sábado, 1 de marzo de 2014

Emociones fuertes.





A veces las cosas, simplemente, no son lo que parecen. Pero duelen tanto como si fueran reales.



Violeta había dejado a Jorge al cuidado de los chicos en casa de Ainoa. Al principio había pensado no decírselo a nadie más que a Jorge; pero luego había decidido que Dani merecía una explicación. Total, sólo iba a pedir una explicación.

Ahora cogía aire e intentaba ponerse dura, tenía un enorme nudo en la garganta. Habían quedado en el parque, y estaba a unos pasos de allí.

Cuando llegó, cómo no, él ya estaba allí; sentado en un banco, de espaldas a ella. En seguida se dio cuenta de su presencia, Violeta pensó que por su agitada respiración; pero era imposible: no estaban lo suficiente cerca.

Había llegado la hora, y ya no había vuelta atrás. Tenían que hablar. Cuanto echaba de menos una mano amiga, como la de Jorge o Lara (su mejor amiga en el antiguo instituto), que le sirviera de apoyo.

Rubén se levantó y se acercó a ella. Fue a darle un beso; pero ella se apartó haciéndole “la cobra” y puso la mano en medio.

-Hey, espera. Me debes una explicación. -lo detuvo ella.

-¿Una explicación de qué? Creí que ya habíamos dejado claro que sólo me iba por un tiempo.

-No te hagas el tonto, Rubén. Sé lo que has hecho.

-¿De qué me estás hablando, Violeta? No te entiendo... ¿qué te pasa, te encuentras mal?

-Te vi con esa chica, de tu edad y tan guapa, cuando fui al pueblo a visitar a Jorge. No soy tonta, Rubén. Debiste saber que algún día me iba a enterar.

Podría ser que si que hubiera sido ella la chica del otro día y se refiriera a su hermana. Pero, de todas formas, nunca había visto en Violeta a una chica tan celosa, ¿se iba a poner así sólo por haberle visto hablando con su hermana? No lo creía.

-Pero... ¿de qué me hablas, Violeta? ¡Anda ya! Sabes perfectamente que sólo tengo ojos para ti. No te pongas celosa, que me haya ido no significa que haya buscado de otra compañía. Y de todas formas, tampoco he estado tanto tiempo fuera.

-¡No te hagas el idiota, Rubén, ¿quieres?! ¡Ya sé lo que has hecho y el daño ya estás hecho, joder! ¡Lo único que haces así es agravarlo más, ¿no podías pedirme simplemente perdón e intentar enmendarlo y ya está?! ¡Yo siempre confié en ti, ¿sabes?!

-Pe... Pe... Pero... Violeta, yo... yo no he hecho nada.

-¡No me digas mentiras, sé lo que he visto, cabrón!

El nudo en su estómago era cada vez más fuerte ¿cómo era posible que encima se atreviera a mentirle? Luchaba por no llorar, y gritarle era la mejor manera que encontraba para evitarlo. Seguramente en breve todo el parque los estaría mirando.

-A ver, Violeta... -intentó tranquilizarla- Te juro... te juro que yo no he hecho nada. Seguramente me vieras con mi hermana.

-¡Si fuera tu hermana no hubieras empezado con largas y me lo hubieras dicho directamente! ¡Además, tú nunca me has dicho que tuvieras hermana!

Rubén se quedó completamente parado, bloqueado en sus pensamientos. Era verdad que nunca le había dicho que tenía hermana, ¿y para qué decírselo, si probablemente no la conocería nunca y eso sólo conseguiría ahondar más en las heridas de su corazón? No tenía necesidad de saber por todas las desgracias que había pasado o todas las personas que le habían dejado de lado, era aún una niña pequeña, y pretendía protegerla. Pero en el estado en que Violeta se encontraba no atendería a razones.

A Violeta su silencio le dolió aún más. Eso significaría que había ganado, que llevaba razón y le había dejado callado, y por una vez lo único que no quería era llevar razón.

