Quiérete y
respétate a ti primero; porque si no lo haces tú, nadie va a
apreciarte.
Nada más
llegar al instituto, sonriente, se encuentra a Peter, fumando. Tiene
un cigarrillo en la mano, puede ver la caja de tabaco en su bolsillo.
En su otra mano, tiene el mechero. Está solo, y no tiene muy buena
cara. Se acerca a él.
-Pero...
bueno, Peter ¿qué te ha pasado? ¿No decías ayer que ibas a
dejarlo?
-Lo que
dijera ayer ya forma parte del pasado, Justin.
-Pero...
Creía que estabas preocupado... ¿por qué fumas?
-El tabaco
es el único que me comprende.
-Eso no es
verdad, Peter... Aquí estoy yo, si quieres puedes contármelo... sea
lo que sea lo que te pase.
-Ajá,
“puedo”; pero no “quiero”.
-¿Y qué te
he hecho yo para eso?
-Tú nada.
Por ahora.
-Pet... ¿Qué
ha pasado desde ayer a hoy?
-Mucho,
demasiado. Ahora déjame, no tengo ganas de hablar ¿vale? Y sobre lo
que te dije ayer... Olvídate de eso.
Justin notó
que Peter empezaba a impacientarse y ponerse nervioso. El muchacho
miró por el rabillo del ojo a la misma dirección que él. Se
acercaban los populares.
-Creía que
no te importaba la popularidad. O al menos eso mismo me dijiste ayer.
-Ya, y yo
también lo creía.
-¿Entonces...?
¿Qué...?
-Déjame. Ya
te he devuelto el favor. Ahora vete.
Una mano
cogió a Justin del hombro desde la espalda y lo empujó para atrás.
-¿Qué te
pasa, Peter? ¿Te está molestando este pequeñín?
-Bah,
déjalo.
El nuevo
muchacho, que iba acompañado de todos los demás populares, se fijó
en el paquete de cigarrillos.
-¿No decías
que ibas a dejar de fumar? Creía que te preocupaba que acabaras
igual que tu primo... ¿Te ha podido, eh? -dijo con una sonrisa
pícara.
-Sí, mi
adicción puede más que todos mis miedos. Y, como el tabaco, no hay
nada, amigos.
-¿Qué no?
Están la María, la Coca, la heroína...
Él sonrió.
-Bueno, sí,
esos también.
-Eres
sorprenderte. Tu primo encerrado en la UCI por eso y tú... Total, él
era un debilucho, no creo que te pase a ti lo mismo; pero... Creía
que tenías miedo a que te pasara lo mismo.
-Total, a lo
mejor tengo más suerte que Jake y yo me muero directamente.
El muchacho
alzó las cejas.
-¿Lo dirás
de coña, verdad?
-¡Pues
claro, hombre! No soy tan gilipollas.
A Justin le
parecía que había algo de seriedad en lo que había dicho. Pero,
por una vez, estaba enfadado, y pasó de largo dirigiéndose hasta la
clase.
***
Violeta
había conseguido por fin convencer a sus padres. Hubiera preferido
que la acompañara Rubén; pero no. En lugar de eso la acompañaría
su padre. No tenía ganas de vestirse ni de nada. Desayunó despacio
y subió a su habitación a cambiarse.
-¡VIOLETA!
-la llamó su madre.
-¡Sí,
mamá, ya voy...! Todavía hay tiempo...
-¡Han
venido tus amigos a recogerte!
¡¿Qué?!
Pensó ella. Se asomó a las
escaleras. Dani le saludó con una hermosa sonrisa. A su lado estaba
Eliot.
-Eh... Esperad un momento.
Terminó
de arreglarse a todo correr y se colgó la mochila al hombro. Se
despidió de sus padres y salió con los muchachos.
-¿Cómo es que habéis venido?
-Ya te lo dijimos, estaría bien que viniéramos a recogerte todos
los días.
-Ya... Pero, no sé por qué, no me lo creía del todo.
-Pues ahora lo ves. Nosotros no somos así, no defraudamos a la gente
¿eh? Cumplimos nuestras promesas.
-Bueno... Eso... No era una promesa.
-Es igual.
Ella sonrió. El que llevaba hablando todo el tiempo era Dani, Eliot
le dejaba a él ser el centro de atención mientras miraba a ambos
lados de la calle, distraído.
-Así que, si te parece bien, de hoy en adelante te acompañaremos
todos los días a tu instituto.
