domingo, 20 de abril de 2014

Hazy



Cause without you things go hazy 

                                     - Rosi Golan

Carraspea y baja la mirada, claramente nervioso.
Violeta no consigue articular palabra correctamente. 

 - Da... Dani...

Una chica sentada relativamente lejos pero que aún así está atenta a la conversación no puede evitar una sonrisa melancólica, Pobre chico, piensa contrariada.

 - Esto es tan... no me lo esperaba, perdona - intenta arreglar su reacción Violeta.

 - ¿Te ha molestado?

 - ¡No! ¡Claro que no! ¿Cómo iba a molestarme algo así? - deja que una sonrisa nerviosa aparezca en su cara, aunque es más bien una mueca. ¿Cómo se supone que tiene que reaccionar a eso? Nunca nadie le había dicho algo así , a parte por supuesto de Rubén.

 - ¿No tienes nada que decir al respecto? - la saca Dani de sus pensamientos, impaciente. Al momento se arrepiente, presionarla no volverá la situación menos incómoda.

 - Bueno... yo... - Violeta deja con suavidad las manos sobre su regazo - no sé cómo tomármelo. Sé que no es nada malo, pero ha sido tan... repentino... No llevamos apenas unas semanas y ya...

 Dani enrojece. Quiere irse, salir corriendo, escapar y esconderse, pero se mantiene correcto, y dentro de lo que cabe aguanta el arrepentimiento con toda su fuerza de voluntad.
Debería sentirse liberado y aliviado, pero en cambio, la tensión aumenta por momentos.

 - Perdona... no pretendía que fuera tan incómodo - se disculpa con una voz dulce y un tono controlado, esperando esconder sus sentimientos una vez más.

 - No... no te disculpes - se apresura a decir ella, se masajea las muñecas intentando liberar algo de tensión - Lo que me ha sorprendido ha sido la rapidez, eso es todo, normalmente suele pasar más tiempo antes de ... todo esto - dice señalando la mesa con un gesto con ambas manos.

 - No volveré a repetirlo, perdona.

Violeta lo mira apenada, aunque no se atreve a fijar la mirada en sus ojos, tiene miedo de encontrar un corazón roto.

 - Es solo porque... si el "te quiero" se dice demasiado pronto normalmente no es cierto, y eso me ha asustado  - intenta justificarse.

 Dani asiente y vuelve a pedir disculpas, en lugar de asegurarle de que es cierto. Prefiere no hacer más el ridículo por hoy.

- Disfrutemos de la comida - dice intentando parecer adulto y maduro. 

Después de la cita, Daniel la acompaña a casa y como despedida se besan y se abrazan. Ambos intentan aparentar que lo han olvidado, pero ninguno lo ha hecho realmente.

***

 - ¿Has llegado bien? 

 - Sí, gracias cariño - contesta Agus mientras deshace la maleta vaciándola sobre la cama.

 - Me alegro. ¿No ha habido ningún problema?

 - No... ¡Deja de preocuparte, estoy bien! - ríe el joven.

 - Perdona, perdona - se disculpa igualmente divertido Justin - Buenas noches, cariño.

 - Buenas noches - le contesta en un tono meloso a su novio.

Una voz de mujer detrás de él lo saca de su ensimismamiento:

 - ¿Con quién hablabas? - le pregunta su madre curiosa.

Agustín se da la vuelta rápidamente, no la ha oído llegar.

 - Con nadie - dice él quitándole importancia.

 - Sonabas muy cariñoso... ¿es tu novio? - sonríe la mujer.

Agus se muerde el interior de la mejilla.

 - ¿Lo era? - pregunta de nuevo, exaltada.

 - No, no lo era - dice muy serio él.

 Se siente decepcionada con que su hijo no le quiera decir la verdad, pero no puede obligarlo, así que se acerca a él, recoge la ropa sucia de Agustín que hay sobre la cama y desaparece con un cesto lleno a rebosar en dirección a la lavadora.
Dentro de unas horas volverá a casa con su marido y su visita a sus hijos habrá acabado en una lavadora de ropa sucia. 