-¡Gilipollas, pervertido, cabrón! ¡No sé cómo demonios has podido hacerme esto! ¡Yo de verdad que te quería, pero al parecer lo nuestro sólo ha sido un juego para ti! -aguantó el aire un momento en sus pulmones- ¡Te odio!

Dicho esto, le dio la espalda y se fue casi corriendo, a grandes zancadas, hacia el otro lado. No podría soportar más quedarse dentro las lágrimas, y no podría soportar ni un sólo segundo más delante de él. Además, si al final lloraba y él la abrazaba, le sería imposible no perder y quedarse con él.

Rubén la miraba alejarse con el corazón luchando por no romperse en mil pedazos. De repente su mundo se desmoronaba. ¿Qué había hecho él para merecer esto? Decidió no correr hacia ella, Violeta no lo escucharía; podía llegar a ser muy cabezota y aún más en ese estado de ánimo. Además, necesitaba a alguien que la tranquilizara, y esta vez no podría ser él el que lo hiciera. A parte, él también necesitaba un tiempo para pensar y poner en orden las ideas en su cabeza; pero él no tendría a nadie en el que apoyarse. La única persona de la que realmente dependía y en la que confiaba, se alejaba a grandes pasos de él, odiándole. Y tampoco podía pedir ayuda a los amigos que quedaban con él: nunca habían visto con buenos ojos su relación, y el único que aún siendo así lo apoyaría, se encontraba en esos momentos en América. Se sentía completamente solo.



***



Ya no puede aguantar más y le caen las lágrimas como goterones rodando por las mejillas. Va con la cabeza gacha para que no se le note y piensa en que tiene suerte de no echarse rímel. Un pensamiento tonto para la situación. No lo piensa demasiado y va hacia la casa de Ainoa, donde su actual novio y su mejor amigo la estarán esperando.

Llama a la puerta y le abre la madre de Ainoa, que estaba a punto de irse. Ya la había visto alguna que otra vez. Le da las gracias sin levantar la mirada del suelo y entra corriendo en la casa. Ella le dice que están a la izquierda, en el salón, y se va sin prestarle demasiada atención.

En cuanto entra, levanta la mirada y todos se quedan mirándola, se arrepiente de haber acudido allí. Preferiría poder hablar con Dani o Jorge a solas. Ellos dos son los primeros en levantarse y acercarse a ella. Daniel la coge de las manos y le da un beso en la mejilla, que está completamente mojada.

-¿Qué te pasa, Violeta? ¿De dónde vienes? ¿Qué te ha pasado? -le pregunta suavemente.

Entonces recuerda que aún no le había dicho nada, había decidido contárselo cuando volviera de hablar con él. Mierda. No conseguía parar de llorar para explicárselo, Dani no sabía que hacer y Jorge la miraba preocupado, mordiéndose el labio inferior. Daniel decidió quitarse de en medio para dejarle tranquilizarla a él, que la conocía mejor; para su desgracia, ya que él tampoco sabía qué hacer ni como reaccionar.

Agus se adelantó a los dos, poniéndose delante de ella y haciendo que alzase la vista y lo mirara cogiéndola de la barbilla. Le secó las mejillas con suavidad con la manga de su sudadera.

-Hey, ¿qué sucede, preciosa? -le preguntó con una suave, preciosa y tranquilizadora voz- ¿Por qué lloras? Las niñas bonitas no deberían llorar.

-Creía que eras gay. -intentó bromear ella con la voz rota.

Él dejó escapar una media sonrisa.

-Ya, lo soy; pero sé reconocer una cosa bonita cuando la veo. -consiguió hacer que Violeta se sonrojara por debajo de las lágrimas, que seguían acudiendo a borbotones a sus ojos y regaban sus mejillas- Además, no soporto ver a las chicas bonitas llorar porque me recuerdan demasiado a Estrella y a Ainoa.

