A veces, lo único que quieres es estar solo
Anda
por el pasillo de la empresa. Todos lo observan pasar entre
desconcertados y confundidos, y más de una mujer lo ha mirado ya de
arriba a abajo, pero se mantiene recto y serio hasta llegar a
despacho, donde lo espera su nueva secretaria.
-Señor
Romero – lo saluda esta mientras pasa a su lado al interior de la
enorme habitación.
No
se digna siquiera a contestar ni a saludarla, pero asiente,
complacido por el respeto que parece que ella siente por él.
-¿Este
es el despacho de tu jefe?
-Sí,
efectivamente.
Se
acerca al enorme escritorio de madera oscura y acaricia el asiento de
cuero negro antes de sentarse en él secamente, sin hacer ningún
tipo de ruido.
Observa
todo lo que tiene delante de él.
-¿Quién
es la chica de la foto? ¿Una sobrina?
-Es
su novia, señor.
-Oh,
vaya. Parece que Rubén tiene gustos que están mal vistos en nuestra
sociedad actual.
La
joven se tensa, puede notarlo en su espalda y sus hombros, pero no
dice nada.
-¿Quiere
algo más señor?
-No,
gracias, puede irse. La avisaré si necesito saber algo.
La
secretaria asiente y sale del despacho muy recta.
Le
gusta. Toda la empresa le encanta de echo.
Gira
el asiento para poder ver la cristalera de detrás y contempla como
la ciudad va despertándose.
Ahora,
el trabajo es suyo.
***
-¿Qué
le ha pasado al jefe? - pregunta uno de los empleados en la cafetería
lo suficientemente alto como para que todo el mundo lo escuche.
Rápidamente,
el silencio se hace y todos dirigen la mirada hacia la secretaria del
hombre en cuestión, que bebe tranquilamente su café.
-Está
de baja por depresión – dice ella sin atreverse a mirar a nadie a
los ojos.
-¿Qué
ha pasado? - pregunta una mujer regordeta que se sienta rápidamente
a su lado.
-Su
novia lo ha dejado.
El
silencio dura unos segundos más antes de que todo el mundo exclame
en un murmullo realmente ensordecedor.
-¿Su
novia era aquella niña que podría ser su hija?
-No
me esperaba que pudiera deprimirse por algo así.
-Quizá
estaba muy enamorado de ella.
En
ese momento, un hombre trajeado y con expresión muy seria atraviesa
el pasillo y se coloca en la entrada de la cafetería.
-Buenos
días a todos. Como ya sabréis, vuestro anterior jefe, Rubén, no
vendrá por unas semanas, quizá unos meses – empieza a decir el
hombre – Os pediría que todo vaya bien durante ese tiempo en el
que yo haré su trabajo, pero sé que será así. Dentro de una hora,
vendrá un jefe muy importante de nuestra empresa en China, y
necesito que todo sea perfecto. Cuento con vosotros.
Unos
segundos más tarde, la secretaria y él desaparecen de la cafetería
en el mayor de los silencios.
-¿Unos...
meses?
***
Se
sienta en su sitio y empieza a sacar su material para la clase de
tecnología-taller.
El
resto de los alumnos demuestra estar mucho más excitado que ella por
la idea de cortar y pintar madera.
Una
chica no tarda en acercársele.
-¿Ainoa?
-Buenos
días – saluda secamente ella.
La
chica tiene que luchar por no dar un paso hacia atrás.
-¿Qué
te ha pasado? Tienes una pinta horrible.
Estrella
se une a ellas en ese momento.
-Aino,
hoy no iré a clase hasta la última hora, ¿de acuerdo? Me he unido
a la excursión al teatro con los de segundo.
-Pásalo
bien - dice ella sin pensar en el penoso tono de voz con el que
habla.
-Mejórate
– le dice su amiga con una sonrisa triste.
-Lo
haré.
La
otra chica sigue mirándola sin entender.
-Sea
lo que sea... - empieza a decir ella algo contrariada - ...espero que
te mejores también.
-Muchas
gracias.
Su
compañera la abraza y la deja sola.
Realmente,
es lo único que quiere. Eso, y que nadie sepa lo que le pasa.
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