viernes, 21 de febrero de 2014

Mensajes





Algunos mensajes, alegran días tristes


Entra en casa con una enorme sonrisa en la cara, aunque se sigue sintiendo algo culpable de haberlo dejado solo (a pesar de que él la convenció de que no le importaba). 
Sigue en su habitación, pero ya no duerme. 
Lo ve tumbado bocarriba leyendo un libro gigantesco... en ropa interior. 

Violeta ríe con fuerza y su mejor amigo se da cuenta por fin que está ahí. Le sonríe y se pone los pantalones de pijama antes de darle un enorme abrazo. 

-Siento haber tardado tanto - se disculpa ella. 

-No te preocupes, también necesitaba estar un tiempo solo. 

Violeta lo deja vestirse tranquilamente y lo espera en la puerta. 

-¿No has cogido la chaqueta? - le pregunta a Jorge cuando este sale de la habitación de invitados. 

-¿Para qué? 

-Vamos a salir a comer fuera.

-¿Fuera? ¿Los dos solos? 

La chica sonríe ampliamente. 

-No... 

Jorge la mira divertido y asiente, de acuerdo, ya está en su juego así que se deja llevar. 
Violeta enciende su móvil y gracias a un mapa que hace que se pierdan varias veces, llegan a una cafetería en el centro. 

-Me parece increíble que este mapa sea tan incompreensible. 

-A mí lo que me parece increible es que aún no conozcas la ciudad - la chincha Jorge. 

Violeta le da un codazo y entran agarrados del brazo en la cafetería. Jorge se encuentra perdido, allí hay demasiada gente, y todos los miran, algunos menos alegremente que otros. Quizá han entrado haciendo demasiado ruido. 

-¡Violeta! ¡Ya era hora! - le dice un chico realmente guapo que se acerca a ella y le da un suave beso en los labios. 

Jorge intenta que no se note lo sorprendido que está. <<De un día para otro...>>, no puede evitar pensar. 

-¿Este es Jorge? - pregunta el chico mirándolo directamente a los ojos. Al pobre Jorge lo incomoda. 

-Sí, este es mi mejor amigo. 

-Encantado - dice Jorge sonriendo. Daniel le sonríe ampliamente y le tiende la mano. 

-¿Debería estar celoso? - pregunta después mirando los brazos entrelazados de los dos mientras se dirigen a la mesa. 

Jorge ríe nervioso, sin atreverse a mirar a nadie en la mesa. Todo el mundo lo mira. 

-Encantada, yo soy Estrella - dice una chica rubia levantándose y dándole dos besos muy amablemente. 

El chico acaba y saludando a todos uno por uno, avergonzándose por no haber empezado él a saludar. 

Finalmente todos se sientan al rededor de la mesa y piden una pizza para todos. 

-Bueno, Jorge - dice Agustín, lo impresiona su forma física - , nos han hablado bastante de ti...

-Supongo que sabéis que soy gay. 

-Sí, lo sabemos, no te preocupes - dice Justin con una sonrisa reconfortante - Agustín y yo somos pareja, no tienes nada de lo que avergonzarte. 

Jorge abre enormemente los ojos. ¿Agustín? No le había dado la impresión para nada. Y Justin tampoco. A él se le nota más en la forma de ser. Son como Andrés. 

-En realidad - continúa Agustín -, Violeta ha dicho que has tenido un problema con ese tema. 

-No directamente...

Todos callan cuando el camarero se acerca con su gigantesca pizza. Cada uno se avalanza hacia un trozo de Margarita. 

-¿Te apetece contarnos? 

-No, no me molesta, claro que no. Más bien, me gustaría que todo el mundo lo supiese para que se dieran cuenta de la discriminación que hay hacia los y las homosexuales. 

Agustín asiente, del todo de acuerdo. Jorge apenas a dicho cuatro frases y ya le cae bien. Nota que Violeta no le suelta la mano mientras habla, ni mientras los demás comentan lo ocurrido con Andrés. 

-¿Y es tu pareja? 

-No del todo... nos gustamos... pero no lo sé seguro aún. Salimos juntos, y nos besamos, pero no salimos tan oficialmente como me gustaría. Creo que tiene depresión...

-No me extrañaría, sus "amigos" lo han traicionado. 

-Supongo que será eso. Es un rechazo bastante fuerte. 

Todos asienten con lástima. 

-Entonces el juicio es en dos o tres semanas - pregunta Eliot. 

-Sí. Supongo que se alargará bastante. De echo nos han pedido entrevistas algunos periodistas a propósito del tema. 

-Vaya, ¿en serio?


***

Coge la maleta y corre hacia la puerta. Al arrugar la frente por el frío de la mañana le duele la nariz. La tiene de un horrible tono morado y lo obliga a tener un movimiento casi nulo en la cara. 
Su hermana debería haberse guardado ese puñetazo para sí misma, entiende su enfado, pero de ahí a comportarse de esa manera tan infantil... no le coge las llamadas, ni le responde a los e-mails... Es imposible hablar con ella para explicárselo. 

Baja la calle hasta la parada de autobús y se monta en el primero que aparece que va a la estación de tren. 

Al llegar allí, una azafata le coge el villete y le rompe la parte final como marca antes de dejarlo pasar. 

- Buen viaje - le dice la siguiente mirándole la nariz con un gesto preocupado. 

-Gracias - contesta él sin una sonrisa. 

Encuentra su asiento y guarda la maleta sobre el asiento para no tener que molestar a nadie al bajar del tren. 

La echa tanto de menos. Solo quiere verla. Nunca debió distanciarse, nunca debió aceptar el trato, la quiere demasiado para perderla. 

Varias horas más tarde, que se le hacen eternas, se baja del tren entre suspiros y bostezos y coge un taxi hasta su piso. 

Al llegar, se deja caer sobre el sofá. 

-¿Por qué tuve que hacerlo? - se pregunta a sí mismo mirando fijamente la lámpara del techo. 

Coge el teléfono móvil y encuentra el contacto de Violeta. Le envía un Whatsapp


Estoy en la ciudad, ¿podemos vernos?

Lleva sin conectarse desde hace varias horas así que duda que vea su mensaje hasta tarde. Habrá salido. 

No sabe seguro si la chica que le pareció ver era realmente ella o no, así que decide no hablarle del tema por el momento. Aunque si fuera ella, ¿no querría una explicación? 

Suspira y se echa el pelo hacia atrás, triste.

Dos horas más tarde, recibe un mensaje por  Whatsapp : 

Claro, dime cuándo. 











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