-Ah,
ah. -le corrigió ella- A vuestro instituto.
-los dos la miraron frunciendo el ceño- ¿Aún no os lo he dicho?
¡Me cambian de instituto!
-¡Guay! ¡Eso es genial! -sonrió Daniel.
-¡Ya ves! -afirmó Eliot.
Pero Violeta seguía preocupada. Le preocupaba si de verdad los
chicos de ese instituto serían mejores o... serían tan malos como
los del anterior. Pasaron a recoger a Ainoa y Estrella, que también
aplaudieron la idea del cambio de instituto de Violeta. Cuando
pasaron por la casa de Justin, la madre del joven les dijo que éste
ya había salido; así que se dirigieron al instituto. Al llegar a su
planta se separaron. Las chicas se fueron a su clase, Eliot a la suya
y Dani se quedó con Violeta.
-¿Te importa que nos acerquemos a ver cómo está Justin antes de
que te lleve hasta tu clase? No es muy normal que haya venido hasta
aquí el solo en vez de esperarnos...
-Claro, claro.
-Bien, ven.
Entraron en la clase de Justin, bordearon sillas, pupitres y gente y
llegaron hasta él. Estaba sentado, solo como de costumbre, con la
cabeza apoyada en ambas manos y mirando un libro que había en la
mesa.
-Ey, ¿qué te pasa Justin? -le dijo Dani a modo de saludo dándole
una palmada en el hombro.
-No me pasa nada. -contestó él, enfrascado en lo que estudiaba.
Violeta echó un ojo. Latín.
-Sé que sí, no es normal que te vayas tú solo de casa. ¿Qué te
pasa?
-N-A-D-A. NA-DA. ¿Vale?
-Sí que te pasa.
-No.
-Dímelo.
-Mira, intento estudiar, ¿vale? ¡Déjame en paz!
-Te pasa algo. Sabes que puedes confiar en mí.
-¡Que no me pasa nada, coño!
Dani lo tiró de la silla echándola para atrás al tiempo que le
decía “sabes que sí”.
-¡Daniel! ¡Me cago en tos tus muertos! -se quejó él desde el
suelo.
Daniel le tendió la mano para ayudarle, él se la rechazó, se
levantó, colocó la silla y se volvió a sentar.
-Tengo un examen de latín ¿vale? No me sé una puñetera mierda y
ya sabes lo nervioso que me pongo yo con los exámenes.
-Bueno, eso ya me lo creo más; pero no el hecho de que hables tan
mal hoy. Además, normalmente cuando vienes antes para estudiar,
sueles llamar antes para avisar.
-Bueno, pues hoy se me olvidó ¿vale?
Daniel frunció el ceño, y se sentó a su lado para preguntarle si
se había peleado con A sin que Violeta lo escuchara. Él volvió a
negar. Así que Dani se dirigió a salir de la clase cuando se
encontró con que la profesora de Justin ya había entrado y lo
miraba con los brazos cruzados.
-Espero que pueda explicarme usted, señorito, por qué razón ha
tirado al suelo a su compañero.
Dani se quedó de piedra, y Justin se le adelantó.
-No... ¡no pasa nada, profesora! De verdad, no ha sido nada.
-Yo les he estado viendo y no ha sido nada, profesora. -lo defendió
Violeta.
-¡Dani es su mejor amigo! -se entrometió Marga- Nunca le haría
daño.
-Está bien... Pero que no te vuelva a ver yo a ti armando follones
por ahí ¿eh?
Dani asintió.
-Y en verdad no es mi mejor amigo, es sólo un buen amigo.
Violeta miró a Dani, sin comprender demasiado bien.
-Eliot es mi mejor amigo desde que eramos pequeños. El suyo es un
chiquillo que se llama Agustín.
-Oye, que de chiquillo no tiene nada. Te saca un año y es mucho más
grande y listo que tú.
Violeta lo miró extrañada de que hablara así de otro amigo.
-¿Qué? Ya que no puedo chulear de mí mismo tendré que chulear de
alguien, ¿no?
-Bueno, ¿encima de que vengo antes para que podáis terminar el
examen me vais a retrasar? -les llamó la atención la profesora.
Justin se despidió de ellos y se quejó de que no le hubieran dejado
aprovechar para estudiar.
***
-¿Justin tiene la autoestima baja? -le preguntó Violeta a Dani
cuando hubieron salido.
