sábado, 18 de enero de 2014

El beso





<<Si una mirada dice más de mil palabras, un beso dice millones>>

- ¿Y has hablado con ella entonces?

-No, aún no he podido, pero me muero de ganas... La echo tantísimo de menos, de verdad... Pero no sé cómo decírselo...

-Simplemente, díselo.

-¿Y si está saliendo con otra persona?

-No crees que te habría avisado? Hicisteis un trato, y Violeta no es ni tonta ni una insensible, te lo diría (y con razón) al menos para que no te siguieras oprimiendo.

-No me estoy oprimiendo. Solo, soy... precavido.

-No intentes engañarme, Rubén. Te conozco perfectamente, por algo somos familia.

Él miró hacia otro lado y  dejó que el suave calor que aportaba el sol le calentase las heladas mejillas.

Su acompañante siguió mirándolo unos segundos hasta cansarse y empezar a leer una revista que llevaba consigo.

-No puedo creer que no quieras aceptar que tengo razón - dijo seriamente sin mirarlo a los ojos.

-No he hecho tal cosa - dijo Rubén mientras entornaba los ojos. Había visto algo que le había recordado a Violeta. Un jersey, una chica llevaba el mismo jersey que ella.

Estiró el cuello para intentar verla mejor.

-Cuando me llamaste para disculparte no imaginaba que nuestra conversación sería así - siguió diciendo la joven.

...Y los mismos vaqueros. Y el pelo era el mismo. Pero la chica estaba de espaldas y se alejaba.

Se levantó de un salto y corrió hacia la desconocida en silencio, sin despedirse.

La chica se dirigía a la estación. La siguió hasta la puerta. ¿Y si era ella? ¿Por qué no lo había buscado si volvía a la ciudad? No se atrevió a dar el único paso que le faltaba para entrar en el edificio.

Se perdió entre la multitud, pero no había ningún tren. Espero unos segundos que se le hicieron eternos antes de entrar dentro.

-¡RUBÉN! - le gritó alguien en el oreja - ¡¿SE PUEDE SABER POR QUÉ ME HAS DEJADO SOLA?! ¡ESTÁ CLARO QUE NO SE PUEDE CONTAR CONTIGO, NO SE PUEDE NI TENER UNA CONVERSACIÓN! ¡NO TIENES NI IDEA DE LO MUCHO QUE ME HA COSTADO VENIR HASTA AQUÍ, DE CONVENCERME DE QUE DE VERDAD TE SENTÍAS CULPABLE POR LO QUE HICISTE, PERO NO, NO ERES MÁS QUE UN ESTÚPIDO, Y YO UNA INGENUA, NO VUELVAS A HABLARME EN TODA TU VIDA!

Cuando pudo por fin darse cuenta de quién era quiso correr tras ella también, pero no pudo, Violeta podía estar en el andén a unos metros de él, mientras que por otro lado, su hermana merecía con creces una disculpa.

-¡Espera! - intentó gritarle, pero una familia con enormes maletas lo empujó para poder entrar - ¡Espera! - intentó volver a gritarle, pero ya estaba demasiado lejos.

Sin pensarlo dos veces, corrió hasta llegar a agarrarla del brazo. La joven se giró con brusquedad y le pegó un puñetazo en la nariz. Su vista empezó a nublarse.

-¿POR QUÉ ME HAS PEGADO?

-Sabes que te mereces mucho más - dijo secamente ella antes de seguir andando.

Empezó a sentir rabia y dolor al mismo tiempo, nada que había vivido antes podía compararse a ese momento. 

-No te considero mi hermano, Rubén. 

La sangre le caía desde la nariz hasta la barbilla. Necesitaba agua. 
¿Desde cuándo había aprendido a pegar así? Nunca había tenido tanta fuerza, o al menos no lo había demostrado. Distraído, se limpió con la mano algo de sangre, sin éxito. 

La gente empezaba a fijarse en él, así que buscó desesperado un baño. El más cercano estaba en la estación. 

Volvió corriendo dentro y se encerró en el baño. 

-Que bestia - dijo para sí cuando se miró en el espejo. El cuello de la camisa se le había manchado. Suspiró. 

Se enjuagó la cara con agua y se secó con el poco papel que había en aquél minúsculo baño. 

Tenía la nariz hinchada y estaba bastante seguro de que terminaría morada. Su "hermanita" había dejado de depender de él, y había dejado de serlo también. 
Se sentía tan culpable. 

Alguien aporreó con fuerza la puerta con fuerza. 

-¡Date prisa! ¡El tren está a punto de llegar! 

Rápidamente, volvió a lavarse la cara y se puso la chaqueta antes de salir corriendo hacia el andén. El hombre que estaba esperando para entrar lo adelantó dándole un empujón. El tren iba a salir. 
La chica subía al tren, y sí, era ella, era Violeta, y sí, parecía a punto de llorar. 

