar con ella y no dejarla sola; este hecho le dolía tanto que no conseguía disfrutar de ello.

viernes, 2 de mayo de 2014

Sucesos extraños


A veces, las cosas inesperadas, son las que más importancia tienen; pero al pillarnos por sorpresa consiguen que no les demos importancia. 


 
¿Sabes? A veces me pregunto porque decidiste quedarte tan solo. –Justin levanta la mirada hacia él apretando un poco la mandíbula– Quiero decir, me pareces un tío muy... –buscó las palabras para definirlo con algo de esfuerzo– bueno y muy amigable, creo que tienes todas las dotes para poder caer bien a todo el mundo. Pero en vez de eso, estás... así, juntándote con unos pocos chicos al salir de clase pero completamente solo dentro de esta, hablando algunas veces con Marga.No a todos nos gusta tanto ser el centro de atención como a ti ¿sabes? Hay gente para todo.Hombre, ya. Q yo también he estado así, no te creas. Sólo digo... que creo que podrías probarlo, a lo mejor te gustaría. O sea, ¿por qué estar solo cuando puedes estar con gente y caer bien a todo el mundo?No es tan fácil ¿sabes?No has respondido a mi pregunta, yo dije “por qué” –dijo Peter como tantas veces le decía él mientras resolvían los problemas, mientras volvía a un nuevo ejercicio de Matemáticas. Después del éxito del anterior examen, a Peter le había gustado la idea de tenerlo como profesor particular de vez en cuando, por raro que pareciera. 
Justin lo pensó un momento mientras miraba por la ventana, buscando en sus adentros. Realmente no tenía por qué responderle a algo así, tan de su vida íntima, igual que Pet tampoco lo hacía; pero por alguna razón quiso hacerlo.Quizá porque... Quizá porque se está mucho más cómodo estando así. Quiero decir, es más sencillo quedarse como ya estás acostumbrado a buscar un cambio. Aunque no te niego que a veces me gustaría ser más... como tú. –se lo pensó e hizo una pequeña mueca, tras la que se rectificó– Como tú pero sin las drogas, los cigarros, sin el alcohol y con buenas notas.
Peter respondió a esa rectificación con una pequeña sonrisa pícara de medio lado. Justin, a veces, no podía evitar pensar que era muy sexi; pero aún así no se explicaba en qué pensaban todas aquellas chicas a las que se llevaba a la cama. Es decir, ¿no se daban cuenta de que sólo quería divertirse con ellas un rato, una noche? Y de ser así ¿no les importaba? Seguramente no.Entiendo lo que dices. –le contestó él.
A Justin aquello le molestó, no pudo evitar apretar los dientes.Tú no sabes lo que es estar solo. –le reprochó. Él siempre había sido el centro de atención. Siempre había tenido todo lo que quería sin nada de esfuerzo. ¿Cómo podría entenderlo él?
Peter se rió por dentro, en silencio, sarcásticamente.Y tú no sabes lo que dices.
Justin frunció el ceño, cuando Peter se levantó, dándole la espalda. Cogió un bolso de hombre, de cuero marrón, y se lo colgó al hombro.¿Qué te parece si nos vamos a dar una pequeña vuelta y así cogemos aire y nos espabilamos? No se tú, pero yo creo que con esta grandísima concentración no vamos ha hacer na'. Y para no hacer na' prefiero hacerlo dando una vuelta que aquí encerrado.Sí, tienes razón. Salgamos un rato. –aceptó Justin.
Cuando ya estaban en la entrada, liándose un cigarro, Peter se volvió al interior de la casa.¡Adiós mamá, adiós Óscar! ¡Vamos a salir! –avisó.¿Volverás para cenar o no te preparo nada? –preguntó su madre con otro grito desde dentro.
No sólo Justin se quedo un perplejo; si no que también Peter titubeó un poco.Eh... ¡Ceno aquí!
En cuanto Pedro cerró la puerta detrás de ellos, Justin comenzó a preguntar.¿Cómo puede ser posible que tu madre te pregunte si vas a estar aquí para cenar o pasarás la noche fuera así como si nada? ¿Es que no le tienes que pedir permiso antes de irte por ahí?A mi madre le da exactamente igual lo que yo haga. Para ella lo único importante de mis salidas es si podrá permitirse preparar un plato menos para cenar.Eso es imposible. –objetó Justin, completamente convencido.Eso es imposible –repitió Peter–: para sus pequeñajos. Pero ya hace tiempo que relegó de mí en su condición como madre. ¿Quieres uno? –cambió de tema ofreciéndole un cigarrillo.
Justin se quedó un momento parado y después negó con la cabeza. Peter se rió.Deberías de ver la cara que pones. Es casi para hacerte un cuadro.
Peter tomó una calada de su cigarro, provocando que Justin estornudara con su humo.Uy, lo siento. –se disculpó Peter, un tanto sorprendido, al estar acostumbrado a que la gente con la que iba estaba habituada al tabaco igual o más que él. Se acordó de algo que Justin le había comentado sobre por qué su padre no tocaba el tabaco; pero no lograba acordarse bien– ¿Estás bien?Sí, tranquilo. El asmático es mi hermano –adivinó sus pensamientos. Se aclaró la garganta– Pero creo que mejor caminaré por ese lado, el viento viene hacia aquí.Sí, mejor.¿Óscar es tu padrastro? -intentó sacar tema.Ajá.¿Llamas a tu padrastro por su nombre?Piénsalo, ¿cómo llamarías tu al tío que se acuesta con tu madre y que ni siquiera intenta hacer el papel de padre a cambio?
Justin se puso mentalmente en la situación.Puto pervertido de mierda. –contestó sin pensarlo antes.
Peter sonrió.Es una opción mejor. La usaría, pero me echarían de casa. No me atrevo a decirle a mi madre eso de “o mi padrastro o yo”.
Siguieron caminando hablando de trivialidades. Cotilleos del instituto que le contaba Peter (para mayor encanto de Justin, “el rey de los cotilleos”), conversaciones sobre las clases. 
El pueblo de Peter era bastante bonito, no estaría mal vivir allí, aunque echaría de menos tener todo tan cerca como lo tenía en la ciudad. Si no estuviera tan lejos de la civilización, sería perfecto. Estaba asentado sobre las montañas, de formas que las calles eran laderas cortadas, había tierra, plantas y piedras por todas partes y las casas eran en su mayoría unifamiliares. Había pocas carreteras, que pasaban sólo por el centro del pueblo y lo cruzaban de arriba a abajo y de lado a lado en lo que eran sus calles principales. 
Peter no iba tan derecho y con ese aire de superioridad típico de él como en el instituto. Miraba a los lados, hablaba con él tranquilamente con las manos en los bolsillos, a veces hasta miraba al suelo, como acostumbraba a hacerlo Justin. En un momento en que Peter estaba hablando mirando a sus pies, Justin levantó la cabeza y vio a un chico que los miraba con un gesto hosco, podía leer un mal sentimiento en sus ojos; pero no sabía si era rabia, rencor, asco, repulsión o decepción. Una mezcla bastante extraña de sentimientos, y que parecía capaz de hacer estallar una bomba. Jus hizo ademán de darle a Peter un codazo para que éste levantara la mirada. En cuanto lo hizo, los dos chicos cruzaron una mirada y Justin pudo notar como la tensión aumentaba en el aire. Pocos segundos después de esa encarnizada batalla de miradas, el chico les volvió la cara y Peter miró al suelo tragando saliva, casi impulsado a hacerlo. En cuanto el chico, que iba en dirección contraria a ellos, paso por su lado, Peter tiró el cigarrillo al suelo (el cual aún estaba por la mitad) y lo aplastó a conciencia. Todo para que, medio minuto después, sacara otro exageradamente, casi con enfado, y volviera a encenderlo y ponerlo entre sus labios.
-¿Quién era ese? -preguntó Justin.
-¿Ese? Nadie, sólo un conocido. 
Justin podría decirle que no creía que un “sólo conocido” le hiciera comportarse así; pero si algo había aprendido de las clases con Peter, era que este nunca respondía. Si a la primera no había funcionado, a la segunda sólo conseguiría que lo ignorara, y a la tercera enfadarle. No valía la pena.
 