Ahora les tocó a ellas el turno de sonrojarse, desde detrás de él. Agustín era... demasiado directo, y sincero. Quizás era eso lo que tanto le venía bien a Justin de él, que siempre le dijera las cosas sin rodeos y con certeza. Agus volvió a intentar secarle las lágrimas, con una clara cara de preocupación, y se alejó un poco de ella. Realmente no la conocía; pero le había caído bien, y los amigos de Justin eran sus amigos.

-Anda, Violeta, ven aquí y siéntate; deja que podamos ayudarte. -le dijo Ainoa.

Dani se acercó a ella y la cogió de la mano, llevándola hasta el sofá. Estrella les cedió su sitio para ir a sentarse al lado de Justin y Agus y que así los tres pudieran sentarse juntos y Dani se sentó y la cogió a ella de la cintura; para que se sentara sobre sus piernas. Jorge se sentó al lado de él y la cogió de la mano para reconfortarla. La verdad era que no le agradaba lo directo que era Dani con ella, Rubén siempre había ido mucho más... despacio. Pero si su amiga se encontraba bien con él, no era quién para inmiscuirse. El problema era que ni ella misma lo sabía, y ahora descubrirían qué le había dicho ese... idiota de Rubén. Y pensar que él mismo lo había creído su amigo...

Violeta miró a su al rededor. Nadie se atrevía a mediar palabra. Estrella ya no portaba su radiante sonrisa que iba siempre con ella y que le recordaba tanto a su nombre. Eliot estaba... ¡Serio! ¡Eliot serio! Y Justin claramente preocupado. Creía que sólo los había visto así el día que tuvieron la pelea con Sam. ¿Y ella se merecía preocuparlos así y estropearles la fiesta por una vez que Agustín los podía visitar por una gilipollez de un idiota como Rubén? No lo creía. Y tampoco sabía cómo se tomaría todo aquello Daniel... Aunque, pensándolo mejor, él ya sabía el daño que le había hecho; no conseguiría que se enfadara mucho más con él.

-¿Qué te pasa, Violeta? -rompió el hielo Estrella- Sabes que siempre estamos aquí para ayudarte...

-No dudes en pedirnos cualquier cosa. -añadió firmemente Eliot.

-Estamos contigo. -la apoyó Justin.

Era reconfortante que todos la trataran así; pero no conseguía hacer fluir a las palabras. Apretó la mano a Jorge para que él empezara.

-Ha quedado con Rubén para hablar de lo que pasó con él, esta mañana. -todos apretaron la mandíbula. No parecía que fuera a ser una historia muy bonita ni de fácil solución- Y al parecer no ha salido demasiado bien...

Ella negó con la cabeza compulsivamente.

-Para nada... -gimió- Encima de todo ha tenido la enorme cara de mentirme y hasta se ha inventado la aparición de una inexistente hermana...

Agustín se sentó debajo de Justin para que éste le explicara en voz baja la situación y así poder ayudar un poco con el problema. Pasaron un rato hablando sobre el tema, intentando sobretodo que Violeta se tranquilizara. Entonces Agustin se levantó.

-Escúchame bien, Violeta. -le dijo agahándose para estar a la altura de sus ojos y cogiéndole de la barbilla de nuevo- Para hacer daño a una persona tan hermosa como tú hay que estar muy mal de la cabeza; así que ese tío no te merece, ni como amigo ni como nada ¿me entiendes? Debe de ser un caso perdido para atreverse a hacer daño a una criaturita como tú.

Dicho esto se incorporó y la miró, entonces comenzó a hablar Eliot, que parecía intentar reprimir un pequeño enfado.

-No, a ver, es que para dejar plantada a una tía como tú hay que ser gi-li-po-llas, con todas las letras. Engañarte con otra teniéndote ya a ti, vaya asco. Y más ese viejales ¡que se va a creer él que va a encontrar a alguien como tú, y más a esa edad! Hay distintas clases de idiotas, en fin... pero creo que habría que inventar una tan sólo para él.