 - Por poco - murmura para sí mismo el chico, y borra el historial de llamadas.

A pesar de todo, sabe que esto no puede seguir igual, al final todos tendrán que saberlo, por muy raro que les parezca que su novio sea su mejor amigo. 

***

Después de la llamada no ha hecho nada, simplemente se ha quedado tendido sobre la cama, esperando quizá a que Agus volviera mágicamente. 
 Finalmente, se decide por escuchar algo de música para dormirse. 
Enciende el teléfono y abre la aplicación de Europa Fm que tiene descargada. 
Coloca lentamente y con aburrimiento los auriculares en sus orejas y se deja transportar por una canción que no conoce  pero que consigue hacerlo sentirse identificado. 

I watched you sleeping quietly in my bed
You don't know this now but there's some things that need to be said
And it's all that I can hear, It's more than I can bare


***

Se deja caer con fuerza sobre la silla de su escritorio y enciende el ordenador, necesita escuchar música ahora mismo. 
Enciende la radio del portátil y se coloca los gigantescos cascos sobre la cabeza. 

What if I fall and hurt myself?
Would you know how to fix me
What if I went and lost myself?
Would you know where to find me
If I forgot who I am,
Would you please remind me oh?
Cause without you things go hazy


Se siente traicionado y decepcionado, pero no puede echarle las culpas a Violeta. 
La fiesta de despedida de Agus fue bastante menos incómoda para él ya que ella no estaba, pero pensar eso lo hace sentirse culpable. 
Hubiera sido perfecta para olvidar lo ocurrido si no le hubieran preguntado por la cita... 
Pero tampoco puede culpar a nadie. 

Suspira con fuerza y cierra los ojos. 
Termina de escuchar la canción y apaga el ordenador antes de poder empezar a escuchar la siguiente. 




lunes, 14 de abril de 2014

Sorpresas

 

Hay mil maneras de decir un “te quiero”.

 


Justin pasó esa tarde estudiando con Peter a través del móvil: cada vez que el chico no entendí algo (cada pocos minutos) le mandaba un Whatsapp con una foto del ejercicio para que él se lo explicara. Le costaba concentrarse, porque sólo quería estar con Agus; pero él le había dicho que quería pasar ese día con su familia y, aún así, el necesitaba estudiar.

***

Daniel le apartó la silla de la mesa para que ella se sentara como todo un caballero, bordeó la mesa y se sentó en frente de ella, como todo un caballero. Daniel llevaba una camisa blanca y unos pantalones vaqueros que le quedaban realmente bien.
Pasaron un buen rato entre risas y bromas. Ambos sentían que no podían parar de sonreír. Violeta estaba realmente feliz, por fin su sonrisa resurgía después de tanto tiempo... Lo que ella no sabía es que este hecho hacía más feliz todavía a Daniel de lo que le pudiera hacer a ella. Le faltaba poco para pegar saltos de alegría por hacer sonreír a esa chica, su chica.
-Oye, Violeta... -le dijo, sin apagar su sonrisa, cogiéndole las manos con dulzura.
-Dime, Dani.
-Sé que últimamente estás mal porque es muy duro soportar una ruptura y todo eso, y más de la manera que ha sido la tuya... Pero quiero que sepas que yo siempre estaré ahí. Sea como sea y aunque lo nuestro no funcione, te prometo que intentaré estar a tu lado para siempre. Y quiero que sepas que puedes confiar en mí.
-Yo... Gracias, Daniel.
-De nada... -contestó él hundiéndose en sus ojos con una sonrisa- Y también quiero que sepas que cualquier chico se moriría por estar un instante aquí, con una chica como tú; y que es un gran honor para mí poder compartir mesa contigo.
-Oh... Dani... No te pases...
-Sólo digo la verdad. -contestó él con una sonrisa infantil.
Ella sonrió y, sonrojándose, bajó la mirada hacia la mesa. Daniel pasó unos segundos en silencio observándola, jugueteando con sus manos.
-Violeta... yo... -la chica le miró, y él consiguió al cabo de los segundos deshacer el nudo en su garganta- Te quiero.