***
 
 

Rubén estaba un tanto decepcionado con Raúl porque este no había sabido decirle nada. Le dijo que intentara olvidarla y que, si esta realmente le quería o lo había hecho, ya volvería o le daría la oportunidad de explicárselo todo. 
Según Raúl, alguien que realmente ha querido a alguien, no sale con otra persona a los dos días de cortar con él. Rubén se enfadó un tanto ante esta afirmación; pero lo peor era que sabía que tenía razón. Debería olvidarla.
Pero no se puede olvidar a alguien con quien has pasado tan buenos momentos.

Cerraba los ojos y recordaba a Violeta, su risa, su sonrisa, sus ojos, su... todo. Aún recordaba cuando había empezado a gustarle y pensaba que estaba loco. Y cuando, más tarde, terminó enamorándose de ella. Antes de que salieran, Rubén no podía evitar ponerse nervioso cada vez que hablaba con ella o la tenía cerca. Muchas veces, empezaba a temblarle la pierna, no podía evitar mirar al suelo o tartamudeaba un poco. Esto le hacía gracia a la chica, que se reía cada vez que le pasaba y que, cuando se enteró de que esto era porque le gustaba, pensó que era adorable. Rubén había hecho cualquier tipo de locura o tontería para llamar la atención de ella, con lo que después se sentía imbécil, pero todo aquello se quitaba cuando la veía sonreír después de hablar con él. Y es que, cada vez que hablaban cinco minutos, equivalían a un día entero de estar contento e hiperactivo para él.
Habían pasado tan buenos momentos...
Y de todo esto, ¿qué les quedaba? 
Nada, tan sólo recuerdos fantásticos que ahora se tenía que esforzar por olvidar.
Soltó un suspiro y se dejó caer en el respaldo del sofá. Entonces, un papel voló hasta su regazo. Lo cogió y le dio la vuelta, era una de las fotos de Violeta que había estado mirando y ahora estaban sobre su escritorio. Era extraño, porque no recordaba haber dejado ninguna ventana abierta. Decidió dar una vuelta por la casa para averiguar de dónde venía la corriente; pero antes se quedó un momento sentado para observar la fotografía. Si no fuera porque no creía en esas cosas, Rubén habría pensado que se trataba de un aviso del destino.

domingo, 20 de abril de 2014

Hazy



Cause without you things go hazy 

                                     - Rosi Golan

Carraspea y baja la mirada, claramente nervioso.
Violeta no consigue articular palabra correctamente. 

 - Da... Dani...