Ainoa no pudo evitar sentir un pellizco de dolor en el fondo de su corazón. Como si Eliot alguna vez le fuera a decir a ella cosas así... Pero tenía razón, Violeta estaba mal y había que animarla, estaba siendo muy mono por su parte intentar hacer algo así. Y después estaba que ella era tan guapa... y tan lista... Intentó quitarse esos pensamientos de la cabeza, en esos momentos su prioridad era Violeta.

La chica sonrió.

-Gracias, chicos... No sabéis cuánto os agradezco esto...

Daniel sólo era capaz de apretar la mandíbula y pasarle fuerzas por medio de su abrazo, ya que si hablaba podría explotar.

-No hay de qué, te lo mereces. -dijeron Agustín, Eliot y Ainoa a la vez.

-Sí, y mientras ese ya puede estar pudriéndose en los mismos infiernos. -dijo Jus mirando a Dani, mientras lo imitaba y adivinaba los pensamientos de su amigo- Por maricón. -añadió por agregarle gracia.

Todos empezaron a reír.

-¡Anda, pues eso tendría sentido! -exclamó Eliot- ¿Tú estás segura de que no te estaba engañando con un tío? Porque a lo mejor su problema era que le daba vergüenza aceptar su verdadera sexualidad. -todos empezaron a reír aún más fuerte de nuevo- Eso sí que explicaría que pudiera desear dejarte por otra persona.

Violeta ya no podía controlarse entre las lágrimas y la risa. Imaginarse a Rubén desnudo flirteando con otro tío había sido... demasiado.

-¡Anda, chicos, parad ya! ¡Que no me aguanto! -se quejó.

Ellos se rieron y dejaron de bromear.

Al rato, Violeta por fin consiguió terminar de llorar; Estrella le tendió un pañuelo y Dani le secó las lágrimas de la cara con él. En ese momento sonó el timbre. Justin fue a abrir y se quedó parado con quién encontró.



***



Rubén se había sentado en un banco con la cabeza entre las manos y había  estado pensando. Al final había decidido que debía de ser él quien hablara con ella, que cuanto antes le explicara mejor, y que ella le debía escuchar. Después de todo el tiempo que habían pasado juntos y de todo lo que se habían ayudado, debía dejarle una última oportunidad.

El problema era que no sabía a dónde había ido; a su casa no, eso era obvio, no querría que sus padres la vieran así. Pero ¿a dónde habría ido entonces? A casa de sus amigos. ¿Y dónde vivían sus amigos? Ni idea. Era molesto que se hubieran mudado allí.

Preguntando a unos y a otros, fue siguiendo su rastro; y ahora, estaba allí, en la casa en donde, según le habían dicho, había entrado ella.

Llamó a la puerta y le abrió un chico al que creyó reconocer. Entonces se acordó: era uno de los simpáticos muchachos del grupo, había dado con la pista. Entonces se percató de lo parado que este se había quedado al verle; en ese caso debía de saber ya la noticia, y por lo tanto Violeta se encontraría allí. Tanto mejor, no tendría que buscar más. “Hola”, se aventuró a decir el chico por fin. Él le saludó de vuelta.

-¿Está Violeta? -fue directo al grano él.

-Puede; pero aún que sea así no creo que ella quiera hablar contigo.

-O es posible que sí. Por favor, llámala.

-No está de humor.

-Por favor, no me iré hasta que le preguntes a ella y te diga que me vaya. Déjame esta oportunidad.

Justin se mordió el labio. En principio el hombre le había caído bien, y no parecía mala gente; pero según lo que contaba Violeta... Aunque, ¿y si esta se había equivocado? A lo mejor ella quería aclarar las cosas con él...

-De acuerdo, está bien. Pero quédese aquí, ¿me entiende? No entre. -contestó a sabiendas de que a la mínima opción intentaría entrar y buscar a la chica por él mismo.

-De acuerdo. Aquí estaré. Pero llámala... por favor...

Él asintió y volvió al salón. Los chicos le miraron, y él dirigió su mirada a la muchacha, que estaba acurrucada en los brazos de Daniel.

