Hay mil maneras de decir un “te quiero”.
Justin pasó esa tarde estudiando con
Peter a través del móvil: cada vez que el chico no entendí algo
(cada pocos minutos) le mandaba un Whatsapp con una foto del
ejercicio para que él se lo explicara. Le costaba concentrarse,
porque sólo quería estar con Agus; pero él le había dicho que
quería pasar ese día con su familia y, aún así, el necesitaba
estudiar.
***
Daniel le apartó la
silla de la mesa para que ella se sentara como todo un caballero,
bordeó la mesa y se sentó en frente de ella, como todo un
caballero. Daniel llevaba una camisa blanca y unos pantalones
vaqueros que le quedaban realmente bien.
Pasaron un buen rato
entre risas y bromas. Ambos sentían que no podían parar de sonreír.
Violeta estaba realmente feliz, por fin su sonrisa resurgía después
de tanto tiempo... Lo que ella no sabía es que este hecho hacía más
feliz todavía a Daniel de lo que le pudiera hacer a ella. Le faltaba
poco para pegar saltos de alegría por hacer sonreír a esa chica, su
chica.
-Oye, Violeta... -le
dijo, sin apagar su sonrisa, cogiéndole las manos con dulzura.
-Dime, Dani.
-Sé que últimamente
estás mal porque es muy duro soportar una ruptura y todo eso, y más
de la manera que ha sido la tuya... Pero quiero que sepas que yo
siempre estaré ahí. Sea como sea y aunque lo nuestro no funcione,
te prometo que intentaré estar a tu lado para siempre. Y quiero que
sepas que puedes confiar en mí.
-Yo... Gracias, Daniel.
-De nada... -contestó él
hundiéndose en sus ojos con una sonrisa- Y también quiero que sepas
que cualquier chico se moriría por estar un instante aquí, con una
chica como tú; y que es un gran honor para mí poder compartir mesa
contigo.
-Oh... Dani... No te
pases...
-Sólo digo la verdad.
-contestó él con una sonrisa infantil.
Ella sonrió y,
sonrojándose, bajó la mirada hacia la mesa. Daniel pasó unos
segundos en silencio observándola, jugueteando con sus manos.
-Violeta... yo... -la
chica le miró, y él consiguió al cabo de los segundos deshacer el
nudo en su garganta- Te quiero.
***
Salía del instituto,
después de haber tenido un día bastante malo. Se le habían
olvidado los deberes de Latín, y a la profesora no le había servido
bastante ponerle una amonestación y un negativo; si no que además
lo había sacado al pasillo con el libro encima de la cabeza
convirtiéndose así en el hazmerreír de todo el instituto. Por
suerte o por desgracia, a Peter también lo había sacado, y habían
estado allí fuera los dos. Peter pasó la mayoría de la hora
preguntándole por problemas del examen, de lo cual Justin no tenía
ganas de pensar, y el cuarto de hora restante atosigándolo con
preguntas para averiguar quién era “A” o sacando temas sin
interés. Eso cuando no pasaba algún alumno cerca, momento en el que
o bien se metía con él, o hablaba con el alumno o le volvía la
cara. Después le había pedido perdón por esto atribuyéndolo a que
ambos habían decidido que no querían que nadie supiera que se
hablaban, Justin había aceptado que Peter tenía razón; pero eso no
quitaba el hecho de que hubiera pasado una pésima hora. Para colmo,
la profesora de latín los había castigado a los dos y a David
Gutierrez a quedarse en el recreo, a él por no saberse aún las
declinaciones y a ellos porque seguro que no habían estado toda la
hora con el libro sobre la cabeza como ella les había ordenado.
Peter pasó el tiempo hablando con David, y Justin se dedicó a
dibujar.
Justin seriamente pensaba
que aquella profesora era excéntrica, estaba amargada, y cuando
tenía un mal día pagaba las penas con ellos. ¡A él nunca le
castigaban! Pero aquella le tenía manía, seguro.
Después, en Educación
Física, lo habían elegido de los últimos y, para colmo, cuando
habían perdido le habían echado aél la culpa. A última hora el
profesor había faltado y estuvo intentando estudiar con Marga; la
cual en seguida había notado que le pasaba algo había intentado
sonsacárselo y después, rendida, se había ido dejándolo solo
cuando él se lo había pedido.
Ahora tendría que bajar
las escaleras restantes del instituto y llegar a casa. No tenía
ninguna gana de hacer todo el camino nuevamente solo; pero Agustin no
parecía estar allí.
Notó una mano meterse en
la suya. Levantó la mirada y Estrella le sonrió.
-Ey, ¿qué tal, Justin?
-No he tenido un gran
día... Pero podría estar peor.
-Oh, lo siento, ¿quieres
contármelo?
-Claro.
-Por cierto, ¿puedes
acompañarme a la biblioteca? Tengo que devolver un libro.
-Claro, si tú después
me acompañas a mi casa.
-¡Trato hecho!
De ida a la biblioteca,
Estrella se acordó de que tenía que pasarse por alguna parte y se
desviaron del camino. Entraron por un callejón que hacía de atajo.
De repente Justin lo vio todo oscuro, notó una mano sobre sus ojos y
otra amordazándole la boca. Trató escapar; pero no sirvió de nada.
El hombre era mucho más grande y fuerte que él. Temió por
Estrella.
Le llevaron por alto y,
cuando por fin sintió los pies en el suelo, alguien lo empujó al
tiempo que le descubrían los ojos. Trastabilló para no caerse y
enfocó la vista.
-¡Sorpresa! -gritaron
todos a su alrededor.