***

Salía del instituto, después de haber tenido un día bastante malo. Se le habían olvidado los deberes de Latín, y a la profesora no le había servido bastante ponerle una amonestación y un negativo; si no que además lo había sacado al pasillo con el libro encima de la cabeza convirtiéndose así en el hazmerreír de todo el instituto. Por suerte o por desgracia, a Peter también lo había sacado, y habían estado allí fuera los dos. Peter pasó la mayoría de la hora preguntándole por problemas del examen, de lo cual Justin no tenía ganas de pensar, y el cuarto de hora restante atosigándolo con preguntas para averiguar quién era “A” o sacando temas sin interés. Eso cuando no pasaba algún alumno cerca, momento en el que o bien se metía con él, o hablaba con el alumno o le volvía la cara. Después le había pedido perdón por esto atribuyéndolo a que ambos habían decidido que no querían que nadie supiera que se hablaban, Justin había aceptado que Peter tenía razón; pero eso no quitaba el hecho de que hubiera pasado una pésima hora. Para colmo, la profesora de latín los había castigado a los dos y a David Gutierrez a quedarse en el recreo, a él por no saberse aún las declinaciones y a ellos porque seguro que no habían estado toda la hora con el libro sobre la cabeza como ella les había ordenado. Peter pasó el tiempo hablando con David, y Justin se dedicó a dibujar.
Justin seriamente pensaba que aquella profesora era excéntrica, estaba amargada, y cuando tenía un mal día pagaba las penas con ellos. ¡A él nunca le castigaban! Pero aquella le tenía manía, seguro.
Después, en Educación Física, lo habían elegido de los últimos y, para colmo, cuando habían perdido le habían echado aél la culpa. A última hora el profesor había faltado y estuvo intentando estudiar con Marga; la cual en seguida había notado que le pasaba algo había intentado sonsacárselo y después, rendida, se había ido dejándolo solo cuando él se lo había pedido.
Ahora tendría que bajar las escaleras restantes del instituto y llegar a casa. No tenía ninguna gana de hacer todo el camino nuevamente solo; pero Agustin no parecía estar allí.
Notó una mano meterse en la suya. Levantó la mirada y Estrella le sonrió.
-Ey, ¿qué tal, Justin?
-No he tenido un gran día... Pero podría estar peor.
-Oh, lo siento, ¿quieres contármelo?
-Claro.
-Por cierto, ¿puedes acompañarme a la biblioteca? Tengo que devolver un libro.
-Claro, si tú después me acompañas a mi casa.
-¡Trato hecho!
De ida a la biblioteca, Estrella se acordó de que tenía que pasarse por alguna parte y se desviaron del camino. Entraron por un callejón que hacía de atajo. De repente Justin lo vio todo oscuro, notó una mano sobre sus ojos y otra amordazándole la boca. Trató escapar; pero no sirvió de nada. El hombre era mucho más grande y fuerte que él. Temió por Estrella.