Cuando el tren empezó a alejarse tanto que ya no lo veía, él seguía allí, de pie junto a la puerta, esperando a que volviese con ella dentro.
Ni siquiera lo había visto, no se había girado para comprobar si estaba ahí como en las películas que tanto había visto con ella. Todo lo que le había dicho antes, todo lo que le había prometido le cayó sobre los hombros con fuerza. 

La nariz le ardía. 

La echaba de menos, y necesitaba verla, comprobar que seguía bien y volver con ella, lo necesitaba con todas sus fuerzas. 

Se echó el pelo hacia atrás y volvió a casa. 

***

-¿Dani? 

-¿Violeta? ¿Estás bien? 

Su voz al teléfono sonaba destrozada. 

-¿Podemos vernos? 

-Claro, dime dónde estas y vamos a buscarte. 

-Prefiero a solas. 

Ainoa y Eliot pusieron mala cara. 

-Estoy en mi casa, pero mejor quedamos en otro sitio, necesito hablar contigo, de verdad... - continuó ella.

-Está bien, dónde tú quieras. 

Eliot fue a decir algo pero Justin le dio un codazo para hacerlo callar. 

-El parque que hay cerca del instituto, ¿te parece bien? 

-Claro. Nos vemos ahí en veinte minutos. 

-Hasta ahora. 

Ambos colgaron el teléfono.

Todos lo miraban contrariados. 

-¿Vas a ir?

-Necesita ayuda - dijo él levantándose. Todos asintieron - Lo siento, de verdad. Pero... no es culpa mía, quiero decir...

-No puedes evitarlo - lo corrigió Eliot - , no puedes evitar ir a verla, y está claro que no dejas de pensar en ella - soltó una sonrisa triste - estás enamorado, Daniel. 

El chico miró de uno en uno a sus amigos. Ninguno añadió nada más. 

-Pase lo que pase, y sienta lo que sienta por ella, haría lo mismo por vosotros.

Todos le sonrieron y él se dio la vuelta, preocupado. 



 Cuando llegó al parque, Violeta corrió a abrazarlo. 

-Muchas gracias por venir - le dijo con la cabeza apoyada en su pecho. 

Daniel la mantuvo entre sus brazos unos segundos más. 

-De nada. ¿Estás bien?

Ella negó con la cabeza. 

-Rubén está con otra - dijo sosteniéndole la mirada. 

Abrió la boca para decir algo sin saber realmente que contestar, decidió callarse en lugar de soltar una estupidez. Violeta suspiró mirando hacia otro lado. 

-Lo siento...

-Gracias. Yo también - dijo ella con la voz rota - No sé qué he podido hacer mal. 

-No es tu culpa, no digas eso. 

-¿De verdad? Para empezar lo único que quiero ahora es vengarme de él. Eso no puede ser bueno, y no quiero ser de esas. 

-Tú no eres así... 

Aunque le gustaría que lo fuese, que se vengase de Rubén con él. 

-¿De verdad lo crees? - le preguntó débilmente. El chico asintió - Gracias. 

-Es solo la verdad. ¿Y sabes qué? Se está perdiendo a la mejor chica que conozco. ¿Esa no es ya una buena venganza? 

Violeta río, sorprendida por el comentario. ¿Ella la mejor? ¿Y Ainoa y Estrella? Ellas sí eran dignas de admirar, siempre tan fuertes y amables. No era nada a su lado. 

-No te creo - dijo sonriendo. 

-Puedes preguntarle a quién quieras, yo no miento - le sonrió él. 

Violeta se tiró de las mangas de la sudadera, nerviosa. 

-¿Te apetece un batido? - le preguntó Daniel, notando la incomodidad que había entre los dos. Debería haberse callado. 

-Claro, vamos. Yo invito. 

-No, eres tú la que estás mal y soy yo el que te invitará a un batido. 

-Yo te he hecho venir aquí  solo para consolarme. 

-No me molesta en absoluto eso. 

Violeta miró hacia otro lado, y Daniel carraspeó. 

-De verdad, Daniel, solo... quiero hacerlo. 

-Está bien, pero que sea la última vez que una dama invita a un caballero. 

-¿Te consideras un caballero? ¡Qué egocéntrico! - bromeó ella. Ya parecía estar mucho mejor. 

-El egocentrismo forma parte de mi ser - replicó con ironía. Le pareció algo egocéntrico por su parte. 

Violeta río. Él no pudo evitar no hacerlo tampoco. El día empezaba a ir bien. Necesitaba pensar en algo que no fuese triste. Y aunque no podía evitar sentirse culpable por estar feliz ante el reciente engaño de Rubén, solo se sentía más cerca de la chica que nunca. 