Justin se quedó
suspendido por la sorpresa. Vio a Agustín con una gran sonrisa en
frente de él. Se volvió y vio a Robin, él era el que lo había
“secuestrado”.
-Vaya... ¿Y esto?
-preguntó a Agustín, que se acercó a él y le cogió de las manos.
-Te dije que ya me
encargaría yo de hacer una fiesta de despedida. -Jusin sonrió-
Además, no sé si podré estar aquí el mes que viene para tú
cumpleaños y... En fin, de todas formas, el que tú estés aquí ya
es un gran motivo para celebrarlo, no necesito razones para darte
sorpresas.
-¿Será el que tú estés
aquí, no?
-Me refería a aquí, a
mi lado. -se tocó el pecho. Justin sonrió.
Estaban en un sótano
mediano, Justin reconoció que era el de Teo, el otro mejor amigo de
Agus. Miró a su al rededor, estaban Robin, Estrella, Ainoa, Eliot,
Dani, Agus y el propio Teo. Pronto se dio cuenta de que también
estaban los demás amigos de Agus; pero este lo había planeado todo
para poder saludarle como era debido sin que se sintiera incómodo
por la presencia de los otros; que todavía no sabían su pequeño
secreto.
Agus lo cogío de la
cintura, dio una vuelta sobre sí mismo con él y le besó. Se
escuchaba una música de Melendi de fondo, típico de Agustín.
Entraron todos juntos a la fiesta, ya que se habían quedado en la
entrada. Había música y algunas bebidas, toda la gente eran
conocidos y buenos amigos suyos.
A pesar de tener allí a
todos sus amigos y de no intercambiar ni un sólo beso o caricia,
Agustín no se separó de él en toda la tarde. Se iban juntando con
unos amigos u otros, riendo y contándose anécdotas.
-¿Sabes? -le informó
Justin en un momento en que quedaron solos al ir a por bebidas- Mi
tía me ha regalado una semana en Suiza con ellos. Hay un campamento
de dibujo durante Semana Santa, y debe estar genial.
-¡Vaya! Me alegro mucho
por ti, cariño. Seguro que te lo pasarás genial ¡¡ya podrías
pedir a tu tía de invitarme!! -soltó una pequeña risa- Una lástima
que no haya más dinero y que yo en Semana Santa tendré que estar
estudiando para los exámenes... Ahora, eso sí; espero que desde
allí también hablemos todos los días, ¿eh?
-Claro que sí, cielo.
Agustín notó que algo
le vibraba en el bolsillo derecho. Sacó el móvil. Era Violeta.
Le había mandado un
mensaje antes de que empezara la fiesta avisándole para que pudiera
venir a esta. Le había pasado su número Estrella.
-Lo siento mucho, Agus...
Pero mi padre dice que ya está bien de tanto salir, y más entre
semana con las clases...
-Oh... Qué lástima. Se
echará de menos tu presencia aquí, preciosa. La próxima vez será.
-¿Vendrás de nuevo?
-¡Claro!
-Bien, pues ya nos
veremos. Siento mucho no haber podido ir a despedirme.
-No pasa nada, entiendo a
tu padre. ¡Hasta la próxima!
***
Ainoa observaba a las
chicas acercarse a Dani y a Eliot y hablar con El. ¿Por qué todas
tenían esa facilidad para llamar su atención cuando que era ella la
que más lo conocía? Tenían suerte de que las conociera a todas;
porque si no sí podría empezar a plantearse cosas raras.
Caminó para acercarse a
ellos cuando se dio cuenta de que Estrella no la seguía. Se giró
confusa, Estrella estaba mirando algo, de espaldas a ella.
-¿Vamos?
-Oh, sí, sí. Perdona.
-¿Qué mirabas?
-Nada, nada. -contestó
su amigas intentando no sonrojarse.
Al otro lado del sótano,
donde Estrella había estado mirando, Robin, con una camisa de manga
corta bastante ajustada, hablaba con uno de los amigos de Agustín.
***
Antes de que se hiciera
demasiado tarde, Teo comenzó a despedir a la gente, quedando al
final solo ellos y los del grupo. Justin estaba hablando en esos
momentos con Estrella y Ainoa, Agustín se había alejado para
despedirse de la gente.
Ya había salido toda la
gente excepto ellos. Comenzaron a escuchar una música más lenta, y
de pronto vio a Agustín al lado de él ofreciéndole una mano para
que lo acompañara a bailar. Él sonrió y lo acompañó al centro
del sótano. Entonces comenzó a sonar la canción “Nada valgo sintu amor”, de Juanes. Agustín empezó a cantársela a la vez que el
cantante, con su melodiosa voz sonaba hasta aún mejor. Mientras
cantaba, bailaba con él con las manos sobre su cintura. Agustín le
dedicaba cada una de las palabras de la canción a Justin desde lo
más profundo de su corazón, él lo sabía, y esto hacía que
empezaran a surgir de su interior lágrimas de alegría que no se
atrevían a salir. A su vez, el disfrutaba de la música y pensaba
que esa canción perfectamente pudiera haberla escrito él para Agus.
Cuando la letra de la
canción acabó y las últimas notas sonaban, Agustín se inclinó un
poco.
-Te amo. -le dijo al
oído.
Una lágrima de emoción
resbaló por el rostro de Justin, que se lanzó a los brazos de su
novio para abrazarlo con fuerza.
Ese día, había pasado
de ser un día negro a ser uno de los mejores de su vida.
***
Ainoa se acercó a Dani.
El chico había tenido revisión en el médico a la hora del recreo;
así que no se habían visto en toda la mañana, y durante la fiesta
se había olvidado de preguntarle.
-¿Qué tal tu ayer tu
cita, Dani?
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