Le llevaron por alto y, cuando por fin sintió los pies en el suelo, alguien lo empujó al tiempo que le descubrían los ojos. Trastabilló para no caerse y enfocó la vista.
-¡Sorpresa! -gritaron todos a su alrededor.
Justin se quedó suspendido por la sorpresa. Vio a Agustín con una gran sonrisa en frente de él. Se volvió y vio a Robin, él era el que lo había “secuestrado”.
-Vaya... ¿Y esto? -preguntó a Agustín, que se acercó a él y le cogió de las manos.
-Te dije que ya me encargaría yo de hacer una fiesta de despedida. -Jusin sonrió- Además, no sé si podré estar aquí el mes que viene para tú cumpleaños y... En fin, de todas formas, el que tú estés aquí ya es un gran motivo para celebrarlo, no necesito razones para darte sorpresas.
-¿Será el que tú estés aquí, no?
-Me refería a aquí, a mi lado. -se tocó el pecho. Justin sonrió.
Estaban en un sótano mediano, Justin reconoció que era el de Teo, el otro mejor amigo de Agus. Miró a su al rededor, estaban Robin, Estrella, Ainoa, Eliot, Dani, Agus y el propio Teo. Pronto se dio cuenta de que también estaban los demás amigos de Agus; pero este lo había planeado todo para poder saludarle como era debido sin que se sintiera incómodo por la presencia de los otros; que todavía no sabían su pequeño secreto.
Agus lo cogío de la cintura, dio una vuelta sobre sí mismo con él y le besó. Se escuchaba una música de Melendi de fondo, típico de Agustín. Entraron todos juntos a la fiesta, ya que se habían quedado en la entrada. Había música y algunas bebidas, toda la gente eran conocidos y buenos amigos suyos.
A pesar de tener allí a todos sus amigos y de no intercambiar ni un sólo beso o caricia, Agustín no se separó de él en toda la tarde. Se iban juntando con unos amigos u otros, riendo y contándose anécdotas.
-¿Sabes? -le informó Justin en un momento en que quedaron solos al ir a por bebidas- Mi tía me ha regalado una semana en Suiza con ellos. Hay un campamento de dibujo durante Semana Santa, y debe estar genial.
-¡Vaya! Me alegro mucho por ti, cariño. Seguro que te lo pasarás genial ¡¡ya podrías pedir a tu tía de invitarme!! -soltó una pequeña risa- Una lástima que no haya más dinero y que yo en Semana Santa tendré que estar estudiando para los exámenes... Ahora, eso sí; espero que desde allí también hablemos todos los días, ¿eh?
-Claro que sí, cielo.
Agustín notó que algo le vibraba en el bolsillo derecho. Sacó el móvil. Era Violeta.
Le había mandado un mensaje antes de que empezara la fiesta avisándole para que pudiera venir a esta. Le había pasado su número Estrella.
-Lo siento mucho, Agus... Pero mi padre dice que ya está bien de tanto salir, y más entre semana con las clases...
-Oh... Qué lástima. Se echará de menos tu presencia aquí, preciosa. La próxima vez será.
-¿Vendrás de nuevo?
-¡Claro!
-Bien, pues ya nos veremos. Siento mucho no haber podido ir a despedirme.
-No pasa nada, entiendo a tu padre. ¡Hasta la próxima!