-Justin no es capaz de estar nunca seguro de sí mismo. Y hay varias
partes de sí mismo que ni él mismo acepta... Siempre se apoya en
nosotros, su amigo Agus o su pareja. Pero siempre se preocupa más de
los problemas de los demás con tal de distraerse y no tener que
pensar, supongo yo, en lo que a él mismo le pasa o lo que piensa
sobre él para no tener que deprimirse... ni enfrentarse a sus
problemas.
-Ams... Es muy triste.
-Mira... Eso es lo que yo creo; pero nadie lo sabe.
-Um... ¿Y su familia, en ellos no se apoya?
-Ems... Tiene un hermano de once años, que está casi a punto de
cumplir doce, con el que se distrae mucho. Le alegra y ayuda estar
con él; pero... No se le da muy bien hablar de sus problemas con sus
padres que digamos, y su hermano es demasiado pequeño como para
agobiarlo.
-Uf...
-Ya... Al menos, gracias a su pareja, se ha crecido mucho y le ha
subido la autoestima bastante. Supongo que eso de que te digan todo
el tiempo que eres una persona perfecta y todas las buenas cualidades
que tienes debe de sentar bien.
-Mejor... No sabía que Justin tuviera pareja.
-Supongo que hay muchas cosas de nosotros que aún no sabes. Nos
acabas de conocer.
-¿Alguno más de vosotros salís con alguien? -preguntó por
curiosidad.
-No. Pero según Justin a todos menos a Eliot nos gusta alguien.
-Justin sabe todo sobre vosotros ¿no?
-Justin sabe de todo sobre todo el mundo. Lleva toda su vida
observando, y ahora le toca aprender a actuar. Ahí está tu clase.
-se la señaló.
-Gracias.
***
-¡Ey! ¿Qué te pasa, marica? -le preguntó Samuel.
-No me llames así. -replicó Jorge.
-Ey, yo te llamo como me dé la gana ¿te queda claro? -Jorge agachó
la cabeza- Además, ¿no es lo que eres?
-Sí; pero yo tampoco te llamo a ti “heterosexual”.
-Puf.. Como si eso fuera malo.
-Ni lo mío tampoco.
-¿Que no? Lo que tú tienes es una enfermedad mental.
-Bueno, pues no te metas con los enfermos. ¿O es que a alguien con
cáncer también le llamarías “cancerígeno” o algo así?
-Pues por qué no.
-Uf... Que imbécil eres...
-¡¿QUÉ?! ¡¿TÚ te vas a meter CONMIGO?!
Todo el grupo echó a correr detrás de él. Por suerte, Jorge tuvo
reflejos y empezó a correr antes. Vio a la profesora abrir la puerta
y se coló delante de ella antes de que los muchachos lo pillaran.
***
Jus encontró a Ainoa sentada sola en el recreo. Había terminado un
examen antes que Estrella y no había buscado a los chicos al salir
de clase. Dani y Eliot estaban enseñando el instituto a Violeta. Jus
notó que se encontraba mal e intentó olvidar su enfado, por ella.
Se sentó a su lado.
-Hola, Jus... -saludó ella.
-Hola, Ainoa. ¿Te pasa algo? -ella negó con la cabeza- Um... y oye,
¿te has lanzado a decirle algo a “el”? -le dio un codazo
mientras sonreía pícaro.
-No, no me he lanzado a decirle nada a “el” -contestó ella
mirándolo con mala leche.
Justin sonrió. Le encantaba chincharla. Ainoa pensaba que Jus había
tenido una muy buena idea al llamar “el” a Eliot, nadie se daría
cuenta que era, en realidad, una acortación de su nombre.
-De todas formas... No creo que alguien tan perfecto como él
quisiera salir con alguien tan... como yo.
Justin parpadeó y la miró a los ojos.
-¿Y qué tienes tú de malo?
-Mírame... Como si no hubiera muchas chicas mejores que yo que
estarían locas por estar con él...
El chico la entendió de golpe.
-Mira, Aino... No es que yo sepa mucho de chicas, pero sé reconocer
una cosa hermosa cuando la veo. Y tú lo eres.
-Gracias... Pero no lo creo.
-¿Qué no? Pues te aseguro yo que lo eres. Además, de todas formas
eso no debería importarte ¿no? No creo que Eliot vaya a salir con
alguien por su físico, si no por su personalidad. Y la tuya es
maravillosa.