Al entrar en la cafetería un calor extrañamente agradable les azotó la cara con suavidad. Se sentaron junto a una ventana. 

Pidieron un batido cada uno y siguieron hablando de lo que pensaban hacer en verano, de los exámenes que pronto tendrían, comentaron algo sobre Sam, y cuando Violeta recordó que debía llamar a su mejor amigo y salió fuera para tener más privacidad, Daniel fue a la barra y pagó en su lugar.

Salió a la calle también. 

-Sí... Gracias... Te prometo que iré cuando pueda volver a reunir el dinero para volver a ir... ¿De verdad lo harías? ¡Gracias! ... ¿QUÉ ME TIENES QUE CONTAR? ¡CUENTA, CUENTA! 

-Vaya, parece interesante - comentó Daniel acercándose. Violeta le sonrió. 

-Bueno, pues me lo cuentas en cuanto vengas, ¿de acuerdo? ...Vale, adiós, yo también te quiero. 

Colgó y se giró hacia él. 

-Espera un segundo que voy a apagar - le dijo. 

-No hace falta, ya lo he hecho yo. 

-¡Tonto! ¡Invitaba yo! - le dijo dándole un suave empujón. 

-Lo siento - dijo sonriendo. 

Estaban peligrosamente cerca. 

-Te debo un batido - dijo ella entre susurros. Pero Daniel lo escuchó perfectamente. 
Notaba como la sangre bombeaba en el corazón con fuerza, le pitaban los oídos.

-No me debes nada - le sonrió él.

Los separaban unos milímetros.

-¿Nada? - dijo ella molesta. De pronto triste. Dio un paso hacia atrás. El chico sintió sus ánimos venirse abajo.

-¿Pasa algo? 

-Daniel, lo siento... 

-¿El qué sientes? - la nueva conversación empezaba a molestarle.

-Si te he llamado - dijo ella tomando aire - era solo porque pretendía vengarme de Rubén. Pero no puedo hacerte esto, sé que te gusto, no quiero hacerte ningún daño. 

-¿A qué viene esto? - se enfadó Daniel.

-Por favor, no te enfades. Te lo digo justamente porque no quiero estar mal contigo.

-Esto no está bien. ¿Quién te ha dicho que me gustas?

-Nadie, lo he notado... - de pronto cayó en cuenta de algo - ¡Por favor no me digas que estoy equivocada! ¡Qué vergüenza! 

Daniel apretó los labios. ¿Y la vergüenza que estaba sintiendo él? 

-No sé qué decirte - dijo seriamente.

-¡Lo siento! ¡Soy una loca! ¡No hago más que imaginarme cosas! ¡Por favor olvida lo que te he dicho! ¿Sabes qué? Seguramente haya imaginado lo de Rubén, quizá no era él. Voy a llamarlo y ... - dijo ella mientras se alejaba. Solo quería salir de ahí. 

Daniel olvidó su enfado y lo transformó en miedo. No podía perder su oportunidad. La agarró del brazo. 

-Ni se te ocurra llamarlo. 

La miró a los ojos. 

-Yo... - empezó a decir - es verdad que me gustas... 

-¿De... de verdad? 

-Sí. Pero no podía decírtelo, solo habría conseguido alejarte, estabas con Rubén... y luego estaba Sam... - se tragó su enfado.

-¿Sam? - dijo ella confusa - ¿Es que también te gusta Sam? 

Daniel negó con la cabeza. 

-Le hice mucho daño, y no me lo puedo perdonar, fui cruel...

-Lo que hicieras hace años no va a cambiar la opinión que tengo de ti, Daniel. 

 Violeta dio un paso hacia él. 

-Lo que hice me define. 

-Yo no te considero alguien cruel. 

-Y me alegra muchísimo saberlo, de verdad - dijo el sonriendo. Le cojió una mano y ella se dejó hacer - Pero... esto no deja de ser malo. Tu aún quieres a Rubén... Y necesitas a alguien que de verdad pueda ayudarte, y yo no podría... yo no te merezco. 

-Estaría soñando si pudiese estar con alguien tan bueno como tú, de verdad - le aseguró ella. 

-Aún así, pienso que no estaría bien. Acabas de ser engañada y... 

Violeta sabía muy bien a qué se refería. Daniel no quería ser el típico "apoyo" para mejorar después de una ruptura, no quería ser utilizado. 

-No podría hacerte daño, Daniel - le dijo sonriendo. 

-Entonces... 

-Entonces, si me pides salir, saldré contigo encantada. 

Daniel sonrió y le apretó la mano. Ella se sonrojó. 

-¿Puedo besarte? - le preguntó él, pasando la mirada de sus labios a sus ojos. 

No obtuvo respuesta, ni un asentimiento, pero sí un beso. 






Feliz entrada de año, esperamos que os haya gustado y que sigamos juntos este año.



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