Una chica sentada relativamente lejos pero que aún así está atenta a la conversación no puede evitar una sonrisa melancólica, Pobre chico, piensa contrariada.

 - Esto es tan... no me lo esperaba, perdona - intenta arreglar su reacción Violeta.

 - ¿Te ha molestado?

 - ¡No! ¡Claro que no! ¿Cómo iba a molestarme algo así? - deja que una sonrisa nerviosa aparezca en su cara, aunque es más bien una mueca. ¿Cómo se supone que tiene que reaccionar a eso? Nunca nadie le había dicho algo así , a parte por supuesto de Rubén.

 - ¿No tienes nada que decir al respecto? - la saca Dani de sus pensamientos, impaciente. Al momento se arrepiente, presionarla no volverá la situación menos incómoda.

 - Bueno... yo... - Violeta deja con suavidad las manos sobre su regazo - no sé cómo tomármelo. Sé que no es nada malo, pero ha sido tan... repentino... No llevamos apenas unas semanas y ya...

 Dani enrojece. Quiere irse, salir corriendo, escapar y esconderse, pero se mantiene correcto, y dentro de lo que cabe aguanta el arrepentimiento con toda su fuerza de voluntad.
Debería sentirse liberado y aliviado, pero en cambio, la tensión aumenta por momentos.

 - Perdona... no pretendía que fuera tan incómodo - se disculpa con una voz dulce y un tono controlado, esperando esconder sus sentimientos una vez más.

 - No... no te disculpes - se apresura a decir ella, se masajea las muñecas intentando liberar algo de tensión - Lo que me ha sorprendido ha sido la rapidez, eso es todo, normalmente suele pasar más tiempo antes de ... todo esto - dice señalando la mesa con un gesto con ambas manos.

 - No volveré a repetirlo, perdona.

Violeta lo mira apenada, aunque no se atreve a fijar la mirada en sus ojos, tiene miedo de encontrar un corazón roto.

 - Es solo porque... si el "te quiero" se dice demasiado pronto normalmente no es cierto, y eso me ha asustado  - intenta justificarse.

 Dani asiente y vuelve a pedir disculpas, en lugar de asegurarle de que es cierto. Prefiere no hacer más el ridículo por hoy.

- Disfrutemos de la comida - dice intentando parecer adulto y maduro. 

Después de la cita, Daniel la acompaña a casa y como despedida se besan y se abrazan. Ambos intentan aparentar que lo han olvidado, pero ninguno lo ha hecho realmente.

***

 - ¿Has llegado bien? 

 - Sí, gracias cariño - contesta Agus mientras deshace la maleta vaciándola sobre la cama.

 - Me alegro. ¿No ha habido ningún problema?

 - No... ¡Deja de preocuparte, estoy bien! - ríe el joven.

 - Perdona, perdona - se disculpa igualmente divertido Justin - Buenas noches, cariño.

 - Buenas noches - le contesta en un tono meloso a su novio.

Una voz de mujer detrás de él lo saca de su ensimismamiento:

 - ¿Con quién hablabas? - le pregunta su madre curiosa.

Agustín se da la vuelta rápidamente, no la ha oído llegar.

 - Con nadie - dice él quitándole importancia.

 - Sonabas muy cariñoso... ¿es tu novio? - sonríe la mujer.

Agus se muerde el interior de la mejilla.

 - ¿Lo era? - pregunta de nuevo, exaltada.

 - No, no lo era - dice muy serio él.

 Se siente decepcionada con que su hijo no le quiera decir la verdad, pero no puede obligarlo, así que se acerca a él, recoge la ropa sucia de Agustín que hay sobre la cama y desaparece con un cesto lleno a rebosar en dirección a la lavadora.
Dentro de unas horas volverá a casa con su marido y su visita a sus hijos habrá acabado en una lavadora de ropa sucia. 

 - Por poco - murmura para sí mismo el chico, y borra el historial de llamadas.

A pesar de todo, sabe que esto no puede seguir igual, al final todos tendrán que saberlo, por muy raro que les parezca que su novio sea su mejor amigo. 

***

Después de la llamada no ha hecho nada, simplemente se ha quedado tendido sobre la cama, esperando quizá a que Agus volviera mágicamente. 
 Finalmente, se decide por escuchar algo de música para dormirse. 
Enciende el teléfono y abre la aplicación de Europa Fm que tiene descargada. 
Coloca lentamente y con aburrimiento los auriculares en sus orejas y se deja transportar por una canción que no conoce  pero que consigue hacerlo sentirse identificado. 

I watched you sleeping quietly in my bed
You don't know this now but there's some things that need to be said
And it's all that I can hear, It's more than I can bare


***

Se deja caer con fuerza sobre la silla de su escritorio y enciende el ordenador, necesita escuchar música ahora mismo. 
Enciende la radio del portátil y se coloca los gigantescos cascos sobre la cabeza. 

What if I fall and hurt myself?
Would you know how to fix me
What if I went and lost myself?
Would you know where to find me
If I forgot who I am,
Would you please remind me oh?
Cause without you things go hazy


Se siente traicionado y decepcionado, pero no puede echarle las culpas a Violeta. 
La fiesta de despedida de Agus fue bastante menos incómoda para él ya que ella no estaba, pero pensar eso lo hace sentirse culpable. 
Hubiera sido perfecta para olvidar lo ocurrido si no le hubieran preguntado por la cita... 
Pero tampoco puede culpar a nadie. 