-Violeta... Es Rubén, quiere hablar contigo. ¿Qué le digo?

Ella se puso tensa.

-No... no... no... No quiero verle. -dijo, aunque una parte de ella sabía que era mentira, prefería quedarse allí entre los brazos de Daniel y olvidarse por un momento de la realidad.

Justin miró a Agus y Eliot, que asintieron y se levantaron. Daniel hizo ademán de hacer lo mismo; pero Eliot lo detuvo cogiéndolo por los hombros impidiéndole levantarse del sofá.

-Tú quedate aquí. -le aconsejó, para después irse.

Él asintió; pero no las tenía todas consigo. Las chicas y Justin salieron detrás de los muchachos, para mirar por si pasaba algo. Si Rubén intentaba algo... en fin, sabían que los chicos eran muy burros y no lo dejarían entrar.

Agustín asomó por la puerta, con Eliot observando por detrás. Que el muchacho fuera un año mayor le permitía que Eliot le cediera la voz cantante en muchos casos.

-Lárguese, Violeta no quiere hablar más con usted.

Rubén tragó saliva mientras se le caía el alma al suelo.

-Pero... Por favor... Tengo que verla...

-Pero ella no quiere verle a usted. Por favor, lárguese si no quiere que llame a la policía. O tendremos que echarlo nosotros.

Rubén suspiró, miró al suelo rascándose la frente y volvió su mirada a ellos.

-Pero... vosotros no lo entendéis... Y es importante, tengo que verla.

-Claro que lo entendemos. -respondió Eliot- Usted la abandonó, le puso los cuernos y la ha dejado tirada; y ahora nosotros estamos ayudándola. Y encima de todo ha sido tan cabrón como para llegar mintiéndole. Por favor, lárguese.

-Ya ha perdido su oportunidad. -añadió Justin, al que no se le veía desde fuera.

Rubén se llenó de desesperación e intentó abrirse paso entre ellos. Estrella miró a Ainoa preocupada y le hizo un gesto con la cabeza. Ella dirigió la mirada hacia las escaleras, que estaban al final de la pequeña entrada.

-¡Robin, hijo puta! -gritó ésta, llamando la atención de su hermano, que se encontraba arriba.

El chico bajó corriendo las escaleras saltándolas de dos en dos al ver que allí había movida y miró a su hermana. Esta no necesitó más de dos frases para explicarle toda la situación y que su hermano la entendiera. Robin apartó a los muchachos y se asomó a la puerta.

-Lárguese de mi casa. -se encaró con Rubén- Nadie le ha invitado aquí.

La verdad era que el chico imponía: brazos grandes, hombros anchos y musculatura. Cualquier otro habría dejado la discusión estar; pero Rubén estaba demasiado desesperado por ver a Violeta.

-Por favor, tú no lo entiendes. Tienes que dejarme entrar a verla.

-A ver, ¿tienes una invitación para entrar aquí? No, ¿verdad? ¿Ella ha pedido que quiera verte? No, ¿verdad? Pues lárgate ya, viejales, que nadie te ha pedido venir aquí, y búscate a alguien de tu tamaño.

Rubén intentó pasar por el hueco que dejaba el brazo de Robin, que estaba apoyado en el marco de la puerta. Él fue más ágil y no lo dejó pasar, además de empujarle haciéndole retroceder unos pasos. Rubén empezaba a enfadarse. Malditos críos, que se interponían sin saber nada...

-A ver, niñato, déjame entrar o pídele a ella que salga para que podamos resolver nuestros problemas a solas ¿quieres? Creo que ni tú ni yo tenemos todo el día, y tus amigos también querrán tener la fiesta en paz. Sólo os pido un momento.

-¿Qué le parece si mejor llamo a la policía y le acuso por salir con una menor, acosarla y por intento de allanamiento de morada?

Rubén sabía perfectamente que tenía las de perder en ese enfrentamiento, y no le quedó otra que rendirse.