***

Ainoa observaba a las chicas acercarse a Dani y a Eliot y hablar con El. ¿Por qué todas tenían esa facilidad para llamar su atención cuando que era ella la que más lo conocía? Tenían suerte de que las conociera a todas; porque si no sí podría empezar a plantearse cosas raras.
Caminó para acercarse a ellos cuando se dio cuenta de que Estrella no la seguía. Se giró confusa, Estrella estaba mirando algo, de espaldas a ella.
-¿Vamos?
-Oh, sí, sí. Perdona.
-¿Qué mirabas?
-Nada, nada. -contestó su amigas intentando no sonrojarse.
Al otro lado del sótano, donde Estrella había estado mirando, Robin, con una camisa de manga corta bastante ajustada, hablaba con uno de los amigos de Agustín.

***

Antes de que se hiciera demasiado tarde, Teo comenzó a despedir a la gente, quedando al final solo ellos y los del grupo. Justin estaba hablando en esos momentos con Estrella y Ainoa, Agustín se había alejado para despedirse de la gente.
Ya había salido toda la gente excepto ellos. Comenzaron a escuchar una música más lenta, y de pronto vio a Agustín al lado de él ofreciéndole una mano para que lo acompañara a bailar. Él sonrió y lo acompañó al centro del sótano. Entonces comenzó a sonar la canción “Nada valgo sintu amor”, de Juanes. Agustín empezó a cantársela a la vez que el cantante, con su melodiosa voz sonaba hasta aún mejor. Mientras cantaba, bailaba con él con las manos sobre su cintura. Agustín le dedicaba cada una de las palabras de la canción a Justin desde lo más profundo de su corazón, él lo sabía, y esto hacía que empezaran a surgir de su interior lágrimas de alegría que no se atrevían a salir. A su vez, el disfrutaba de la música y pensaba que esa canción perfectamente pudiera haberla escrito él para Agus.
Cuando la letra de la canción acabó y las últimas notas sonaban, Agustín se inclinó un poco.
-Te amo. -le dijo al oído.
Una lágrima de emoción resbaló por el rostro de Justin, que se lanzó a los brazos de su novio para abrazarlo con fuerza.
Ese día, había pasado de ser un día negro a ser uno de los mejores de su vida.

***

Ainoa se acercó a Dani. El chico había tenido revisión en el médico a la hora del recreo; así que no se habían visto en toda la mañana, y durante la fiesta se había olvidado de preguntarle.
-¿Qué tal tu ayer tu cita, Dani?

domingo, 6 de abril de 2014

Pequeños detalles

Queremos dedicar este capítulo a nuestra mejor amiga África, por estar siempre ahí, apoyarnos siempre, porque es la mejor... En fin, podríamos estar definiendo sus virtudes durante años y no acabaríamos.
El día 2 de este mes fue su cumpleaños, y bueno, aquí tienes tu pequeño regalo ;)
¡Te queremos Principessa!!
También unas felicitaciones a Lila, cuyo cumplamos es hoy. ¡¡Eres la mejore, Preciosa!!
Te quiero, mi Estadounidense ;)






Y hay veces, que incluso antes de despedirte de alguien, ya lo extrañas.


Olía tan bien...
Cada cosa suya conseguía hacerlo sentir diferente y afortunado, y hacían que Agustín le atrajese más. Sabía que tenía suerte, muchísima suerte, y su novio era la prueba.

-¿Qué tal el día? - le preguntó el chico mirándolo desde arriba.

-Ahora, perfecto.

Agus sonrío tristemente. No se quedaría por mucho tiempo.
Lo abrazó con más fuerza contra sí.

-¿Vamos a comer?

-Está bien. ¿Invitas tú?

Agustín asintió y salieron de allí por el otro lado del callejón, el que no daba al instituto, para evitar ser vistos.