Suspira con fuerza y cierra los ojos. 
Termina de escuchar la canción y apaga el ordenador antes de poder empezar a escuchar la siguiente. 




lunes, 14 de abril de 2014

Sorpresas

 

Hay mil maneras de decir un “te quiero”.

 


Justin pasó esa tarde estudiando con Peter a través del móvil: cada vez que el chico no entendí algo (cada pocos minutos) le mandaba un Whatsapp con una foto del ejercicio para que él se lo explicara. Le costaba concentrarse, porque sólo quería estar con Agus; pero él le había dicho que quería pasar ese día con su familia y, aún así, el necesitaba estudiar.

***

Daniel le apartó la silla de la mesa para que ella se sentara como todo un caballero, bordeó la mesa y se sentó en frente de ella, como todo un caballero. Daniel llevaba una camisa blanca y unos pantalones vaqueros que le quedaban realmente bien.
Pasaron un buen rato entre risas y bromas. Ambos sentían que no podían parar de sonreír. Violeta estaba realmente feliz, por fin su sonrisa resurgía después de tanto tiempo... Lo que ella no sabía es que este hecho hacía más feliz todavía a Daniel de lo que le pudiera hacer a ella. Le faltaba poco para pegar saltos de alegría por hacer sonreír a esa chica, su chica.
-Oye, Violeta... -le dijo, sin apagar su sonrisa, cogiéndole las manos con dulzura.
-Dime, Dani.
-Sé que últimamente estás mal porque es muy duro soportar una ruptura y todo eso, y más de la manera que ha sido la tuya... Pero quiero que sepas que yo siempre estaré ahí. Sea como sea y aunque lo nuestro no funcione, te prometo que intentaré estar a tu lado para siempre. Y quiero que sepas que puedes confiar en mí.
-Yo... Gracias, Daniel.
-De nada... -contestó él hundiéndose en sus ojos con una sonrisa- Y también quiero que sepas que cualquier chico se moriría por estar un instante aquí, con una chica como tú; y que es un gran honor para mí poder compartir mesa contigo.
-Oh... Dani... No te pases...
-Sólo digo la verdad. -contestó él con una sonrisa infantil.
Ella sonrió y, sonrojándose, bajó la mirada hacia la mesa. Daniel pasó unos segundos en silencio observándola, jugueteando con sus manos.
-Violeta... yo... -la chica le miró, y él consiguió al cabo de los segundos deshacer el nudo en su garganta- Te quiero.