-Niñato asqueroso... -murmuró mientras empezaba a darse la vuelta. Entonces algo lo hizo detenerse al mirar al interior de la casa.

Jorge había salido del salón y lo miraba, un tanto dolido por el comportamiento del hombre.

-Jorge... -lo llamó él. El chico apartó la mirada- Jorge, por favor, ayúdame. Me conoces, sabes que nunca le haría daño, tú sabes que la quiero. -el chico, muy a su pesar, negó con la cabeza- ¡Sabes que la quiero, joder! Ayúdame, por favor... George... Te lo suplico, ayúdanos.

Él negó con la cabeza de nuevo.

-Lo siento mucho, pero no. -dijo en voz baja; aunque Rubén lo entendio.

El hombre, sin más alternativa, suspiró y, con la cabeza gacha, se marchó.

Jorge abrazó a Violeta, que había salido con él y Dani a la entrada, para reconfortarla. Cerraron la puerta. Cuando se hubieron relajado un poco, Agus, como si no hubiera pasado nada, le dirigió una amplia sonrisa a Robin.

-¡Hey, Robin! Cuánto tiempo sin verte.

-De verdad. Y anda qué me avisas de que vienes... -se quejó éste.

Agustín sonrió y le abrazó. Agustín abrazaba a todo el mundo, era sorprendente cómo le gustaba dar abrazos. Con tal de despejarles un poco y animarles, Robin empezó a bromear metiéndose sobretodo con su hermana, y Estrella no podía evitar sonrojarse de vez en cuando. Le parecía taaaan gracioso y adorable. No en balde era Robin, su amor platónico desde que entró en el instituto. Justin y Agus, los dos únicos que lo sabían, la miraban y le hacían tonterías cuando los demás no lo sabían. Realmente, ella sólo se lo había contado a Justin; pero contar a Justin algo sin que Agus se enterara era... difícil. No había secretos entre ellos, ya fueran suyos o de los demás; lo cual Justin avisaba, con tal de que no le contaran nada que no le pudiera contar a Agus, ya que en esos temas Justin y Agus eran como una sola persona. Sólo... que Agustín se entrometía y le gustaba picar y Justin lo dejaba más estar; pero era lo que había. Aún así, tampoco solían meterse mucho con ella, lo cual la chica agradecía.

Estaban de nuevo sentados en los sofás. Violeta estaba un poco en su mundo, pero intentaba centrarse en la conversación porque al menos ellos le hacían reír. Le había caído bien el hermano de Ainoa. Era como uno más en la pandilla, aunque se notaba que no estaba al tanto de muchas cosas y a Ainoa le molestaba un poco que se inmiscuyera durante demasiado rato en sus asuntos. Al fin y al cabo, era su hermano mayor.

Volvieron a llamar a la puerta. ¡¿Otra vez?! Menos mal que el timbre no tiene límite de llamadas... Pensó Ainoa, a la que le tocaba levantarse esta vez. En seguida llegó Borja saludando a todos. Violeta se acordaba de haberlo visto cuando conoció a Dani. Él le saludó contento.

-Ey, Borja, ¿qué haces tú por aquí?

-Me han mandado tus padres. Dicen que tienes que volver a casa para cuidar a los niños; porque ellos se tienen que ir a y yo que sé qué manda'o con mis padres. -le informó él.

En seguida a Dani se le cambió la cara.

-¡Venga ya! No pienso irme. Estoy ocupado.

-¿Haciendo qué? ¿Saliendo con tus amigos como casi siempre?

-Um... Hoy ha venido Agus, y dentro de poco tiene que irse.

-Uff, venga Dani... Que nos tenemos que ir.

-¡Que no me da la gana, joder! Diles que lo hagan ellos, que para eso son sus padres.

-Serán sus padres; pero están ocupados. Tienen que irse a una cosa del trabajo o algo. Venga, Dani, no seas así.

-Pues si tan to los defiendes cuídalos tú.