Después de comer algo, Agustín lo acompañó a su casa, donde se despidieron con un abrazo y un beso suave y casi imperceptible en la mejilla.
-¿Nos vemos mañana?
-Claro – contestó el mayor de los dos.
-Me gustaría poder prepararte algo para tu último día aquí pero teniendo que estudiar no tengo tiempo...
-De eso me encargaré yo, no te preocupes.
Justin sonrió, aguantando las ganas de besarlo. Se apretó el estómago para no sentir las mariposas que amenazaban con ponerlo a temblar, incluso se mareaba un poco.
-Hasta mañana – se despidió Agustín bajando las escaleras de la entrada con una sonrisa en la cara.
Su nerviosismo se mezcló con tristeza y soledad.
-Adiós... - murmuró antes de entrar en casa.
Aún sumergido en sus pensamientos, se sorprendió al escuchar el grito de Antonio y notar como lo estrechaba entre sus brazos.
-¡JUSTIN! ¿PODÍAS HABER LLEGADO ANTES, NO? ¡POR TU CULPA HE TENIDO QUE AGUANTARME LAS GANAS!
-¿Las ganas de qué? - preguntó divertido su hermano mayor.
-¡TÍA ANA NOS HA TRAÍDO BOMBONES DE SUIZA!
Justin sonrió ampliamente al niño.
-Corre a la cocina, voy en un segundo.
-¡No tardes!
Antonio hizo lo que le había dicho mientras él saludaba a su tía, que estaba hablando con su madre en el salón.
-Os he traído bombones para... - empezó a decir su tía sonriendo.
-Sí, lo sé. Antonio se ha encargado de gritármelo cuando he llegado – bromeó.
Ambas mujeres rieron.
-Hay una caja para cada uno de vosotros. Ya verás, reconocerás el tuyo.
-Muchas gracias, tía Ana.
Ella sonrió al joven y siguió hablando con su hermana.
Justin fue a la cocina y rió al ver a su hermano ya con la boca llena de chocolate.
-¿Están buenos?
-Eso es poco – dijo antes de coger otro bombón.
Justín abrió su caja y cogió uno. Se fijó entonces en la tapadera y vio un pequeño sobre pegado donde estaba escrito su nombre.
-¿Qué...?
Antonio lo dejó solo para agradecerle a su tía los dulces.
Abrió el sobre lentamente y leyó su contenido con los ojos bien abiertos.
-¿¡A Suiza!? - gritó corriendo al salón.
Su hermano lo miró con los ojos bien abiertos, mientras que su madre y su tía sonreían.
-Sí, unas semanas, conmigo, tu tío y tus primos. Encontramos un campamento perfecto para ti de una semana.
-¡¡MUCHÍSIMAS GRACIAS!! - dijo Justin abrazando a su tía con suavidad para no tirarle la taza de café.
-¡Me alegro de que te guste!
-¡Claro que me gusta! ¡Muchísimas gracias!
Antonio pareció disgustado, su madre lo abrazó para reconfortarlo y él se dejó hacer.
***
-¿Cielo, bajáis a comer? - gritó su madre desde el primer piso.
-¡Ya vamos! - contestó Jorge desde la habitación de Violeta.
Era el último día de Jorge allí, no podía perder días de clase y se iría esa misma tarde, después de comer.
-¿Vamos? - le preguntó a su amiga.
Ella asintió y se levantó de la cama con pereza.
Ambos bajaron al salón y se sentaron a la mesa.
-¿Qué vamos a comer? - preguntó Violeta a su madre.
-Paella.
Ella sonrió y Jorge la imitó al verla por fin hacerlo.
Después de comer, fueron juntos a la estación.
Los padres de Violeta la esperaron en el coche para darle más intimidad.
Jorge y Violeta fueron hasta el andén, y viendo que el tren ya estaba allí, se despidieron con un abrazo y varios besos en las mejillas.
-Mejórate – casi le suplicó Jorge a Violeta – por mí.
Ella sonrió y asintió.
-Está bien. Suerte.
-Gracias.
Jorge subió al tren y buscó un asiento junto a la ventana para poder despedirse de Violeta, que esperaba su despedida intentando esconder la tristeza que la invadía completamente.
Cuando el tren hubo desaparecido unos minutos más tarde de su vista volvió al coche.
Su madre le sonrió.
-Podrá venir otro fin de semana, e incluso en vacaciones, si quieres.
-Gracias – dijo ella sonriendo.
Al volver a casa, se encerró en su habitación y durmió durante unas horas.
En realidad no estaba ta mal. Notaba que algo que la había aprisionado ya no la encerraba más dentro de sí misma.
Daniel era bueno para ella, y Rubén... aprendería a olvidarlo.
Ainoa la llamó en ese momento.
-Dime – dijo con un tono un poco más alegre.
-¿Qué tal estas?
-Mejorando.
-Me alegro – dijo ella.
-¿Tú?
-Bien, gracias.
Ambas sonrieron y se hizo un pequeño silencio entre ellas.
-Daniel me ha dicho que ibais a salir hoy pero al final no habéis podido.
-Sí...
-¿Te apetece salir ahora?
-Claro, ¿por qué no?
-Perfecto – Ainoa pareció más alegre – nos vemos en una hora en la cafetería de la última vez.

Ya allí, Violeta empujó la puerta de la entrada con cansancio y entró esperando ver a todos sentados en una mesa, pero no fue así.
Dani estaba de pie delante de una mesa decorada con velas.
-Daniel... ¿por qué... ?
-No es más que un pequeño detalle...