***

Salía del instituto, después de haber tenido un día bastante malo. Se le habían olvidado los deberes de Latín, y a la profesora no le había servido bastante ponerle una amonestación y un negativo; si no que además lo había sacado al pasillo con el libro encima de la cabeza convirtiéndose así en el hazmerreír de todo el instituto. Por suerte o por desgracia, a Peter también lo había sacado, y habían estado allí fuera los dos. Peter pasó la mayoría de la hora preguntándole por problemas del examen, de lo cual Justin no tenía ganas de pensar, y el cuarto de hora restante atosigándolo con preguntas para averiguar quién era “A” o sacando temas sin interés. Eso cuando no pasaba algún alumno cerca, momento en el que o bien se metía con él, o hablaba con el alumno o le volvía la cara. Después le había pedido perdón por esto atribuyéndolo a que ambos habían decidido que no querían que nadie supiera que se hablaban, Justin había aceptado que Peter tenía razón; pero eso no quitaba el hecho de que hubiera pasado una pésima hora. Para colmo, la profesora de latín los había castigado a los dos y a David Gutierrez a quedarse en el recreo, a él por no saberse aún las declinaciones y a ellos porque seguro que no habían estado toda la hora con el libro sobre la cabeza como ella les había ordenado. Peter pasó el tiempo hablando con David, y Justin se dedicó a dibujar.
Justin seriamente pensaba que aquella profesora era excéntrica, estaba amargada, y cuando tenía un mal día pagaba las penas con ellos. ¡A él nunca le castigaban! Pero aquella le tenía manía, seguro.
Después, en Educación Física, lo habían elegido de los últimos y, para colmo, cuando habían perdido le habían echado aél la culpa. A última hora el profesor había faltado y estuvo intentando estudiar con Marga; la cual en seguida había notado que le pasaba algo había intentado sonsacárselo y después, rendida, se había ido dejándolo solo cuando él se lo había pedido.
Ahora tendría que bajar las escaleras restantes del instituto y llegar a casa. No tenía ninguna gana de hacer todo el camino nuevamente solo; pero Agustin no parecía estar allí.
Notó una mano meterse en la suya. Levantó la mirada y Estrella le sonrió.
-Ey, ¿qué tal, Justin?
-No he tenido un gran día... Pero podría estar peor.
-Oh, lo siento, ¿quieres contármelo?
-Claro.
-Por cierto, ¿puedes acompañarme a la biblioteca? Tengo que devolver un libro.
-Claro, si tú después me acompañas a mi casa.
-¡Trato hecho!
De ida a la biblioteca, Estrella se acordó de que tenía que pasarse por alguna parte y se desviaron del camino. Entraron por un callejón que hacía de atajo. De repente Justin lo vio todo oscuro, notó una mano sobre sus ojos y otra amordazándole la boca. Trató escapar; pero no sirvió de nada. El hombre era mucho más grande y fuerte que él. Temió por Estrella.
Le llevaron por alto y, cuando por fin sintió los pies en el suelo, alguien lo empujó al tiempo que le descubrían los ojos. Trastabilló para no caerse y enfocó la vista.
-¡Sorpresa! -gritaron todos a su alrededor.
Justin se quedó suspendido por la sorpresa. Vio a Agustín con una gran sonrisa en frente de él. Se volvió y vio a Robin, él era el que lo había “secuestrado”.
-Vaya... ¿Y esto? -preguntó a Agustín, que se acercó a él y le cogió de las manos.
-Te dije que ya me encargaría yo de hacer una fiesta de despedida. -Jusin sonrió- Además, no sé si podré estar aquí el mes que viene para tú cumpleaños y... En fin, de todas formas, el que tú estés aquí ya es un gran motivo para celebrarlo, no necesito razones para darte sorpresas.
-¿Será el que tú estés aquí, no?
-Me refería a aquí, a mi lado. -se tocó el pecho. Justin sonrió.
Estaban en un sótano mediano, Justin reconoció que era el de Teo, el otro mejor amigo de Agus. Miró a su al rededor, estaban Robin, Estrella, Ainoa, Eliot, Dani, Agus y el propio Teo. Pronto se dio cuenta de que también estaban los demás amigos de Agus; pero este lo había planeado todo para poder saludarle como era debido sin que se sintiera incómodo por la presencia de los otros; que todavía no sabían su pequeño secreto.
Agus lo cogío de la cintura, dio una vuelta sobre sí mismo con él y le besó. Se escuchaba una música de Melendi de fondo, típico de Agustín. Entraron todos juntos a la fiesta, ya que se habían quedado en la entrada. Había música y algunas bebidas, toda la gente eran conocidos y buenos amigos suyos.
A pesar de tener allí a todos sus amigos y de no intercambiar ni un sólo beso o caricia, Agustín no se separó de él en toda la tarde. Se iban juntando con unos amigos u otros, riendo y contándose anécdotas.
-¿Sabes? -le informó Justin en un momento en que quedaron solos al ir a por bebidas- Mi tía me ha regalado una semana en Suiza con ellos. Hay un campamento de dibujo durante Semana Santa, y debe estar genial.
-¡Vaya! Me alegro mucho por ti, cariño. Seguro que te lo pasarás genial ¡¡ya podrías pedir a tu tía de invitarme!! -soltó una pequeña risa- Una lástima que no haya más dinero y que yo en Semana Santa tendré que estar estudiando para los exámenes... Ahora, eso sí; espero que desde allí también hablemos todos los días, ¿eh?
-Claro que sí, cielo.
Agustín notó que algo le vibraba en el bolsillo derecho. Sacó el móvil. Era Violeta.
Le había mandado un mensaje antes de que empezara la fiesta avisándole para que pudiera venir a esta. Le había pasado su número Estrella.
-Lo siento mucho, Agus... Pero mi padre dice que ya está bien de tanto salir, y más entre semana con las clases...
-Oh... Qué lástima. Se echará de menos tu presencia aquí, preciosa. La próxima vez será.
-¿Vendrás de nuevo?
-¡Claro!
-Bien, pues ya nos veremos. Siento mucho no haber podido ir a despedirme.
-No pasa nada, entiendo a tu padre. ¡Hasta la próxima!

***

Ainoa observaba a las chicas acercarse a Dani y a Eliot y hablar con El. ¿Por qué todas tenían esa facilidad para llamar su atención cuando que era ella la que más lo conocía? Tenían suerte de que las conociera a todas; porque si no sí podría empezar a plantearse cosas raras.
Caminó para acercarse a ellos cuando se dio cuenta de que Estrella no la seguía. Se giró confusa, Estrella estaba mirando algo, de espaldas a ella.
-¿Vamos?
-Oh, sí, sí. Perdona.
-¿Qué mirabas?
-Nada, nada. -contestó su amigas intentando no sonrojarse.
Al otro lado del sótano, donde Estrella había estado mirando, Robin, con una camisa de manga corta bastante ajustada, hablaba con uno de los amigos de Agustín.

***

Antes de que se hiciera demasiado tarde, Teo comenzó a despedir a la gente, quedando al final solo ellos y los del grupo. Justin estaba hablando en esos momentos con Estrella y Ainoa, Agustín se había alejado para despedirse de la gente.
Ya había salido toda la gente excepto ellos. Comenzaron a escuchar una música más lenta, y de pronto vio a Agustín al lado de él ofreciéndole una mano para que lo acompañara a bailar. Él sonrió y lo acompañó al centro del sótano. Entonces comenzó a sonar la canción “Nada valgo sintu amor”, de Juanes. Agustín empezó a cantársela a la vez que el cantante, con su melodiosa voz sonaba hasta aún mejor. Mientras cantaba, bailaba con él con las manos sobre su cintura. Agustín le dedicaba cada una de las palabras de la canción a Justin desde lo más profundo de su corazón, él lo sabía, y esto hacía que empezaran a surgir de su interior lágrimas de alegría que no se atrevían a salir. A su vez, el disfrutaba de la música y pensaba que esa canción perfectamente pudiera haberla escrito él para Agus.
Cuando la letra de la canción acabó y las últimas notas sonaban, Agustín se inclinó un poco.
-Te amo. -le dijo al oído.
Una lágrima de emoción resbaló por el rostro de Justin, que se lanzó a los brazos de su novio para abrazarlo con fuerza.
Ese día, había pasado de ser un día negro a ser uno de los mejores de su vida.