-No lo creo... Y, de todas formas, ¿cómo puedo estar tan segura de
eso? ¿Alguna vez ha salido con alguien?
-Bueno, vale, puede que no lo sepas. Pero yo lo conozco bien y te lo
aseguro. Estoy tan seguro de ello como puedo confirmar que Agus es
igual.
-¿Y cómo lo confirmas con Agus?
-Pues, bueno... está conmigo ¿no?
Ainoa se quedó parada. No le gustaba escuchar hablar a su amigo así
de si mismo. Jus lo sabía, y lo había utilizado contra la chica.
-Pero... Jus, tú eres muy guapo.
-Ya, claro, ¿y ahora también me dirás que soy el más guapo de
todo el instituto, no? -replicó con sarcasmo.
-Hombre... no... Pero eres guapo, y eres una grandísima persona. Yo
creo que, si fueras hetero, hasta podrías sustituir a Eliot.
Los dos sonrieron.
-Pues igual que tú, que eres preciosa y no te lo crees.
-En fin... habrá que creerte. ¿Tú eres el tío, no? -ironizó
ella.
Justin le respondió con una sonrisa.
-¡Ey, chicos! ¿De qué habláis?
Estrella saltó para ponerse entre los dos, cayendo en las piernas de
ambos. Consiguió hacer reír a Ainoa. Estrella siempre contagiaba
alegría.
***
Justin recibió una llamada nada más entrar en su habitación. Bufó.
Dejó la mochila y sacó el móvil a ver quién era. Contestó.
-¡Buenas tardes, cielo! ¿Qué tal el día?
-Hola, Agus.
-Ups... ¿Qué te pasa? Pareces enfadado... ¿quién ha sido capaz de
enfadarte, a TI?
-Mira, Agus, hoy no tengo ganas de hablar ¿eh? Ya te llamaré...
-¡¿Qué tú no tienes ganas de hablar?! Muy gordo debe de haber
sido... ¿quién ha sido el payaso? Cuéntamelo, cariño, ¿qué te
pasa?
-Mira, que no tengo ganas de hablar. Te cuelgo.
-Como cuelgues, corto contigo. -le amenazó él.
-No se puede ir dando amenazas por la vida.
-No; pero supongo que funciona. ¿A que sí?
Justin suspiró y se dejó caer en la cama.
-¿Qué quieres?
-Hablar contigo. Cuéntamelo todo, Jus. Dime qué te ha pasado. Ya
sabes que quizás yo pueda ayudarte.
-Peter. Pedro González, eso es lo que me ha pasado.
-UFF... Ese tío es gilipollas, Justin, no lo escuches. No le hagas
NI CASO; porque no se lo merece.
-No es nada, Agus, ya está olvidado. Sólo que estoy cansado.
-¿Cansado de qué?
-Del insti.
-Sabes que no.
-En parte sí.
-¿Y la otra parte?
-Estoy cansado de tener que preocuparme por los problemas de los
demás y tener que solucionarlos o sentirme mal yo.
-Pues no lo hagas.
-Supongo que va con mi naturaleza.
-Posible. ¿Y a quién le pasa algo? No será a Peter... ¿verdad?
-en su tono había un pequeño tinte de amenaza.
-Sí... -respondió él, esperándose lo peor.
-Pero... ¡Justin! ¡¿Eres tonto?! A ese tío ni caso, que es
imbécil. Le pase lo que le pase.
-Todo el mundo tiene derecho a cambiar, Agus...
-Pues no creo que lo haga. ¿O es que él está haciendo algo para
que eso pase?
-Pues la verdad es que no...
-No quiero que te acerques más a él, Jus.
-¿Y tú quién eres para prohibírmelo, mi padre?
-No, soy tu novio.
-Pues entonces déjame hacer con mi vida lo que quiera y ocúpate tú
de la tuya.
-No puedo. Porque tú eres mi vida.
Los sobrecogió un silencio un tanto incómodo. Al otro lado de la
línea, Agus se mordía el labio inferior esperando una respuesta.
-Bueno, pues es igual. Además, no me pasará nada por acercarme a
él, Agus, no me hará daño.
-Sí que lo hará. Sobretodo porque tú te coges muy a pecho las
malas palabras y luego vas y te las crees. Y eso te hace daño,
Justin, lo sabes. Te echará la autoestima por los suelos.
-Bueno, pues aquí estarás tú para volver a recordarme lo muy
especial que soy ¿no?