-Venga... ¡No puedes dejarme solo! Lucas Martín y Carolina sólo te hacen caso a ti, y Sandra casi que también...

-Pues bueno, ya te obedecerán. O a tu edad ya cuidaba de vosotros cuatro.

-¡Dani! ¡Jo, no seas así!

Al ver que Daniel negaba y no se movía, salió de la casa en busca de su tío.

-Dani... -replicó Robin señalándole la puerta. Él volvió a negar. Los demás no dijeron nada, en cuanto a cabezonería nadie le ganaba, y estaba enfadado porque le mandaran cuidar a sus hermanos cuando salía con sus amigos. “No hay derecho” o “no es justo” diría él.

No mucho después, llamaron a la puerta de nuevo, esta vez fue Robin. Era Lucas Martín padre, el padre de Daniel. Éste llamó a su hijo, que volvió a rehusar hacerle caso.

-Robin... -le pidió Lucas haciendo un gesto con la cabeza.

Él asintió, fue al salón y cogió a Dani, que por mucho que se resistía no pudo evitarlo, en volandas colocándolo encima de su hombro. Lo llevó a la salida dejándolo al lado de su padre y los demás lo siguieron. Estaba siendo una tarde muy movidita para ser una tarde en casa.

-Daniel, ve con tu primo a cuidar a los críos, haz el favor.

-¡Que no me da la gana, joder, vosotros sois sus padres, ¿no?! ¿Por qué coño tengo que cuidar a los dos enanos yo! ¡Que los cuide Borja, si tanto empeño tiene!

-Venga Dani... -intentó convencerle su primo poniendo cara de niño bueno- Que será divertido... Podemos poner una película y pasar una tarde de primos como en los viejos tiempos.

-Uy, sí, qué diversión. -ironizó él. Se volvió a encarar con su padre- Que no, que yo me quedo aquí. No voy a pasar mi tarde con los amigos cuidando a unos enanos cuando yo no he tenido la culpa de que hayan nacido. Cuidarlos vosotros, que al menos yo he sido lo suficientemente listo para no ser padre tan pronto. -el mismo golpe bajo de siempre.

A Violeta no le parecía nada bien que tratara así a sus padres, y mucho menos delante del pequeño Borja, que podía aprender de él. Con lo bueno y educado que parecía siempre... Pero no le quedaban fuerzas ni ganas para decir nada. A su lado, Jorge, estaba horrorizado.

-Daniel. A la casa. Ahora. -ordenó firme su padre.

-¡Si, hombre! Que no...

-Daniel Segovia. Tira.

Al segundo apellido la cosa se pondría peor, y él lo sabía. Empezó a ponerse rojo y se dio la vuelta, no muy convenvcido.

-Si quieres puedes llevarte a unos de tus amigos, como siempre. -apaciguó su madre.

-¿De verdad?

-Sí, claro. Habérselo pensado antes de insultarnos. -replicó su padre- Dani, tira para la casa.

-¡Venga ya! ¡No me seas hijo puta, papá!

-Un poco de respeto a tu abuela. Daniel Segovia -abrió la boca para pronunciar el otro apellido.

-Pufff... Que sí, que sí, que ya voy. Adiós, chicos. -se despidió de sus amigos sin apenas mirarlos-Adiós, Violeta, espero que te vaya bien.

Estaba completamente rojo de ira, se acercó a su primo, lo cogió por la chaqueta con brusquedad y se alejó de allí. Después lo soltó, intentó traqnuilizarse y le pasó el brazo por encima del hombro con cariño. Sabía que Borja no tenía la culpa y que, además, había sido condenado al mismo castigo que él.



***



Agustín les dio un abrazo a los dos padres, a los que decía que también había echado de menos, y estos les preguntaron que tal le iba a su hijo. Al parecer, la comunicación con ellos no le iba muy bien.

-Tres 10, un pequeño 9 con algo, 5 en lengua y 3 en una lámina de dibujo; por lo demás todo bien. -respondió Eliot.