***

Ainoa se acercó a Dani. El chico había tenido revisión en el médico a la hora del recreo; así que no se habían visto en toda la mañana, y durante la fiesta se había olvidado de preguntarle.
-¿Qué tal tu ayer tu cita, Dani?

domingo, 6 de abril de 2014

Pequeños detalles

Queremos dedicar este capítulo a nuestra mejor amiga África, por estar siempre ahí, apoyarnos siempre, porque es la mejor... En fin, podríamos estar definiendo sus virtudes durante años y no acabaríamos.
El día 2 de este mes fue su cumpleaños, y bueno, aquí tienes tu pequeño regalo ;)
¡Te queremos Principessa!!
También unas felicitaciones a Lila, cuyo cumplamos es hoy. ¡¡Eres la mejore, Preciosa!!
Te quiero, mi Estadounidense ;)






Y hay veces, que incluso antes de despedirte de alguien, ya lo extrañas.


Olía tan bien...
Cada cosa suya conseguía hacerlo sentir diferente y afortunado, y hacían que Agustín le atrajese más. Sabía que tenía suerte, muchísima suerte, y su novio era la prueba.

-¿Qué tal el día? - le preguntó el chico mirándolo desde arriba.

-Ahora, perfecto.

Agus sonrío tristemente. No se quedaría por mucho tiempo.
Lo abrazó con más fuerza contra sí.

-¿Vamos a comer?

-Está bien. ¿Invitas tú?

Agustín asintió y salieron de allí por el otro lado del callejón, el que no daba al instituto, para evitar ser vistos.

Después de comer algo, Agustín lo acompañó a su casa, donde se despidieron con un abrazo y un beso suave y casi imperceptible en la mejilla.
-¿Nos vemos mañana?
-Claro – contestó el mayor de los dos.
-Me gustaría poder prepararte algo para tu último día aquí pero teniendo que estudiar no tengo tiempo...
-De eso me encargaré yo, no te preocupes.
Justin sonrió, aguantando las ganas de besarlo. Se apretó el estómago para no sentir las mariposas que amenazaban con ponerlo a temblar, incluso se mareaba un poco.
-Hasta mañana – se despidió Agustín bajando las escaleras de la entrada con una sonrisa en la cara.
Su nerviosismo se mezcló con tristeza y soledad.
-Adiós... - murmuró antes de entrar en casa.
Aún sumergido en sus pensamientos, se sorprendió al escuchar el grito de Antonio y notar como lo estrechaba entre sus brazos.
-¡JUSTIN! ¿PODÍAS HABER LLEGADO ANTES, NO? ¡POR TU CULPA HE TENIDO QUE AGUANTARME LAS GANAS!
-¿Las ganas de qué? - preguntó divertido su hermano mayor.
-¡TÍA ANA NOS HA TRAÍDO BOMBONES DE SUIZA!
Justin sonrió ampliamente al niño.
-Corre a la cocina, voy en un segundo.
-¡No tardes!
Antonio hizo lo que le había dicho mientras él saludaba a su tía, que estaba hablando con su madre en el salón.
-Os he traído bombones para... - empezó a decir su tía sonriendo.
-Sí, lo sé. Antonio se ha encargado de gritármelo cuando he llegado – bromeó.
Ambas mujeres rieron.
-Hay una caja para cada uno de vosotros. Ya verás, reconocerás el tuyo.
-Muchas gracias, tía Ana.
Ella sonrió al joven y siguió hablando con su hermana.
Justin fue a la cocina y rió al ver a su hermano ya con la boca llena de chocolate.
-¿Están buenos?
-Eso es poco – dijo antes de coger otro bombón.
Justín abrió su caja y cogió uno. Se fijó entonces en la tapadera y vio un pequeño sobre pegado donde estaba escrito su nombre.
-¿Qué...?
Antonio lo dejó solo para agradecerle a su tía los dulces.
Abrió el sobre lentamente y leyó su contenido con los ojos bien abiertos.
-¿¡A Suiza!? - gritó corriendo al salón.
Su hermano lo miró con los ojos bien abiertos, mientras que su madre y su tía sonreían.
-Sí, unas semanas, conmigo, tu tío y tus primos. Encontramos un campamento perfecto para ti de una semana.
-¡¡MUCHÍSIMAS GRACIAS!! - dijo Justin abrazando a su tía con suavidad para no tirarle la taza de café.
-¡Me alegro de que te guste!
-¡Claro que me gusta! ¡Muchísimas gracias!
Antonio pareció disgustado, su madre lo abrazó para reconfortarlo y él se dejó hacer.
***
-¿Cielo, bajáis a comer? - gritó su madre desde el primer piso.
-¡Ya vamos! - contestó Jorge desde la habitación de Violeta.
Era el último día de Jorge allí, no podía perder días de clase y se iría esa misma tarde, después de comer.
-¿Vamos? - le preguntó a su amiga.
Ella asintió y se levantó de la cama con pereza.
Ambos bajaron al salón y se sentaron a la mesa.
-¿Qué vamos a comer? - preguntó Violeta a su madre.
-Paella.
Ella sonrió y Jorge la imitó al verla por fin hacerlo.
Después de comer, fueron juntos a la estación.
Los padres de Violeta la esperaron en el coche para darle más intimidad.
Jorge y Violeta fueron hasta el andén, y viendo que el tren ya estaba allí, se despidieron con un abrazo y varios besos en las mejillas.
-Mejórate – casi le suplicó Jorge a Violeta – por mí.
Ella sonrió y asintió.
-Está bien. Suerte.
-Gracias.
Jorge subió al tren y buscó un asiento junto a la ventana para poder despedirse de Violeta, que esperaba su despedida intentando esconder la tristeza que la invadía completamente.
Cuando el tren hubo desaparecido unos minutos más tarde de su vista volvió al coche.
Su madre le sonrió.
-Podrá venir otro fin de semana, e incluso en vacaciones, si quieres.
-Gracias – dijo ella sonriendo.
Al volver a casa, se encerró en su habitación y durmió durante unas horas.
En realidad no estaba ta mal. Notaba que algo que la había aprisionado ya no la encerraba más dentro de sí misma.
Daniel era bueno para ella, y Rubén... aprendería a olvidarlo.
Ainoa la llamó en ese momento.
-Dime – dijo con un tono un poco más alegre.
-¿Qué tal estas?
-Mejorando.
-Me alegro – dijo ella.
-¿Tú?
-Bien, gracias.
Ambas sonrieron y se hizo un pequeño silencio entre ellas.
-Daniel me ha dicho que ibais a salir hoy pero al final no habéis podido.
-Sí...
-¿Te apetece salir ahora?
-Claro, ¿por qué no?
-Perfecto – Ainoa pareció más alegre – nos vemos en una hora en la cafetería de la última vez.