-Hombre, pues claro. Y eso haré siempre.
Justin sonrió.
-Bueno... y ahora en serio que tengo que dejarte, cari, me llaman
para comer. Adiós, Agus, te quiero.
-Adiós, cielo. Te llamo luego.
-Gracias por todo.
-Gracias por ser así.
***
Llamó a su madre, sentado en la acera. No tenía muchas esperanzas
de que le respondiera.
-¿Sí?
-Soy yo.
-Ah, hola, Pedro. ¿Qué te pasa ahora?
-Me han puesto un parte y... he perdido el autobús. ¿Puedes venir a
recogerme?
-No. Y hoy a casa no vuelves. Primero lo de tu primo y ahora... ahora
esto. ¿Ya te han expulsado?
-Quince días. A la próxima me echan del insti.
-Tú verás. Te tengo que dejar.
-Pero... mamá... ¡No puedes dejarme fuera otra vez!
-¿Ah, no? Pues ya verás cómo lo hago. Adiós.
La mujer le colgó. Peter suspiró y se dejó caer la cabeza en la
mano. Quería llorar, quería dejar que el dolor se fuera con sus
lágrimas, quería expulsarlo todo y relajarse, llorar. Pero no
podía, y no iba a hacerlo. Era incapaz. Estaba harto de sufrir
tanto, harto de que importara una mierda a su madre. Harto de que
importara una mierda a todos. Volvió a reconstruir el caparazón de
piedra en torno a su corazón, que era lo único que le protegía.
Volvió a decidir que, si Pedro sólo sufría, prefería mil veces
ser el capullo de Peter. Volvió a elegir la popularidad y los
porros, que era lo único que no le dejaba de lado, que le llenaba
por dentro. Cogió el móvil y llamó.
-¿Sí?
-Hola, Maia.
-Ah, eres tú. ¿No te he dicho un millón de veces ya que no quiero
cuentas contigo? Joder, a ver si descubren que con quien hablo es
contigo, pardillo...
-¿Dónde estás?
-En el baño, esperando a que mi amiga salga.
-Vosotras y vuestra estúpida costumbre...
-Uf, cállate. ¿Qué demonios quieres?
-Me han echado del insti y mamá no me deja entrar en casa. Me
preguntaba si podrías traerme algo de comer.
-¿Yo? ¿Y que me vean en algún sitio público contigo? Ni loca.
-Tía estás en primero de la ESO. No puedes ser tan popular.
-Hombre, si fuera como tú, no. ¿Por qué no te compras tú algo?
-No tengo dinero.
-Ya, te lo habrás gastado en porros.
-No. Y de todas formas, eso no importa.
-La verdad es que no, son tus pulmones. Me preocupan mucho más los
pulmones de Jake. -le echó en cara.
-¿En serio que te preocupa más tu primastro que tu hermano?
-Pues claro. Si el hermano eres tú... Mira, te dejo, apáñatelas
como quieras.
Su hermana le colgó. Volvió a llamar.
-¿Diga?
-Soy Peter.
-¡Tío, eres tonto! Que estoy en el cole... como me quiten el móvil
por tu culpa...
-¿Y entonces que haces con él encendido?
-No importa. Habla rápido, ¿qué quieres?
-Mamá ha vuelto a echarme de casa. Y tengo hambre.
-Mira, ayer te lancé una bolsa de frutos secos porque estabas cerca
y me dabas pena; pero no pienso ir a buscarte. ¿Por qué te ha
echado?
-Pues por no tener que volver a verme la cara, supongo.
-No me extraña. Ojalá yo también pudiera echarte de vez en
cuando...
-En fin, adiós.
Su hermanastro estaba en sexto de primaria. Se llevaba muy bien con
su hermana; pero negaba que él fuera su hermano. Aprovechó lo bueno
de la popularidad: tener muchos contactos. Tras pocas llamadas
encontró lo que buscaba. Alba le dijo que sus padres todavía no
habían vuelto y que podía quedarse a comer si luego se salían a
echarse unos porros. Trato hecho. Llamó de nuevo a su madre.
-No tengo tiempo, Pedro. ¿Qué quieres?
-Decirte que me voy a casa de una a comer, que luego me voy a echarme
unos porros con los tíos y que duermo en la casa de una.
-Haz lo que te de la gana. Pero déjame, que estoy trabajando.
Colgó. Lo que había pensado.