-Bueno, chicos, Jorge y yo nos vamos ya; han sido demasiadas experiencias fuertes para un sólo día.

Estrella se acercó a ella y le dio un fuerte abrazo antes de que se fuera.

-Ánimo, Violeta. -le dijo al oído. Después, algo dubitativa, se acercó Ainoa y la abrazó también.

Agustín ir dio un fuerte abrazo, que le hacía sentirse más pequeña de lo que era arrollada por sus fuertes brazos y con su gran estatura, y a la vez sentía protección.

-Sonríe, guapetona, que tiemble de vergüenza el mundo al ver tu sonrisa. -le dijo éste al oído.

Justin y Eliot se despidieron de ella con la mano y una sonrisa de ánimo y se fue con Jorge de vuelta a su casa.

-Yo y Agustín también nos vamos, chicos, que queremos pasar un rato juntos y mañana yo tengo que ir al instituto mientras él estudia.

-¿Qué hora es, Justin? -le preguntó Eliot. Él se la dijo- Pues yo también me tengo que ir ya, que Esperanza tiene que ir a estudiar a la biblioteca y tengo que ver si mis padres necesitan ayuda, últimamente los dos pequeñajos están muy revoltosos y a mis padres le entra mucho trabajo.

-Hay que ver qué chico más apañado eres, Eliot. Ojalá a Dani sele pegara algo. -lo piropeó Lucas Martín.

-Pues la verdad es que sí... -confirmó su madre.

-Tampoco es para tanto... -se sonrojó él.

Al final Estrella fue la única que se quedó con Ainoa y Robin en casa de estos.



***



Violeta, nada más llegar a su casa, subió a su habitación con Jorge pisándole los talones.

-¿Cómo estás? -le preguntó su amigo en cuando cerró la puerta.

Por toda respuesta, Violeta se tiró a la cama y empezó a llorar de verdad, sin ataduras, no como antes que sólo soltaba lágrimas. Jorge suspiró, lo que suponía.

-Es que... Es que... Por una parte no quiero volver a Rubén en mi vida porque es un cabrón... Pero por otra parte sé que esto no es verdad y que sólo quiero estar en sus brazos. Y hoy Daniel me ha decepcionado mucho con lo de sus padres. Y no puedo seguir fingiendo; porque yo en realidad todavía quiero a Rubén, porque soy gilipollas, joder, y soy tan imbécil que sigo queriendo a alguien que me ha hecho esto y que me ha hecho tanto daño... No me aguanto.

Él se sentó a su lado con las piernas grzadas, le puso la cabeza sobre ellas y le acarició reconfortablemente.

-Tranquila, Violeta, yo estaré aquí contigo.

Cuando se tranquilizó un poco y le preguntó por Dani, Jorge le dijo que la verdad es que no le gustaba nada para ella. Que seguramente le hubiera caído bien si no estuvieran juntos (quitando el suceso con sus padres) pero que no le gustaba así cómo para ella.

Y en el fondo él también estaba dolido. Dolido porque lo habían decepcionado, él también había pensado que Rubén era su amigo.



***



¿Os imagináis lo que es ver a un hombre mayor, amable, simpático y cariñoso con todo el muco, destrozado tirado en el suelo con la cara sobre su sofá y agarrado a una foto con cada mano sin parar de llorar? No tendríais que imaginar tanto si estuvierais en la casa de Rubén en ese momento... Y cada vez que levantaba la mirada, sus ojos se juntaban con los de Violeta en alguna de sus innumerables fotos y rompía a llorar más fuerte aún de nuevo. Igual que cualquier enamorado al que dejan sin tener razón alguna y echándole las culpas de un gran error que él no ha hecho. Aún no lo habían dejado formalmente, pero sabía que esas palabras llegarían de boca de Violeta dentro de poco.

1 comentario:

  1. Pero que perfección de capítulo!!!!

    Pobre Violeta...
    A ver como lo supero :(

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