Ya allí, Violeta empujó la puerta de la entrada con cansancio y entró esperando ver a todos sentados en una mesa, pero no fue así.
Dani estaba de pie delante de una mesa decorada con velas.
-Daniel... ¿por qué... ?
-No es más que un pequeño detalle... 


sábado, 29 de marzo de 2014

Oculto.

Hablar con alguien y estar pensando en algo que no puedes contarle ocurre algo así como todos los días.

 

 

Dani se despertó. Recordó todo lo que había pasado y se sintió mal por su primo; pero no pediría perdón a su estúpida amiguita. Ella también se había pasado, y mucho. Nadie tenía derecho a meterse con él, y mucho menos con sus amigos.
Sus padres aún no habían vuelto. Se levantó del sofá y fue a buscar a Lucas Martín. El niño estaba de rodillas escribiendo en una mesa muy baja con una gorra roja en la cabeza y moviendo la cabeza al son de una melodía en su cabeza. Seguramente estaría escribiendo una canción o algún rap.
Le quitó los cascos que, aunque apagados, el chico se ponía para no escuchar nada y aislarse del mudo exterior.
-Ey, Lucas Martín, ve a ponerte un abrigo, anda, que nos vamos.
-Vale -dijo él sin muchas ganas-, ¿puedo llevarme esto para seguir escribiendo?
-Como quieras.
-Vale, ¿vamos a ver a Eliot? Quiero enseñárselo.
A Dani aquello le dolió un poco, ¿en serio quería enseñárselo a Eliot antes sin que ni siquiera lo hubiera visto antes él?
-Claro, como quieras.
-¿Y a dónde vamos entonces?
-A ver a Borja.
-Estará enfadado.
-Lo sé. ¿Puedo ver yo también eso, Martin? -le preguntó cambiando de tema.
-Em... No. Por haberte portado tan mal con Borja. -respondió el niño escondiéndolo tras su espalda y yéndose de allí.
Daniel suspiró. Se dirigió al dormitorio de su hermana. Allí estaba ella, de espaldas a la puerta jugando con un peluche. Se quitó los zapatos y entró sin hacer ruido. La cogió por sorpresa, levantándola del suelo y haciéndole una pedorreta en la barriga. La niña se rió.
-¿Tienes ganas de ir a ver a Sandra, pequeñina?
-¡Síiii! -exclamó ella.
-Pues corre y ve a ponerte los zapatos. -le ordenó dejándola de nuevo en el suelo.

***

Rubén se despertó por un pitido de su móvil. Lo cogió. Era Raúl. El hombre estaba preocupado porque aún no le había contado qué le pasaba. Decidió resumírselo todo para que lo entendiera. Raúl había sido siempre una brillante mente pensante, quizás a él se le ocurriera alguna idea. Quizás sabía cómo hacer para que la chica a la que amaba, la cual le odiaba, salía con otro chico y no quería volver a saber de él, volviera con él. No tenía muchas esperanzas, nunca había creído demasiado en los milagros. Pero había que intentarlo, y confiaba mucho en Raúl.

***

Habían vuelto de tomar aquel helado, la verdad era que Violeta no se sentía mucho mejor, y Jorge no sabía qué más hacer. Ese día, la chica había quedado con Dani; pero, no sabía si por suerte o por desgracia, sus padres le habían vuelto a dejar al cuidado de los pequeños. Viendo a Dani casi agradecía ser hija única; aunque luego se fijaba en Ainoa y Robin, Jus y Antonio o Eliot y sus hermanos y no parecía ser tan malo. Creía que Estrella también tenía una hermana con la que se llevaba muy bien, ella era la única hija única.
Y en todo esto era en lo que pensaba como distracción para poder sacarse a Rubén un rato de la cabeza; era lo único que se le había ocurrido.
No podía seguir así, simplemente, no podía.

***

Por fin llegó a casa de sus tíos, eso de ir cargando con Carolina porque la niña se había empeñado en llevar su nuevo juguete y se tropezaba cada dos por tres a la vez que escuchaba la charlatanería de Martín, al cual parecían haberle dado pilas “Duracell”, era un tanto exasperante. Llamó a la puerta y le abrió su tía.
-¡Hola, chicos! -les saludó Teresa con una gran sonrisa- ¿Cómo es que os habéis dejado caer por aquí?
-He venido a ver a Borja. -le contestó Dani.
-Oh, sí. Parece que ha venido un tanto enfadado... Pasar, pasar.
-¿Dónde está?
Daniel se dirigió a la habitación que su tía le había indicado. Allí estaba Borja, solo. Se apoyó en el marco de la puerta.
-Ey. ¿Se ha ido ya tu amiguita?
-Sí. Y vete, déjame en paz.
-¿Estás enfadado conmigo?
-Tú verás... -contestó él sarcástico.
-Sabes que no puedes enfadarte conmigo.
Dani se lanzó encima de su primo con un ataque de cosquillas. Al final consiguió que Borja se relajara un poco.
-Bueno, ¿a qué has venido?
-Quería pedirte perdón. -Borja abrió la boca para decir algo- Y no, no voy a pedirle perdón a esa sucia arpía. -le cortó él- Si tendría que haberme callado era por respeto a ti, no a esa. Y qué quieres que te diga, no me parece una buena persona, no creo que sea una buena compañía; pero ya sé que al final harás lo que tú veas.
El niño quiso decirle que a penas tenía otra opción: ella era bastante popular, y... él era el marginado. A lo mejor si se acercaba a ella pararían de meterse con él. Pero no, no se lo digo, no quería que supiera eso de él.
-Y bueno, -prosiguió Daniel- no voy a dejar que nadie se meta con mis amigos; así que entiéndeme, ¡no iba a quedarme de brazos cruzados! Pero... sí que es verdad que me pasé; así que lo siento.
-Disculpas aceptadas. -contestó Borja, dándole un abrazo para sorpresa del chico.

***

Peter miró a Justin y luego de nuevo a la bolita de papel que tenía en la mano. Se la tiró disimuladamente para que nadie la viera pero, a la vez, que si la vieran creyeran que era la típica bola babeada para molestarle. El chico la leyó “necesito que me ayudes en una cosa... Nos vemos en los baños de la tercera planta en el recreo, deshazte de tus amigos”. En esa planta no solía a ver nadie en los recreos, al fin y al cabo, estaba prohibido entrar a esas plantas del edificio a esas horas. Inclinó un poco la cabeza para que Peter supiera que estaba asintiendo.
En el recreo, Peter le pidió volver a quedar: había hecho todos los problemas como el chico le dijo, pero aún así seguía teniendo muchas dudas y seguía sin entenderlo.
Justin no sabía muy bien qué hacer ¿tendría que quedar con el muchacho cuando ya sólo quedaban dos días para que Agus se fuera? No le parecía muy justo; pero le había dicho al muchacho que iba a ayudarle. Decidió explicarle al chico la situación:
-Em... Es que mira, Peter. Ha venido a visitarme mi pareja, que está viviendo en otra ciudad y lleva mucho tiempo sin verme, y quiero aprovechar el tiempo para estar juntos... Pero también es verdad que yo tengo que estudiar para ese examen... Intentaré encontrar si tengo tiempo.
-Um... Claro, lo entiendo. Podrías presentármela. -dijo curioso.
-¿No decías que no querías que nadie supiera que te estoy ayudando?
-Cierto... ¿Es de aquí?
-Sí.
-Una lástima.
Hubo un rato de silencio, se intercambiaron los móviles para poder avisarle si tenía tiempo y se giró hacia la puerta.
-¿Sabes? Creo que esa “A” tiene suerte. -comentó Peter de repente- Um... ¿Alisson, Andrea, Antonia, Alberta? … ¿Cómo se llama?
-Nunca lo descubrirías. -dijo sin girarse a él.
-Bueno, aún así, creo que tiene suerte.
Justin se contuvo de darle las gracias y se fue con sus amigos. Había sido muy raro por parte de Peter.

***

Aquel fue un recreo muy molesto para la pobre de Ainoa. Que Estrella le diera un pequeño codazo cada vez que Eliot y Daniel no miraban y que Violeta le lanzara indirectas era casi para meterle una paliza cada una. Justin, decidiendo que ya había sido bastante con la broma, se puso detrás de ella dejando sus brazos en sus hombros y las piernas haciendo distancia entre ella y las dos chicas; para alivio de Ainoa.
¿Qué iba a hacer ahora? ¿Es que no entendían que, por mucho que le gustara, ella no quería salir con él?

Peter pasó por delante de donde estaban ellos con su grupo para dirigirse al porche y los jardines más alejados, donde no solían pasar los profesores y se podía fumar. Les lanzó una mirada por el rabillo del ojo. “A de Ainoa” pensó, aunque eso no tenía mucho sentido si Justin no le había mentido al decirle que su pareja había venido de visita como excusa para no poder quedar.

***

Cuando salió del instituto,en seguida vio de lejos a Agus, que le hizo una seña y se metió por un callejón. Fue corriendo alegre hasta allí y se lanzó de un salto a sus brazos, cómo le gustaría que Agus se quedara para siempre allí...